Messi ahuyenta la tormenta en Barcelona con goleada al Eibar

BARCELONA (Jordi Blanco | Corresponsal en Barcelona) -- El Barcelona tomó el liderato al asalto, aunque fuera de manera efímera, goleando por 5-0 a un Eibar que salió respondón y en un abrir y cerrar de ojos se plegó a la magnificencia de Messi, autor de un hat-trick en la primera mitad (que fue poker al final), líder absoluto del equipo azulgrana y que se convirtió, acaso sin pretenderlo, en el mejor aliado de Josep Maria Bartomeu, abucheado por la afición y a quien, milagrosamente Leo apartó del plano.

El Barçagate le ha pasado factura de manera evidente al presidente del Barça, que un día después de padecer una terrible junta directiva, en la que comprobó la pérdida de confianza de varios de sus compañeros, se encontró con la peor de las sorpresas, recibiendo una monumental pitada antes de comenzar el partido, con gritos pidiendo su dimisión que se fueron repitiendo de manera periódica durante el encuentro, silenciados en la medida de lo posible por la grada de animación pero para nada disimulados... Por quien no fuera Messi.

Messi celebra un gol marcado al Eibar
Messi celebra un gol marcado al Eibar
Getty Images

Apareció, como se esperaba, valiente el Eibar y comenzó, como es habitual, sin ritmo el Barça de Setién. En cinco minutos Ter Stegen ya había tenido que intervenir a un remate y un fuera de juego evitó que el golazo de Sergi Enrich caldease unos ánimos ya de por si críticos. Le costaba al campeón hacerse notar, se ampliaban los nervios en la grada, se aposentaba el Eiba en el campo y quien más quien menos empezaba a sospechar una tarde tormentosa. Hasta que apareció el capitán para cambiar el ánimo.

Cumpliéndose el cuarto de hora tomó Messi un balón en la frontal del área, se merendó nadie sabe como a tres rivales y superó con un disparo cruzado, a media altura, a Dmitrovic para abrir el marcador. Mejoró algo, no demasiado, el juego colectivo del Barça, entendió de pronto el Eibar que se enfrentaba a un coloso y las protestas contra el palco se espaciaron en el tiempo, remitiendo también en intensidad.

Pero para acabar con las dudas, y después de haber cerrado una sequía de cuatro partidos sin marcar, el astro argentino solventó la necesidad de convertir la primera mitad en un monólogo auténticamente personal. Lo hizo marcando con un disparo cruzado a pase de Arturo Vidal el 2-0 y, casi inmediatamente, el 3-0, después de regalar el gol a Griezmann y recibir de rebote el balón por el fallo del delantero francés.

Hat-trick y se acabó. El partido se diría que murió ahí, a los 40 minutos, aunque Busquets rozó el 4-0 antes del descanso y apenas comenzar la segunda parte el Barça tuvo hasta tres buenas ocasiones de aumentar la renta. Dándose a entender poco después que la cita de Nápoles ya estaba en la cabeza del equipo y del entrenador.

Los unos porque rebajaron su intensidad y le dieron cancha al Eibar, al que se anuló otro gol por juego peligroso y puso a prueba en un par de oportunidades a Ter Stegen. Al técnico porque removió pronto el banquillo, dando descanso a Busquets y Piqué primero y a Griezmann después, dando entrada a un Brathwaite recibido con una ovación atronadora.

El danés, voluntarioso sin disimulo, acabó siendo protagonista. Primero le dio la asistencia del 4-0 a Leo, que sentenció con magia, y después provocó una parada de Dmitrovic para que Arthur cerrase la manita. Otra vez, en la recta final, en un abrir y cerrar de ojos.

El Barça ganó a medio gas. Sentenció Messi en la primera mitad y sesteó el equipo en la segunda. Pensando en Nápoles, pensando en el Clásico y pensando en un futuro inmediato más tranquilo, después de una semana incendiaria que dejó señalado a Bartomeu. A quien el capitán salvó la papeleta.