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Manny Colón vive el sueño de Grandes Ligas en cada viaje

El jonrón de 500 pies de Giancarlo Stanton, la curva imbateable de José Fernández, las maravillas defensivas de Adeiny Hechavarría o Ichiro Suzuki haciendo historia en cada turno son solo algunas de las cosas visibles cada vez que los Miami Marlins se lanzan al terreno como local o de visitante.

Pero tras bastidores, hay una persona que se encarga de que esas estrellas vuelen de una ciudad a otra, descansen bien en los hoteles y lleguen a tiempo al estadio para dar su espectáculo en el partido.

Su nombre, Manuel Colón, y es uno de los pocos latinos que ostenta el cargo de director de viajes de un equipo de Grandes Ligas. Colón, puertorriqueño criado en Estados Unidos, desempeña esta posición, una de las más demandantes del béisbol, desde hace cinco años, y se la ganó con un eficiente trabajo en cada una de las plazas que desempeñó en la organización desde que llegó a una pasantía en el departamento de mercadeo en 2002.

"Comencé como 'intern', cuando estudiaba mi maestría en St. Thomas University", recordó Colón, cuyos padres son oriundos de Utuado, un pueblo del interior montañoso central de Puerto Rico. "De ahí, pasé al de relaciones con los jugadores y luego al de desarrollo de jugadores, con la responsabilidad de las academias en el Caribe. Muchos de los jugadores que están en Grandes Ligas ahora los conozco desde que llegaron a la organización, como Marcell Ozuna, José Fernández y Giancarlo (Stanton). Y ahora, viajo con ellos".

El amor de Colón por el béisbol llegó de pequeño. Cuando comenzó a jugar, admiraba las hazañas de Roberto Alomar, Carlos Baerga, Edgar Martínez, Juan González, Ivan Rodríguez y toda la camada de la época de oro de la presencia boricua en las Mayores. Quería ser uno más, pero una lesión en el hombro en su segundo año de la universidad de Tennesee-Martin lo sacó de carrera.

"Cuando vino la lesión, sabía que no iba a llegar a las Grandes Ligas como jugador", recordó el ex jardinero, bateador zurdo que aprendió a batear a ambas manos solo para imitar a los ambidextros boricuas. "Así, me enfoqué en llegar como ejecutivo, en la oficina central. Mi papá me veía trabajando como interno después de obtener el bachillerato y me decía que con la preparación que tenía (en comercio internacional) tal vez podía tener un trabajo mejor remunerado. Pero yo no me veía trabajando en otra cosa. No me hubiese acostado feliz de trabajar en mi sueño y no sería feliz levantándome para ir a trabajar. Lo que quería era estar en el parque, trabajar en algo relacionado al béisbol".

Así, llegó a Miami con la intención de hacer su maestría en gerencia deportiva y comenzar a abrirse camino con la organización que más cerca estaba de casa: los Marlins. Luego de su pasantía en mercadeo, hizo otra en el departamento de operaciones de béisbol, desde donde se movió al departamento de relaciones con los jugadores. Más adelante, regresó al departamento de operaciones de béisbol, pero ya en el área de desarrollo de jugadores, en donde terminó como asistente del director de liga menor y operaciones internacionales. Entre sus funciones, estaba a cargo de las academias República Dominicana y Venezuela.

El retiro del legendario director de viaje Bill Beck le abrió la puerta a la importante posición.

"He crecido con la organización", comentó Colón. "Me ayudó mucho ser bilingüe, por la relación que uno hace con los peloteros latinoamericanos y porque podía ser un enlace con la organización. Ahora, me ayuda porque puedo entender sus problemas e inquietudes en su idioma, que es el mío también".

Colón nació en Monterrey, California, pero la vida militar de su padre lo llevó por varios años a San Juan y luego a distintos puntos de Estados Unidos hasta establecerse finalmente en Clarksville, Tennessee. Allí fue que realmente nació su pasión por el béisbol, aunque siguiendo mayormente a los peloteros puertorriqueños.

"En mi casa, solo hablaba español desde pequeño...si no hablaba español no comía", recordó Colón de sus padres, Manuel e Isabel. "Mis hermanos y yo solo hablábamos inglés en la escuela. Ese es un gran regalo que nos dejaron".

"Pero el amor por la pelota lo desarrollamos en español", agregó. "Mis papás nos enseñaron sobre Roberto Clemente y lo que hizo y eso marcó nuestra vida. Siento que yo estoy aquí por la puerta que abrió él, pero también por la puerta que abrieron Juan Marichal, Orlando Cepeda, Tany Pérez... Por eso, siempre que puedo le doy las gracias a Tany, que trabaja conmigo por todo lo que hizo por los que vinieron después de él".

Como miembro del departamento de relaciones de jugadores, Colón tiene vivo el recuerdo del título que ganaron los Marlins al vencer en seis juegos a los Yankees.

"Tengo un anillo, que es algo que muchos jugadores de grandes ligas no pueden decir", comentó. "Estaba en el terreno ya cuando Josh Beckett dio ese tercer out y lo recuerdo como si fuera hoy. Estaba encargado de conseguir que los familiares de los jugadores llegaran al terreno y estuvieran seguros. Pero me lo disfruté como nada, ganar. Siempre digo que hubo cuatro puertorriqueños que ganaron anillo: Iván Rodríguez, Ramón Castro, Mike Lowell y Manny Colón. Ahora mi nueva meta es ganar otro campeonato en esta posición".

Colón tuvo que llenar unos zapatos bien grandes cuando llegó al cargo antes de la temporada de 2011. Iba a sustituir a Beck, quien llevaba más de 30 años como director de viajes y a juicio del boricua "es una leyenda".

"Pero él fue el primero que me apoyó, y resultó ser un gran maestro", comentó. "Cuando acepté el puesto, lo primero que hizo fue regalarme un autógrafo de Clemente, que guardo en mi oficina".

Como director de viajes, Colón tiene una cargada y exigente agenda diaria. Tiene que coordinar la llegada de los aviones y mantener comunicación para que los equipos, bates, uniformes, equipajes de los jugadores, lleguen a tiempo; toda la logística de entrega de llaves de los cuartos de hotel, entrega de boletos de cortesía, dietas, y solucionar cualquier problema que surja con esto.

"Hay trabajo para dos o tres personas", dijo, "pero me siento muy responsable de todo lo que pasa y si alguien falla, yo fallo. Por eso todo lo trabajo yo".

¿Hay espacio de crecimiento para los hispanos en el béisbol de Grandes Ligas? Colón considera que ha visto un gran avance en los 15 años que lleva en la organización y el futuro es más prometedor.

"El mundo de los ejecutivos está creciendo, quizás no hay dirigentes o gerentes, pero más abajo hay muchos en posiciones cada vez más importantes", comentó. "Pero danos los próximos diez años y ya verás. El béisbol está cambiando hacia lo positivo. Antes había muchos latinos en el terreno, pero muy pocos en las oficinas. Ahora cada vez hay más, mejores preparados y con mucha hambre".

"De mi parte, me gustaría ayudar a abrir puertas como me las abrieron a mí", agregó. "Esta es mi vida y sé que lo es también para otros que vienen subiendo".