Barça gana con apuros y sigue sin convencer

AP

BARCELONA (Jordi Blanco, corresponsal) -- Hay un Barça de andar por casa y otro de arrastrarse cuando juega lejos del Camp Nou. Hay un Barça que no conoce la victoria fuera desde el 23 de abril y otro que lo gana todo desde el 13 de enero al amparo de su público, habiendo sumado esta temporada su tercer triunfo consecutivo, esta vez por un ajustado 2-1 frente al Villarreal en una jornada mucho menos solvente que cuando le visitaron Betis y Valencia.

Ganó el campeón mostrando su imagen más gris, desgastado desde que desapareció de escena Leo Messi y solo rehabilitado en la recta final, cuando Ansu Fati apareció atropellando el partido y creando más peligro en 13 minutos que Luis Suárez en los anteriores 77. El joven canterano despertó a un Barça inmaculado en el marcador pero gris en el juego, salvado por el resultado, intocable otra vez en su estadio por más que las sensaciones no sean, para nada, las mejores.

Volvió a jugar Messi en el Camp Nou al cabo de cuatro meses y medio y la afición disfrutó de su regreso tanto como se preocupó después, cuando tras el descanso no volvió a verle, dolorido por un golpe recibido antes de la media hora, momento a partir del cual el Barça se fundió para dejar ese papel dominador que había mostrado en el primer tercio de partido.

Y es que el campeón ovidó su desnudez de Granada para recuperar, por la vía rápida, sus mejores galas, sometiendo al Villarreal a un atropello que le arrodilló en un cuarto de hora. A los dos minutos Messi había avisado, a los seis Griezmann cruzó con un fantástico cabezazo a la red un corner servido por el capitán (otro gol para marcar diferencias de entrada) y al cuarto de hora un obús lejano de Arthur sorprendió a Asenjo para anotar un 2-0 que empezaba a entenderse definitorio...

Pero tal y como el Valencia hace dos jornadas disfrutó de sus minutos de resurrección, el choque entre Ontiveros y Messi dejó tan tocado al argentino como despistado al Barça, que empezó a perder dinamismo para entregarse al juego de un Villarreal ansioso, que le fue tomando la medida y logró acortar distancias al borde del descanso, gracias a un disparo lejano de Cazorla que se comió por el centro Ter Stegen después de que nadie, nadie, saliera al paso del menudo mediocampista amarillo, que recorrió con total libertad más de diez metros antes de soltar su zapatazo.

TEDIO Y PREOCUPACIÓN

La segunda mitad comenzó con el susto por la ausencia de Messi, sustituido por Dembélé, y siguió entre el tedio y la preocupación. El Barça no arrancaba y el Villarreal empezó a apretarle, hasta el punto que rozó el empate tanto en el segundo minuto con un remate a bocajarro de Cazorla rechazado por Ter Stegen, como poco después, con una estirada felina del alemán al disparo cruzado de Iborra.

Atento al desajuste de su equipo, Valverde dio entrada primero a De Jong y después, ya en la recta final, a Ansu Fati, recibido con una gran ovación al sustituir a un inoperante Luis Suárez y que apenas tardó un minuto en provocar una situación de peligro... Que repitió inmediatamente con un excelente disparo que se marchó fuera por poco.

El canterano despertó de sopetón a un Barça tan atribulado como dormido y nada convincente. Provocó un posible penalti no señalado por el árbitro y reactivó, acompañado por el toque de Griezmann, la dirección de De Jong y la verticalidad de Junior, al grupo de Valverde, provocando también una falta que Piqué estuvo cerca de convertir en el 3-1.

No llegó el 3-1 y, para mayor tranquilidad local, tampoco el 2-2 que buscó sin rendirse el Villarreal. Ganó el Barça, se lastimó Messi, reapareció Dembélé... Y demostró Ansu Fati que no está de relleno, para nada. Una victoria gris tras la que Valverde deberá repensar el papel de su jovencísimo delantero.