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¿Seguirá Messi en la búsqueda de su primer título con Argentina?

Kevin C. Cox/Getty Images

MOSCÚ -- ¿Hemos visto a Lionel Messi por última vez una Copa del Mundo? La selección argentina se despidió en los octavos de final del torneo en Rusia, eliminada por Francia en un partido en el que Messi volvió a rendir por debajo de su nivel acostumbrado.

De esa manera, comienza una inevitable cuenta regresiva. Messi tendrá 35 años y 208 días para el 18 de diciembre de 2022, la fecha en la que tendría su próxima oportunidad para ser campeón mundial. Apenas tres jugadores mayores de esa edad han sido titulares de un equipo campeón mundial: Nilton Santos en 1962, Dino Zoff en 1982 y Miroslav Klose en 2014.

Es decir, se ha logrado antes. No es sencillo, pero Messi, con sus cinco Balones de Oro, cuatro campeonatos de Champions y 552 tantos con el Barcelona se ha especializado en hacer que lo difícil parezca fácil.

De todos modos, sería una gesta muy complicada. Zoff fue campeón con Italia, pero como arquero, una posición que cuenta con normas distintas de longevidad. Nilton Santos era un jugador veterano en un cuadro fenomenal de Brasil que contaba con Didi, Zito, Garrincha, Djalma Santos y Pelé. Klose estuvo tres veces en la alineación alemana y metió un gol en 2014. Esos tres equipos eran mucho más completos que el plantel que Argentina probablemente tenga en 2022.

Además, en esos tres casos anteriores, las contribuciones de Zoff, Nilson Santos y Klose eran importantes, pero no indispensables para el buen rendimiento de sus selecciones.

Ese no es el caso de Messi. Su rendimiento ha sido y seguirá siendo esencial para el desempeño de Argentina, y para 2022 enfrentaría otro obstáculo infranqueable: El paso del tiempo no es una opinión, ni un estado mental. Todos envejecemos, nuestros cuerpos se desgastan y se pierde la habilidad para hacer piruetas en la cancha.

Hay algunos que desaceleran el proceso, al ser fenómenos de la naturaleza o por ser obsesivos en su manera de cuidar el físico -- como Cristiano Ronaldo a sus 33 años de edad -- o simplemente porque son personas afortunadas. Pero nadie le gana a la naturaleza, ni el mismo Messi.

Esta eliminación argentina en los octavos de final con un revés por 4-3 ante Francia, luego de estar al borde del precipicio en la fase de grupos, deja algo claro: Messi jamás ganará un Mundial como la figura indiscutida de su selección. No seguirá los pasos de Pelé y Diego Maradona.

¿Cuánto influye este Mundial de Messi en la eterna discusión sobre la lista de los mejores futbolistas de la historia?

En realidad, no debería pesar mucho. Los criterios son arbitrarios, establecidos por quienes no entienden que un solo jugador no puede hacerlo todo. Zinedine Zidane salió campeón con Francia en 1998 porque sus compañeros superaron a Paraguay en tiempo extra sin él, y luego vencieron a Italia en una definición por penales. El astro francés perdió la final de 2006 porque Italia los derrotó en otra definición por penales, de nuevo sin él.

Messi probablemente piense bastante en la final de 2014 ante Alemania, y sin duda debe lamentar las oportunidades generadas y que no se concretaron, ninguna más clara que la que desperdició Gonzalo Higüaín. Pero el fútbol no funciona de esa manera. Es un deporte de equipo. Se juzga al individuo y sus logros, pero es impreciso medirlo a través de los logros de su equipo.

Puede ser que, al regresar de Rusia, Messi piense en sus cuatro mundiales y lo que pudo haber sido diferente. Era un adolescente en 2006, todavía lejos de la figura en la que se convertiría después. Jugó en tres ocasiones, dos como suplente, y marcó un gol. La lesión que sufrió el arquero Roberto Abbondanzieri, y la decisión del técnico José Pekerman de alinear a Julio Cruz, marginaron a Messi de los cuartos de final ante Alemania. La derrota en la tanda de penales cerró de manera oficial su primer Mundial.

