BARCELONA -- Sergi Barjuán, señalado como uno de los mejores laterales izquierdos en la historia del FC Barcelona, debutará este miércoles como entrenador de Primera División en el Camp Nou... En el banquillo visitante. Alfonso García le llamó el domingo por la mañana, mientras presenciaba en Sevilla el partido entre el Betis y el Osasuna, y tras una breve conversación le convenció para aceptar lo que se presume un reto enorme: evitar el descenso de un Almería en caída libre.
"Me habría gustado debutar en otro escenario, pero las cosas vienen como vienen y está claro que iré al Camp Nou a intentar ganar" resumió el catalán, que se ganó excelentes elogios tras dirigir las dos últimas temporadas al Recreativo de Huelva, en Segunda División, después de iniciar su carrera como entrenador en el Juvenil B de ese Barcelona con el que disputó 403 partidos entre 1993 y 2002.
No es Sergi un personaje cualquiera en la historia moderna del Barça. Surgido de las categorías inferiores del club jugaba en el Barcelona B cuando el 21 de noviembre de 1993, un día después de ser expulsado en el partido que enfrentó al filial con el Espanyol (entonces en Segunda División), su entrenador Quique Costas le dijo que le esperaban en el Camp Nou. A su llegada al estadio Johan Cruyff y Carles Rexach le pusieron a entrenar con el primer equipo y al cabo de dos días se vio en el vuelo hacia Estambul.
El 24 de noviembre de 1993 debutó en partido de Champions contra el Galatasaray... Y ya no regresó al Barcelona B. De ahí al estrellato, la carrera de Sergi transcurrió a una velocidad de vértigo. En febrero de 1994 Javier Clemente le hizo debutar con la selección española y acabó el curso como titular en el Mundial de Estados Unidos.
Futbolista de excepcional recorrido, con una capacidad física imponente, formó con Albert Ferrer una pareja de laterales de gran consideración en el Barça y la selección en la segunda mitad de la década de los 90 y nunca ocultó su compromiso con un club que abandonó en junio de 2002, contra su deseo, por no entrar en los planes de Louis van Gaal. Firmó por el Atlético de Madrid y al cabo de tres temporadas y 89 partidos con el club colchonero se retiró.
Apartado del fútbol de élite, pero con el carnet de entrenador en el bolsillo, Sergi no volvió al primer plano hasta que en 2009 Joan Laporta le reclutó para dirigir el Juvenil B del Barça. Allí comenzó a labrarse un nombre que, sin embargo, no le sirvió, ya con Rosell en la presidencia, para subir ningún peldaño en la cantera azulgrana y después de dejar el club, en el verano de 2012 fue fichado por el Recreativo de Huelva.
En el club andaluz completó dos temporadas en las que el crecimiento de un equipo muy limitado económicamente fue evidente. Se quedó a un paso de entrar en la promoción de ascenso la pasada campaña y contra todo pronóstico renunció al cargo a pesar de tener un año más de contrato. Siempre guiado por sus sensaciones, Sergi entendió que no se daban las circunstancias ideales para su trabajo y prefirió quedarse en el paro.
Ahora le llega la oportunidad de dejarse ver en Primera División para sumarse a un elenco de entrenadores con pasado azulgrana que se reparten por no pocos clubs de primera categoría. No es el PSG de Blanc, ni el Southampton de Koeman, el Bayern de Guardiola, el Ajax de Frank de Boer o el PSV de Cocu o el León de Pizzi, todos ellos ex compañeros suyos en el Barça. Como lo fue Luis Enrique, mañana rival y que este martes le elogió sin rodeos.
A sus 43 años, el tipo al que un día apodaron 'Correcaminos' por su diabólica velocidad en la banda izquierda, comienza un pulso contra la lógica. Valiente, o suicida, sólo firmó un contrato de dos meses con el Almería, con una cláusula de renovación si consigue salvarle del descenso y con el reto de resucitar a un equipo al borde del colapso a través de ese fútbol que le enseñó Johan Cruyff en el Barça y que quedó impregnado en él cuando decidió comenzar su carrera de entrenador.
"El 'Flaco' quiere hablar contigo" le dijo un buen día Quique Costas, en el vestuario del Miniestadi. Y Sergi, un catalán de 21 años que comenzaba a estudiar su futuro como futbolista lejos de su Barça se fue hacia el Camp Nou para descubrir que el Flaco, Johan Cruyff, le había señalado con su varita mágica.
La magia que necesitará para sacar del atolladero a un Almería con el que debutará, lo que son las cosas, contra el Barcelona de su alma este miércoles.