Ganar o morir. La Selección Peruana encarará el partido ante Venezuela con la única consigna de sumar los tres puntos, caso contrario las opciones de clasificar al próximo Mundial 2026 pasarán a ser más escasas de lo que ya parecen.
Hace años que la selección no vivía una situación tan límite como la actual, colero de las Eliminatorias con apenas un punto sumado de quince posibles y teniendo que jugarse la vida contra la Vinotinto en el Estadio Nacional.
Han sido tres 'finales' que Perú no le ha podido ganar a rivales directos como Paraguay, Chile y Bolivia, pero nada parece igualar a la magnitud y los tintes de final que tiene el partido contra el equipo de Fernando Batista.
Sumar 4 de 18 posibles seguiría siendo demasiado poco, pero significaría mirar el futuro con algo más de optimismo que sumar uno o dos puntos al término de la sexta fecha de las Eliminatorias al Mundial 2026, algo que terminaría por desatar la catástrofe en el seno del sentir nacional.
Si bien existen muchas dudas sobre lo que presentará en el campo Juan Reynoso, que ha ido cambiando mucho partido a partido, son los seleccionados los que no pueden permitirse dudas a la hora de enfrentar a Venezuela.
Ya el funcionamiento -algo que se le ha demandado tanto al seleccionador- parece importar poco puesto que Perú debe salir a imponerse y arrasar a un rival que llega mejor, pero que nunca ha ganado en Lima por Eliminatorias.
Ante Venezuela es una verdadera final y los jugadores deberán asumirla como tal. Una hipotética derrota sería catastrófica y los hinchas que acudirán al Estadio Nacional también deberán asumirla como tal. Si hay un partido donde los aficionados deben hacer sentir la localía es ante una Venezuela que tan visitante a lo mejor no se sentirá debido al fuerte apoyo que se anuncia que habrá hacia la Vinotinto en el coloso de José Díaz.
El carácter de final del partido contra Venezuela también lo asumirá Juan Reynoso, muy cuestionado por el mal arranque de Perú en las Eliminatorias y que sabe que no sumar de a tres posiblemente derive no sólo en un adiós al sueño mundialista de la selección, sino también a su etapa en el banquillo nacional.