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Terminó el PGA Championship y fue uno de los mejores Majors

La definición del último Major de la temporada tuvo como protagonistas exclusivos al campeón, Brooks Koepka, y a Tiger Woods. Los demás, aún Adam Scott, que terminó tercero, fueron apenas actores de reparto.

Fue una definición apasionante en varios planos. En lo deportivo el logro de Brooks Koepka es enorme. En julio sorprendió al mundo ganando por segundo año consecutivo el US Open. Lo hizo en una cancha que le quitó la paciencia y las ganas a algunos de los más curtidos ganadores de Majors. Lo hizo, además, volviendo de una lesión no menor que lo había dejado afuera del Masters apenas un par de meses antes.

Koepka tuvo un comienzo muy malo en el certamen. Estaba +2 el jueves en el hoyo 10. De allí en adelante hizo 18 golpes bajo el par. Fusiló la cancha con una certeza que dio miedo.

En la vuelta final el campeón dejó muchas huellas. Por ejemplo, el birdie del hoyo 1 después de un segundo tiro fenomenal desde el bunker. O los tres birdies seguidos entre el hoyo 7 y el hoyo 9, que llegaron después de los dos bogeys de los hoyos 5 y 6 y fueron una demostración de fortaleza brutal. También los dos birdies del hoyo 15 y del 16, este último, un disparo de rayo láser con el hierro 4, seguido de un putt de dos metros, fueron el sello de una victoria que flotaba en el aire denso de la tarde en St Louis. El drive del hoyo 18, llevando dos golpes de ventaja, demostró la confianza enorme que sentía. El único punto oscuro fue cuando, en vez de marcar su pelota para poder darse él y darle al público la chance de festejar como Dios manda, en una tarde que se había electrizado, terminó empujando su bola al hoyo como si estuviera terminando la tercera ronda de un torneo intrascendente. Y hay que pensar y entender lo que significa ganar tres Majors en seis intentos. Pero así es Koepka.

El otro plano de esta histórica definición fue el humano. Y acá es donde hay que hablar de Tiger Woods. Él también tuvo un jueves difícil. En el primer hoyo del torneo consiguió un bogey sacado de la galera luego de dejar injugable su salida. En el hoyo 2 volvió a fallar y se llevó un doblebogey. Es decir que jugo 70 hoyos en -17.

Para Tiger las cinco horas de la vuelta final fueron una batalla. Pero fue una batalla extraña entre dos guerreros que peleaban por cosas distintas. Ya desde el hoyo uno, al fallar por poco ese primer putt para birdie, quedó claro en su cara que, el veterano de tantos Majors, peleaba por el que hubiera sido el más importante de todos sus logros.

Solo él sabía lo que estaba en juego, pero su expresión y su lenguaje corporal eran los de alguien que estaba entregando todo. Era la pelea de una vida. Si hay algo que mostró Tiger Woods en la última vuelta de este gran Major es la profundidad que tiene su deseo de volver a ganar, la fortaleza de su mente y la enormidad de su talento. Hizo ocho birdies y solo acertó su primer fairway en el hoyo 10. No pudo contenerse cuando, en el par 5 del hoyo 17, en el momento en el que todos, y él, esperaban un drive largo y al medio del fairway, camino a un birdie, lo desvió groseramente a la derecha. Supo allí que no ganaría y descargo su furia.

Quién sabe cuánta vida útil de su espalda consumió en esta vuelta. Hubo varios tiros en los que se exigió al máximo y en los que sintió el esfuerzo, quizá algún dolor. Queda claro con esta exhibición que si Tiger Woods mantiene su salud volverá a ganar torneos y volverá a ganar Majors.

Los otros jugadores, estrellas del golf, parecieron entender que a esta fiesta no estaban invitados y cumplieron decentemente sus papeles secundarios. Tal fue el caso de Jon Rahm, que terminó empatado en el puesto 4 junto a Stewart Cink con -11. Empatados en el sexto lugar con -10 quedaron Justin Thomas, Francesco Molinari, Thomas Pieters y el decepcionado Gary Woodland.

Ahora todo el planeta golf mira los playoffs de la FedEx Cup y sobretodo la Ryder Cup que se jugará en Paris entre el 28 y el 30 de septiembre.