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Seductora: Madre y luchadora, obligada a no regresar al ring para cuidar a sus hijas

MÉXICO -- Las circunstancias y los momentos específicos del deporte se han encargado de brindarle distintas bienvenidas a las mujeres que han buscado destacar en la lucha libre. Con distintos matices, todas coinciden en la rudeza que han debido enfrentar como recién llegadas, aunque para algunas de ellas, las asperezas del deporte han sido nada, comparadas con el machismo que han debido enfrentar fuera del ring cuando no están ataviadas con los equipos de heroínas de los cuadriláteros.

Y ése fue el entorno en el que se forjó como luchadora Seductora, quien derramó más de una lágrima como novata, cuando a escondidas de su familia, se sometía a sesiones de entrenamiento en las que sus compañeros, hombres, la castigaban sin consideraciones, como a cualquier otro luchador. Las lágrimas eran cuestión de orgullo, tras sus primeros enfrentamientos con el machismo. Después, Irene convivió con él en una de sus formas más crudas.

"MI MARIDO ME EMBARAZÓ A PROPÓSITO PARA EVITAR QUE REGRESARA A LUCHAR"

Irene continuó los entrenamientos, a pesar de los intentos de su familia por persuadirla, y logró que la anunciaran en media docena de funciones. Aunque la tan esperada incursión en el mundo de la lucha libre no duró lo que Seductora hubiera deseado.

"Después de mis inicios en esas seis luchas, me casé y ya no luché porque aproximadamente dos meses después, me embaracé de mi primera hija y mi marido decía que yo ya no iba a regresar a luchar. Cuando mi hija cumplió tres años, quise volver".

Irene estaba decidida a retomar el paso profesional, pero su esposo no opinaba de la misma manera.

"Yo ya no quería tener más familia, quería volver a luchar y mi marido me embarazó a propósito para impedir que regresara a la lucha libre. Nació mi segunda niña, cumplió cuatro años, y se repitió la historia, yo quería regresar, pero mi marido no me dejaba y me pidió tener otro bebé".

Durante esos ocho años de pausa obligada, Seductora se ocupó de realizar actividad física suficiente para mantenerse en condición; las vivencias del día a día, le dieron 'más colmillo' para lidiar con la situación y encontró los argumentos para regresar a los cuadriláteros... a pesar de su marido.

"Yo era muy inocente y él hizo conmigo lo que quiso, pero después de ocho años, ya estaba despertando y sin que él se diera cuenta comencé a cuidarme para no tener otro embarazo. Poco tiempo después, tuvimos un problema muy fuerte por que el que casi nos separamos y él me permitió regresar a entrenar con tal de que no lo dejara. Comencé a entrenar, regresé y ya pasaron 16 años desde entonces".

"Comencé a ir con un psicólogo y él fue el que me quitó la venda de los ojos, se había acabado el amor" Seductora

"ME DECÍA, 'PUEDES IR A LUCHAR, PERO NO TE VISTAS ASÍ'"

¿Cómo viviste el regreso a tu carrera profesional en el núcleo familiar?

"Él era un hombre verdaderamente macho que me hizo padecer mucho. Me decía 'puedes ir a luchar, pero no te vas a poner eso, no te vistas así', y yo andaba con pants holgados. No me dejaba maquillarme, me decía hasta cómo debía caminar y así duramos 18 años y medio casados.

"Llegó a acompañarme a algunas funciones y me decía, 'sin fotos', o permitía que me las tomara, pero sin que se me acercaran los aficionados y yo tenía que buscar la manera o la pose para que no se me acercaran; después de luchar, él me sacaba de inmediato de la arena para que la gente no estuviera cerca de mí o me tocara".

La necesidad de encaminarse en un proceso de liberación invadió a Irene y le brindó una nueva actitud, cubierta de seguridad y confianza en sí misma, lo que provocó un cambio radical en su pareja. "Al darse cuenta de que yo estaba despertando, él cambió, me dejaba ir a entrenar, vestirme como quería y hasta maquillarme, y yo quería hacer algo por salvar a mi familia", recuerda la luchadora, quien hizo una nueva pausa, ésta de un año y medio, para dar a luz a su tercer hijo con la idea de que así se afianzaría su matrimonio.

En el fondo, nada había cambiado. La situación en casa se volvió insostenible o quizá era la misma, pero Irene ya había dejado de pretender que no se percataba, se encontraba en el límite de su tolerancia, así que buscó la forma de darle un giro drástico a su vida.

"Comencé a ir con un psicólogo y él fue el que me quitó la venda de los ojos, se había acabado el amor", reconoce Irene.

"Tres meses después de ir con el psicólogo, me sentí curada de ese miedo que le tenía a mi marido, cuando lo quité, me liberé, y descubrí el mundo, todo. Mi hijo tenía tres años, entonces; no hubo infidelidades, pero era un hombre sumamente machista que siempre volvía a lo mismo, me di cuenta de que no era vida para mí, ni para mis hijos.

"Era un hombre que me humillaba mucho, mis propias hijas me preguntaban por qué seguía con él. Entonces entendí que no tenía por qué dejarme, me separé y ahora tenemos ocho años divorciados. Fue una época cruel, pero ahora aquí estamos".