Los errores de Maradona, entonces técnico de la Albiceleste, descarrilaron la participación argentina en el Mundial de 2010 en Sudáfrica. Messi jugó sin descanso, terminó sin anotaciones (aunque con asistencias en un papel de armador de juego) y fracasó de nuevo en cuartos, otra vez ante Alemania.

Y luego llegó Brasil 2014. Para este entonces llevaba el brazalete de capitán, y a pesar de no estar en óptimo estado físico, se echó al equipo al hombro en la fase de grupo y la condujo hasta la final. De nuevo, Alemania fue su verdugo, esta vez con un gol en tiempo extra.

Ahora tuvo otra desazón mundialista. El técnico Jorge Sampaoli generó un ambiente algo caótico, similar al de 2010, con la diferencia de que él no es figura icónica como lo es Maradona, y por ello resonaron más sus errores. ¿Fue Sampaoli el culpable, al igual que Maradona en 2010, o hay que aceptar que esta talentosa generación de futbolistas argentinos sencillamente no es la ideal para formar una selección?

En el fondo, Messi sabe que el penal que falló ante Islandia en el debut, y su pésimo partido ante Croacia en la segunda fecha, influyeron mucho en que Argentina tuviese que jugarse la vida en la última fecha ante Nigeria, a la que venció con un gol agónico de Marco Rojo.

La Albiceleste llegó a tener ventaja de 2-1 ante Francia en los octavos de final, pero al final "Les Bleus" se impuso por 4-3.

La evaluación sobre el rendimiento de Messi con la selección argentina tendrá argumentos de ambos lados. Es cierto, disputó cuatro finales -- tres de la Copa América y una del Mundial -- pero las perdió todas. Ya se retiró una vez de la selección, tras perder su tercera final consecutiva en la Copa América Centenario en 2016.

Al principio de su carrera, algunos en Argentina dudaban de su lealtad hacia la camiseta albiceleste y hasta de su patriotismo. Es lo que sucede cuando una estrella deja su país a los 13 años y consigue más logros con su club que con su selección.

Claro, es ridículo dudar del amor que Messi tiene hacia su patria, al considerar que ha jugado lastimado en varias ocasiones. Pero eso también forma parte de su narrativa. Si se puede llegar a una conclusión, es la siguiente: el éxito es mucho más fácil cuando se puede aprovechar una infraestructura que cuenta con los recursos necesarios, como en el Barcelona, en vez del caos que ha imperado en la Asociación del Fútbol Argentino durante la mayor parte de su carrera.

No se trata solo de la ventaja de recibir instrucciones de parte de Pep Guardiola en vez de Maradona, o que en el mercado se puede conseguir un mediocampista central como Ivan Rakitic en vez de conformarse con un Lucas Biglia.

Se trata de que, tal vez más que ningún otro jugador de su nivel, Messi no se adapta bien al caos.

Consideren su peor actuación antes del desastre ante Croacia, el partido de vuelta ante la Roma en abril, cuando el Barcelona desperdició una ventaja de 4-1 y perdió 3-0 en la Champions. En esa ocasión también se puede culpar a la táctica del entrenador, elogiar al rival por elevar su juego, o celebrar la incertidumbre mágica del deporte. Pero no se puede descartar la lamentable y apática actuación de Messi.

Así pasa, dicen que él también merece su descanso. El problema es que, a su edad, noches como las de Roma y Nizhny Novgorod empiezan a aparecer con más frecuencia.

El tiempo es así. Rocky Balboa tiene toda la razón, el tiempo está invicto, es invencible.

Messi no puede hacer nada para detener al tiempo, pero quizás lo pueda desacelerar.

Tal vez lo intente de nuevo en 2022. Si lo hace, que sea por su propio bien, por los seguidores que adoran verlo jugar, por callar a los que juzgan al futbolista por los trofeos conquistados en julio en vez de la trayectoria de toda una vida.