México jugó a la víctima, Brasil al verdugo

Rafael Ramos Villagrana | Enviado

SAO PAULO -- El miedo del débil provocó piedad en el poderoso. Brasil jugó 45 minutos. Y cascareó los restantes 45. Y por eso el 2-0 fue piadoso, misericordioso sobre un México que o estaba atemorizado o careció de uno de los mejores combustibles en la era del 'Piojo': testosterona.

Ante 34 mil 649 aficionados y dos millones de dólares de taquilla, Brasil sigue sumando ladrillos de credibilidad a un castillo derrumbado por Alemania en el Mundial, aunque de nada servirá su tránsito victorioso en amistosos sino le respalda en Copa América.

México, mientras tanto, tiene una larga lista de pendientes. Actitud, compromiso, concentración, disciplina, atrevimiento, personalidad, descaro, y sobre todo, sacudirse esa ingenuidad de su zona defensiva. Y en plan de intolerancia, Rafa Márquez no puede perpetrar de nuevo sus deslices de hampón.

Lentos, indecisos, desordenados, confundidos, atemorizados, desamparados, sin compromiso, individual y colectivamente, el Tri deberá recurrir a la catarsis colectiva o de otra manera el discurso pretencioso de finalistas de la Copa América quedará como un bochornoso discurso proselitista.

Rescatable, solo el Tecatito Corona, y tal vez, a pesar de ese desplante de falacia, Rafa Márquez porque enmendó, al final, muchos de los estropicios de sus compañeros.

Porque México fue superado, pero Brasil no quiso humillarlo. Muchas lecciones, muchos defectos y menos de una semana para solucionarlos ante Bolivia.

PACIENCIA...

Poco para paladear en el primer tiempo. Las mejores amenazas de Brasil fueron cabezazos intrascendentes, hechos con facilidad y abandono, pero David Luiz apenas desviaba con el nido desordenado de su cabellera, remates en la boca del gol, incluso un par de salidas atropelladas, nerviosas y cortas de José de Jesús Corona.

Luego de varios sustos, de los remates impunes, México se acomodó mejor en la cancha. Pero sólo defensivamente, lidiando con las triangulaciones de los brasileños, pero sin esa cuota de habilidad exultante como para poder rebasar las coberturas que en el fondo hacía el Tri.

Al ataque, sólo Tecatito Corona respondía con atrevimiento, pero lejos de poder armar un diálogo con Jiménez o Herrera. Parecía que México pretendía más mantener el balón lejos de los miedos, que cerca de una posibilidad real de vulnerar a Brasil.

Pero con el control de la pelota, Brasil premió su persistencia. Coutinho por izquierda descoyuntó la osamenta pizpireta de un marcaje entregado de Hugo Ayala y al encarar a Corona, el arquero intuye mal y se descobija. Y Coutinho no perdona con el corredor que le descubre el arquero mexicano. 1-0, al 28'.

Y luego de que el silbante perdona a Brasil un penalti sobre George Corral, se bien el segundo de México, y de nuevo por izquierda y de nuevo con una lentitud en la cobertura, esta vez de Rafa Márquez. Elías desfonda las piernas agobiadas del capitán mexicano, y el balón llega como cita ineludible al remate del puntual Tardelli. 2-0, al 37'.

Brasil administró sus fuerzas. Con el 2-0, el descanso era un remanso para México, enloquecido por la forma en que lo asolaba y los asoleaba el adversario. Con el 2-0, Brasil elegiría entre intentar una masacre o también, como lo ha hecho otras veces, administrar los temores del contrario.

BRASIL SE QUEDÓ EN EL VESTIDOR...

México hace tres movimientos. ¿Pretendiendo mejorar o pretendiendo argumentar que quería ver a todos? Carlos Salcedo, Jerry Flores y Marco Fabián van a la cancha. Se van George Corral, Hugo Ayala y Mario Osuna.

Y Brasil vuelve a anestesiar la pelota. Y México sigue anestesiado por el marcador y por los momentos del juego. Entrega mal, elige mal.

Encima, a pesar de su calidad, de su recorrido, del liderazgo, de la lealtad que debe abanderar ya en el ocaso, Rafa Márquez saca ese facineroso y revanchista lamentable y embiste con evidente, calculada y perniciosa decisión de dañar a William, cuando, de nuevo, lo había rebasado. El árbitro se compadece y le perdona la roja.

En un insulso, aburrido, aborrecido, pueril peloteo, el 'Piojo' intenta hacer reaccionar a su ataque con Vuoso en sustitución de Jiménez. El traje de conformismo fue hecho con la misma tijera para casi todos los jugadores mexicanos la noche de este domingo.

Pero entre las molestias de los aficionados brasileños, el desencanto del centenar de mexicanos y hasta bostezos del juez de línea, al Tri lo alcanzó la mediocridad de su actitud entregada, sumisa y de víctima aliada con su verdugo.