"CUANDO TE SUBES AL RING, TE OLVIDAS DE TODO"

Irene vivía entre sentimientos encontrados. Por un lado, era una ama de casa acorralada por el machismo de su marido; por el otro, al salir de ese mundo para enfundarse en el equipo de luchadora, el personaje de Seductora le daba la fuerza necesaria para crecerse y brillar sobre el cuadrilátero.

"Cuando te subes al ring, te olvidas de todo, te concentras, si recuerdas lo que estás viviendo afuera, eso puede tener consecuencias. Estar arriba era como un desahogo. A mí me encanta entrenar, venir a luchar y disfrutar de todo esto. Cuando termino y me bajó del ring, entonces, ya soy Irene, dejo de ser Seductora, y me gusta disfrutar también de la persona, lo hago ahora que estoy sola, después de la separación".

Una vez separada, Irene trabajó en dejar atrás el pasado y en perdonar las situaciones que vivió con su ex marido. Liberada de cualquier atadura o sentimiento negativo, ahora disfruta de su rol como una de las figuras femeninas consagradas del Consejo Mundial de Lucha Libre y de su papel como jefa de familia, pues es madre de tres hijos (de 24, 20 y 11 años) y abuela de tres nietos.

"He sabido darle su tiempo a cada cosa, antes no paraba y llegué a enfermarme de los nervios --cuando estaba con mi ex esposo-- porque me contaba los minutos para todo. Ahora, a cada uno de mis hijos le doy su tiempo. He llegado a venir como espectadora a la arena con mi hijo y ando detrás de los luchadores pidiéndoles una foto con él, ése es el tiempo de él. Y así es con mis hijas, platicamos, desayunamos juntas. Incluso con mis amigas, y tenemos prohibido sacar el celular, estamos juntas, platicamos, nos tomamos el cafecito, trato de darle su tiempo a cada cosa, porque eso es muy importante".

En paralelo con el día a día de Irene, están los entrenamientos de Seductora.

"Corro por las mañanas después de dejar a mi hijo en la escuela y hago ejercicio. Voy a un gimnasio que está cerca de la casa para fortalecer y aquí en la Arena México entreno dos horas de lucha libre. Sólo yo sé cómo me rompo entrenando, cómo me voy al gimnasio y cómo cuido mi alimentación para mantenerme".

"ME SIENTO SATISFECHA DE LO QUE HE HECHO"

Las sinsabores de los tiempos de novata también quedaron atrás. En la actualidad, convertida en uno de los puntales del elenco femenino del CMLL, Seductora goza del respeto de sus compañeros, con quienes tiene una convivencia cordial en cada una de las funciones y plazas donde son anunciados.

"Trato de respetar y de no meterme con ellos para que no se metan conmigo. Desde que lucho en el Consejo, nunca he sentido algún tipo de machismo, ni con mis compañeros, ni con los promotores, no lo he sufrido. Con los aficionados he tenido suerte y si alguien me insulta, le respondo mandándole un beso".

¿Se cuidan las luchadoras una otra en el ring, tienen algún código?

"No, arriba te olvidas de todo. Te dan un golpe y claro que duele, respondes igual, para eso es el entrenamiento, hay que saber dar golpes y recibirlos, no vas a dejar caer a una compañera si ves que se va a aventar; no nos cuidamos, pero hay un entrenamiento que nos dice cómo hacer cada movimiento y en qué momento".

Con su nombre perfectamente acreditado en las marquesinas de la lucha libre, la luchadora ruda ya contempla la palabra 'retiro'. "A mi hijo le encanta que sea luchadora y le gusta acompañarme a todas las funciones posibles, pero a veces le cuesta trabajo aceptar que tengo que hacer viajes. Mis hijas ya ven que comienzo a tener problemas con las rodillas y me preguntan cuánto tiempo más; yo quiero salir bien de aquí, caminando y estar bien. Éste es un deporte de alto rendimiento, que yo todavía puedo dar, pero tengo que reconocer que mis rodillas ya están muy lastimadas y que quizá el año que entra me retire ya de la lucha libre".

¿Qué le falta hacer a Seductora antes de que llegue ese momento?

"Me siento muy satisfecha con lo que he hecho, pero si vienen cosas nuevas, adelante, las voy a tomar. Acepto los retos, para eso estamos. Si me retan por la cabellera, ahí está. Me gusta venir a disfrutar de mi trabajo y responder arriba del ring delante de la que sea".

¿Protagonizar más luchas estelares o semifinales es uno de esos retos?

"No tengo interés de ir en una lucha estelar o una semifinal. Si estoy en la estelar, en la tercera o en la que sea, yo me subo a hacer mi trabajo, lucho, doy lo mismo, porque igual me van a pagar, igual me van a ver y lo voy a disfrutar. El Consejo nos han anunciado en la lucha estrella, en la semifinal, no en muchas ocasiones, y la empresa sabrá por qué, se respeta. No sé si es machismo, yo disfruto mi trabajo igual y estoy muy satisfecha".