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Pacquiao-Márquez termina en decepción

CIUDAD DE MÉXICO -- No soy una especialista en boxeo, es cierto, aunque desde chica me tocó vivir momentos muy importantes en el deporte. En una etapa de mi vida por cuestiones personales tuve una relación relativamente cercana con aquel célebre campeón mundial mexicano, Lupe Pintor, y me tocó vivir el drama de aquella agria victoria sobre el inglés Johnny Owen, quien perdió la vida siete semanas después de caer en la pelea realizada el 19 de septiembre de 1980, en el audiorio Olímpico de Los Angeles. Incluso me tocó apoyar la logística de los torneos del Cinturón de Oro que una cadena nacional organizaba para sacar talentos cuando eran la casa productora de ESPN, y vivir los años gloriosos de Julio César Chávez, entre muchos otros momentos de gloria del boxeo mexicano.

Pero el resultado del combate entre Manny Pacquiao y Juan Manuel Márquez si me dejó pasmada. Y casi tan desconcertada, como seguramente a los millones de aficionados que vieron la pelea en la que el mexicano pareció ganar sobre el ring e hizo ver muy mal al súper campeón filipino, para luego perder por el favoritismo de los jueces, más que ante los méritos de Pacquiao. Y perdón por pensar mal, pero para no dejar caer las apuestas en Las Vegas y proteger los intereses de unos cuantos, sin importar sacrificar la honestidad, la verdad es que el púgil azteca ganó, por encima de las famosas y manipuladas tarjetas.

Qué imagen más clara que la de Márquez levantando los brazos con la seguridad de quien se sabe totalmente el vencedor al final de la pelea y un Pacquiao que con la cabeza baja se fue a ocultar a su esquina, en donde derramó lágrimas, se ocultó, y la expresión de su esposa que era totalmente desencajada, sólo esperando un veredicto en contra... ¿así o más claro?

Incluso se acercó a felicitar a Márquez, antes de que dieran a conocer la desatinada resolución de los jueces.

Nadie en la arena, nadie que vio la transmisión, ni el mismo equipo del filipino pensaban que estaba cerca de recibir un fallo favorable. Su expresión lo dijo todo.

La rechifla que siguió fue monumental y no sólo porque hubiera mayoría mexicana en el escenario del robo, sino porque fue una afrenta al boxeo mismo, el colmo del cinismo, ni siquiera se podía decir que se trató de una "decisión dividida", sino hasta ventaja le dieron a un Pacquiao totalmente derrotado.

Y él, todo un campeón, al que hemos visto peleas increíbles, superiores y que fue tan caballeroso incluso de ya no querer tocar más a Margarito cuando prácticamente le desfiguró el rostro en los últimos rounds, y miraba al referi con cara de: "¡pare ya esta masacre!", tenga ahora la cara dura de recibir el cinturón.

Así como ha sido un digno y gran campeón, Pacquiao debió mostrar un poco de humildad y honestidad y decir: "señores, gracias, pero prefiero ganar en el ring, ganar con los guantes puestos y no por ayuda de los jueces, Márquez este cinturón te corresponde". Eso hace un hombre con honor, que se sabe derrotado y que hubiera engrandecido su imagen como pocos, porque es la humildad lo que hace grande al hombre, y reconocer sus errores y la grandeza del rival, le da mayor prestigio y honor que colgarse un cinturón que no ganó.

Mejor fue Márquez quien mostró dignidad, mucha decepción claro, pero un gran orgullo pese a la impotencia y amargura de saber que fueron un trio de corruptos que sirven a intereses, los que le arrebataron una victoria que el propio Pacquiao sabía le pertenecía al mexicano. Sus palabras dicen que él ganó, pero su tartamudeo al decirlo, su nerviosismo y su actitud dicen lo contrario, aunque justifique que él propuso la pelea, y Márquez sólo contraatacó. Pero sus rostro lastimado y la forma en que no quiso enfrentar a la prensa, demuestran que esta es una victoria amarga, que al que más perjudica es a él mismo. No creo que a nadie la guste ganar sabiendo que en el fondo no lo merecía, al menos no un campeón de la talla de Pacquiao, que hasta ahora era demoledor. Pero el sábado se borró esa imagen de pacquiao, y dejó sólo la de un campeón que perdió mucho más de lo que ganó.

Esto es lo aberrante del deporte, y no por nuestro origen mexicano, no por parciales, no por desconocimiento, ni por pasión, sino por darnos cuenta de que aún cuando se habla de que el box es un deporte de apreciación, no puede ser que tres jueces, tengan una visión totalmente fuera de la realidad.

No digo más, que revisen la reacción de Pacquiao y de Márquez al final de la pelea. Cómo el "campeón" se muestra derrotado, desencajado, como su esposa no da mérito a que hayan nulificado la velocidad mortífera del Pacman y como él mismo no puede creeer que le hayan "regalado" la pelea.

Esas imágenes dicen más que todas las palabras, y lamentablemente serán las imágenes de la verguenza para los jueces, y lo peor para un gran campeón como lo había sido hasta esta noche el filipino.

Me preparaba desde el último round, para escibir una columna que se titularía "Habemus campeón"... pero tal vez el título justo sería: "Habemus fraude, decepción y verguenza".