Enrique Rojas aprovecha su tramo del relevo para recordar una celebración de la primera medalla olímpica con Felix Sánchez en la que, literalmente, rompieron platos.
La noche del jueves 26 de agosto del 2004 será inolvidable.
Después de todo, es la única de mi vida que en la que terminé rompiendo platos, nada más y nada menos que en medio de los Juegos Olímpicos, en un restaurante de Atenas, la capital de Grecia, cuna de la democracia, las artes, la ciencia y la filosofía de la civilización occidental.
Romper los platos en celebraciones importantes es una tradición griega que se remonta a su antiguo y glorioso pasado. Los griegos creen que el sonido de los platos rotos aleja la mala suerte y atrae la prosperidad. Una fiesta griega que se respeta incluye quebrar los platos, una tradición milenaria que permanece tan firme hoy día, así como el impresionante Partenón en la Acrópolis de Atenas.
Los griegos, que inventaron los Juegos Olímpicos ocho siglos antes de la era cristiana y organizaron la primera edición de la versión moderna del evento en 1896, asumieron el compromiso en el 2004 con la doble intención de rescatar parte de antiguo brillo y relanzar su deteriorada economía.
Para ese entonces, yo formaba parte del equipo de cobertura en español de la prestigiosa agencia de prensa The Associated Press (AP), de la que fui el primer reportero exclusivamente de deportes en República Dominicana desde 1994 hasta que me mudé a Estados Unidos en el 2005.
República Dominicana debutó en los Juegos Olímpicos en Tokio 1964 y acumula 14 medallas (tres oros, cinco platas y seis bronces) en 16 ediciones, pero hasta el 2004, el bronce obtenido por boxeador Pedro Juio Nolasco en los 54 kilogramos en Los Angeles 1984 se mantenía como la presea solitaria de la pequeña nación caribeña en el magno evento deportivo del mundo.
Sin embargo, por primera vez en su historia, la delegación dominicana enfrentó una cita olímpica con altas probabilidades de poner a sonar el himno nacional, debido a la presencia de Félix Sánchez, quien llegó a la capital de Grecia con 40 triunfos consecutivos desde el 2001 y con la condición de doble campeón mundial (2001 y 2023) y monarca panamericano (Santo Domingo, 2003) en los 400 metros con vallas del atletismo.
Desde que el equipo de AP aterrizó en Atenas, comencé a hacer mis diligencias para que el jefe, el gran Pablo Elías Giussani, me asignara la cobertura de las carreras de Sánchez, pero la agencia tenía diseñado su plan de cobertura de antemano y eso se mantuvo.
En Atenas 2004 cubrí el baloncesto, masculino y femenino, lo que me puso en el palco de prensa durante la histórica victoria de los muchachos de Puerto Rico ante los NBA de Estados Unidos y la conquista del oro de parte de la Argentina que lideraba Manu Ginóbilli.
También cubrí la conquista del oro de Cuba en béisbol, natación, patinaje de velocidad, voleibol femenino, hockey sobre césped y tenis masculino. Pero no las carreras de Sánchez.
Sin embargo, el día de la final de los 400 metros con vallas, la mesa editorial me colocó en otros eventos matinales y Giussani me dio la noche libre para que fuera al Estadio Olímpico como testigo de excepción.
Después de ganar sus grupos en cuartos de finales y semifinales, con tiempos de 48.51 y 47.93, el "Súper Sánchez" aplastó a la oposición en la final, parando el reloj en 47.63, su mejor marca de la temporada, para atrapar la medalla de oro. El jamaiquino Danny McFarlane obtuvo la presea de plata y el francés Naman Keita quedó en tercero y se llevó el bronce a casa.
Los norteamericanos James Carter y Angelo Taylor, que entraron al torneo como los mayores escollos que debía superar Sánchez en ruta a convertir su favoritismo en realidad, terminaron en cuarto y décimo tercer puesto, respectivamente. Taylor, el campeón del evento en Sidney 2000, fue relegado al cuarto lugar en la semifinal 1, que ganó Sánchez, y no alcanzó la final.
Un par de horas después de que República Dominicana conquistó su primera medalla de oro en Juegos Olímpicos, recibí una llamada de Luis Mejía Oviedo, quien era vicepresidente del Comité Olímpico Dominicano, para invitarme a una pequeña celebración con Sánchez y otros dominicanos en un restaurante cercano al centro de prensa de los juegos.
Fue una noche mágica que incluyó una ruidosa ceremonia de platos rotos para celebrar la hazaña de Sánchez y desearle más medallas en el futuro. Y aunque las lesiones lo relegaron a los últimos lugares en Beijing 2008, cuatro más tarde, con 34 años de edad, el "campeón eterno" se convirtió en el medallista de oro más viejo de los 400 metros con vallas de todo los tiempos, con un emocional triunfo en Londres 2012.
En mi caso, como escritor especializado en béisbol, he tenido la oportunidad de cubrir miles de juegos, incluyendo 20 Series Mundiales de Grandes Ligas, cerca de 30 Series del Caribe y las cinco versiones del Clásico Mundial de Béisbol.
Pero si tuviera que elegir un simple recuerdo inolvidable sería esa noche de los platos rotos.
El próximo tramo se lo dejamos a Hiram Martínez.
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