El Aconcagua Arena, en Mendoza, ruge. "Belaaa, Belaaa", es el hit. Me recuerda a La Rural, en la ciudad de Buenos Aires, en 2016. Y a Tecnópolis, en territorio bonaerense, en 2013. Me remite, en definitiva, a cada ocasión en la que Fernando Belasteguín vino a competir a su país, Argentina.
El del público albiceleste con 'Bela' es un romance inoxidable.
El pehuajense, que está en el centro de la cancha después de su gran triunfo de cuartos de final en el Mendoza Premier Padel, recorre con la mirada las tribunas y se muerde el labio.
Tiene los ojos inundados.
Cuando la gente finalmente hace silencio para que hable, él no puede. Se le quiebra la voz. Entonces se lleva las manos a los ojos para secarse las lágrimas.
El estadio vuelve a explotar. Ya no son solo aplausos y vitores. Ahora hay gritos de euforia.
Se palpa el amor.
La primera frase que Belasteguín logra construir es: "Estoy disfrutando muchísimos de estos poquitos últimos años que me quedan en el pádel".
Otra ovación.
"El público me da un cariño espectacular en el 'cuerpo a cuerpo'. Tengo la suerte de que cada vez que juego en mi país, la gente 'de carne y hueso' me entrega un amor muy muy grande. Lo estoy disfrutando un montón. Hoy ver que 8 mil personas gritan mi nombre adelante de mis papás, es buenísimo", explicará después, en conferencia de prensa.
En la era de las redes sociales, Belasteguín, de 43 años, les presta escasa atención. No sube videos virales. No postea fotos llamativas.
Pero sigue siendo el máximo ídolo del público padelístico argentino, pese a que ya no tiene la chapa de ser el Nº1 del mundo.
Este viernes, junto a su compañero español, Arturo Coello, bajaron a la dupla Nº3 del planeta, de los también muy populares jugadores argentinos 'Sanyo' Gutiérrez y Agustín Tapia.
El idilio continuará este sábado, en semifinales.