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El día en que Pelé hizo expulsar a un árbitro

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La anécdota en la que Pelé fue expulsado, pero la tribuna prefirió echar al árbitro y reinstalar al gran 10.


LOS ÁNGELES -- Edson Arantes do Nascimento, Pelé, fue expulsado tres veces en su carrera. Una de ellas ocurrió en Colombia, en El Campín. Al final, la tribuna expulsó al árbitro y reinstaló a Pelé en la cancha. Ocurrió hace 57 años.

El 17 de julio de 1968, el silbante colombiano Guillermo Velásquez, El Chato, estaba a cargo del partido amistoso entre Santos de Brasil y la Selección de Colombia. Una cita para que recaudaran fondos los brasileños y para que los anfitriones se prepararan para los Juegos de Olímpicos de 1968, en los que compartirían grupo con Francia, México y Guinea.

No había clima para que el partido entrara en punto de ebullición, pero Colombia marca primero, y Lima, capitán del equipo y concuño de Pelé, protesta un fuera de lugar y exige la anulación del gol cafetalero, pero con palabras altisonantes. El Chato Velásquez lo expulsa.

Lima, ya cerca de abandonar la cancha, se suelta a la guardia que lo escoltaba, corre a confrontar al árbitro y le tira una patada. Pero, El Chato tenía antecedentes boxísticos y le conecta un gancho al hígado que tunde y funde al jugador.

Ya el entorno entraba en algidez. Sujetan a Pelé en el área, y Velásquez no marca la falta. Edson saca el mejor léxico de la favela y le escupe en la cara los más floridos insultos a El Chato, quien ya tenía nociones elementales de la jerga portuguesa. Entendió todo y roja para O’Rei.

Aquello provocó un tsunami. Jugadores del Santos lo confrontaron y El Chato trató de defenderse del desigual combate, porque encima ni los propios seleccionados colombianos lo defendían. El apocalipsis.

“De las 28 personas, me pegaron 25. Los únicos que no lo hicieron fueron el médico, un periodista de Folha de Sao Paulo y Pelé”, recordaba con frecuencia Velásquez, como consecuencia de actuar en defensa propia.

Encima, la tribuna del Estadio Nemesio Camacho se lanzó también en contra del colombiano. Claro, las 60 mil personas estaban ahí para ver a Pelé, y exigía, en un orfeón incontrolable, el regreso a la cancha del astro brasileño, quien ya había abandonado la cancha, aceptando las consecuencias de su exabrupto verbal.

Los dirigentes de la Federación Colombiana de Futbol debieron intervenir cuando las gradas estaban ya crispadas de energúmenos que amenazaban con saltar al terreno de juego de El Campín.

Los dirigentes le notificaron a El Chato que debía abandonar la cancha, y mandaron a llamar a Pelé del vestidor. Velásquez se retiró del campo de juego, vapuleado moral, emocional y físicamente. En las portadas de algunos diarios colombianos aparecieron fotografías de futbolistas brasileños agrediéndolo a puño limpio.

El juez de línea, Omar Delgado, pasó a ser el árbitro, y de la tribuna habilitaron a otro silbante, Mario Canessa, quien, en saco y corbata, y con su elegante pañuelo hizo las funciones en la línea de banda, según reportes de diversos medios colombianos.

Pero, El Chato no se cruzó de brazos. Con un ojo semicerrado, moretones en el rostro y en el cuerpo, aceptó el consejo de un magistrado, Lisandro Martínez Zúñiga, para presentar de inmediato una denuncia oficial en contra del Santos de Brasil y de los organizadores.

El partido terminó 4-2 con la victoria de los brasileños, quienes se llevaron una gran sorpresa. Al terminar de ducharse y vestirse fueron conducidos a la comisaría, y colocados de espaldas contra la pared, para que la víctima fuera señalando, uno a uno, a sus agresores.

El penoso proceso terminó con una indemnización de 18 mil pesos y una disculpa por escrito por parte del equipo brasileño.

Según reportes del diario El Tiempo (José Orlando Ascencio) y de Letralia (Alberto Salcedo Ramos), Pelé y El Chato Velásquez se encontraron nuevamente, pero bajo muy diferentes circunstancias. Refieren incluso que, jugando ya en el Cosmos, Edson invitó al silbante colombiano y a su familia, a Nueva York, y después, en un partido de exhibición en Miami, O’Rei le arrebató ese día la tarjeta roja para guardarla como recuerdo, y convivieron además en una comida privada.

Según los reportes de medios colombiano El Chato Velásquez debió noquear al menos a cinco futbolistas que lo agredieron porque estaban inconformes con sus decisiones. Además, su palmarés habla de su calidad como silbante: participó en Copas Libertadores (1968-1982), cuatro ediciones de Juegos Olímpicos y fue juez de línea en el llamado “Partido del Siglo”, en el Italia 4-3 Alemania durante el Mundial de 1970, en el Estadio Azteca.

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