Refuerzos de Cruz Azul le dan victoria de tres goles en 12 minutos

MÉXICO (Iván Cañada) ESPN Digital -- Fueron 22 años de espera para que Cruz Azul y el Estadio Azteca estuvieran juntos de nuevo. Los dos se prepararon para esta fecha tan especial. Uno renovó su cancha y se vistió de azul, mientras el otro renovó su plantilla y se presentó con sus mejores hombres para la majestuosa bienvenida ante más de 60 mil aficionados. Fue una comunión sin igual, que contó con una victoria especial (3-0) para los locales. La Máquina está de vuelta en casa, en esa donde vivió sus épocas más gloriosas.

Nicolás Vikonis, portero de Puebla, en el partido ante Cruz Azul.
Nicolás Vikonis, portero de Puebla, en el partido ante Cruz Azul.
Imago 7

La ansiedad de unos y otros destacó al principio de la batalla frente a un indefenso Puebla, que llegó como víctima al Azteca y no se escapó de la derrota por más que resistió, sobre todo desde la portería mediante un motivado y casi imbatible Nicolás Vikonis, quien aguantó 80 minutos sin recibir gol, pero que en 10 vivió la debacle.

Los primeros minutos fueron de mero reconocimiento. No era lo mismo jugar en el Azul ante 25 mil personas, que en el Azteca frente 60 mil. Aparte estaba el tema de la cancha. Un nuevo césped también recibió a La Máquina y no había de otra más que adaptarse a todo. Costó trabajo de inicio.

A todo eso hay que sumarle que con los celestes debutaron de entrada cinco refuerzos y por más que se disputaron ocho partidos de pretemporada, no era lo mismo jugar por tres puntos y en un encuentro oficial. La adaptación a todo eso costó todo un tiempo. Cruz Azul lució tenso por instantes, pero poco a poco se soltó hasta conseguir su ansiado objetivo. Su afición, contrario a muchas ocasiones, fue paciente y apoyó hasta el final. Ambos terminaron por festejar.

Andrés Rentería festeja su anotación ante Puebla.
Andrés Rentería festeja su anotación ante Puebla.
Imago 7

Mientras los celestes buscaban desesperadamente el gol, los poblanos no parecían tener mucha prisa y se defendían como podían. La mayoría de las veces quien sacaba las papas del fuego era Vikonis, siempre atento y bien colocado para meter las manos o los pies y evitar la caída de su marco.

Caixinha, nada contento con el empate parcial, cambió su esquema y fue con todo por la victoria en el segundo tiempo, al grado que dejó solo a tres defensas en la retaguardia en lugar de los cuatro con los que comenzó. Además, dio entrada a Andrés Rentería, Misael Domínguez y Martín Cauteruccio. Todos cambios ofensivos.

Con el correr del juego y cada vez más espacios, las posibilidades aumentaron, no sin antes un remate al poste de Pablo Aguilar y numerosas intervenciones de Vikonis. Fue mediante un balón parado y un remate de cabeza de Rentería, que La Máquina dio con las redes y el Azteca explotó todas esas ansias contenidas.

Cruz Azul no aguantó más y buscó los goles que sentenciaran la batalla. Era una fiesta sin igual a la que se sumaron Milton Caraglio, tras un controversial penalti, y un golazo de Elías Hernández que puso la guinda en una celebración única de los cementeros en la que indudablemente es su casa. En todo momento se sintieron arropados y las respuestas con goles llegaron. El regreso a casa era el deseado por el Azteca y por La Máquina. Primera prueba superada.