El tiempo no pasa para Agassi

Mientras surgen cada vez más figuras precoces que brillan en los Grand Slam y se ganan un puesto entre los top-ten, el estadounidense desafía al calendario y llegó otra vez al número uno del tenis mundial

OTRA VEZ EL MEJOR
El estadounidense Andre Agassi reconquistó el número uno del ránking mundial
(AP)
BUENOS AIRES -- Hay momentos y situaciones que parecen exceder la capacidad de asombro. Es cierto que se preveía que Andre Agassi podía volver a ser el Nº 1 del mundo, pero verlo nuevamente arriba de todos da la impresión de haber vuelto atrás en el tiempo, de que uno estuviera en plena década del '90. El impacto pega más duro porque se trata de un jugador que estuvo en la cima, tocó fondo y recuperó la magia, el hambre de gloria y el sacrificio como pocos.

Es más: el caso del Kid de Las Vegas es único, porque volvió a la elite con una categoría propia de un monstruo y no aflojó, al punto de que acaba de convertirse en el rey más veterano de la historia. Por eso, qué mejor regalo de cumpleaños, ya que un día antes de soplar las 33 velitas figuró otra vez primero en el ranking mundial de la ATP. En la era profesional del tenis, ningún varón ni mujer estuvo en el trono siendo tan grande.

Hablando de grandeza, más precisamente deportiva, hubo quienes superaron a este superídolo estadounidense, aunque lo del Pelado cobra una dimensión especial porque en un momento perdió el rumbo y parecía difícil que fuera a despertarse de semejante manera.

¿Quién se hubiera imaginado en noviembre de 1997, cuando quedó 141º, que hoy iba a estar tocando el cielo con las manos? ¿Quién habría dicho que luego de tener que bajar la cabeza e ir a jugar un par de challengers mejoraría inclusive lo hecho hasta entonces?

Por eso, Agassi es un verdadero ejemplo de profesionalismo y de perseverancia. Hay una muestra muy clara que resume su magnífica e imponente levantada: hasta aquella temporada, que fue paupérrima --por lejos la peor en sus 18 años de carrera ya que se trató de la única en la que no ganó ni siquiera un torneo de ATP--, había logrado tres Grand Slam y desde entonces consiguió cinco.

Además, en 1999, con su triunfo en Roland Garros, se transformó en el quinto jugador en la historia en obtener por lo menos una vez los cuatro grandes campeonatos, una hazaña que no se daba desde 1969. Esto demuestra la huella que va dejando a cada paso, ya que ningún otro crack contemporáneo fue capaz de igualar esa proeza. Inclusive, el Abierto de Francia es la gran espina que lleva clavada su amigo y compatriota Pete Sampras, el mayor ganador de grandes torneos.

Para colmo, Agassi coronó su regreso al trono con un título. Logró en Houston, al derrotar a otro local, Andy Roddick, el 58º de su trayectoria y así pasó al rumano Ilie Nastase en la tabla histórica. Ahora figura séptimo en el profesionalismo, detrás de Connors, Lendl, McEnroe, Sampras, Borg y Vilas. Y cuidado, porque quedó a apenas cuatro campeonatos de Borg y de Vilas.

Como si fuera poco, su regularidad en el más alto nivel es tan impactante que su récord de esta temporada es de 23 victorias y una derrota, con el agregado de haber festejado en cuatro de los cinco certámenes en los que participó. Ganó el Abierto de Australia y San José, perdió en su debut en Scottsdale (con el sueco Thomas Enqvist en tres sets), triunfó en Miami y ahora en Houston. Ah, y apenas cedió siete sets en la temporada, dos de ellos ante Enqvist.

Por eso desplazó a Lleyton Hewitt del primer puesto. Agassi, que el año pasado había sido semifinalista en Houston, mejoró aquella actuación y aprovechó los puntos que perdió el australiano. Es que éste había llegado en el 2002 a las semifinales de Barcelona y esta vez no se presentó. Su ausencia se compensó con la del norteamericano en Indian Wells, hace un mes y medio, cuando no pudo intentar el asalto a la corona.

Y pensar que la diferencia de Hewitt sobre Agassi a principios de año era de 1.090 puntos, la cuarta parte de lo que tienen ahora. Esto marca que el australiano no está tan sólido, pero sobre todo que el australiano es una máquina imparable de ganar y de destrozar rivales. Nunca baja ni un poquito la guardia y, si puede, pasa literalmente por encima al que se le pone enfrente.

CON LA CABEZA FRESCA Y TRANQUILA
Ahora bien, ¿cómo es posible que una persona retorne de la oscuridad absoluta a las grandes luces del estrellato? Hay razones que exceden lo estrictamente numérico y pasan, sin dudas, por la motivación. Y sí, porque con más razón los supercampeones, acostumbrados a ganar, a levantar copas y a engrosar sus millonarias cuentas bancarias, basan su éxito en las ganas por seguir buscando más triunfos.

Como ya lo dijo hace un par de años el propio Agassi, el casamiento con la actriz Brooke Shields, también estadounidense, lo perjudicó y lo llevó a un pozo porque ella no lo acompañó. Esa falta de apoyo y de contención resultó una barrera infranqueable para él. Luego del divorcio empezó a mejorar y, desde que se enamoró de Steffi Graf, pegó el mayor salto que se recuerde en el circuito.

Es que la magnífica ex estrella alemana sabe perfectamente de qué se trata la vida de un tenista de elite. Por eso lo cuida, lo alienta a que siga mejorando (¿existe un nivel de perfección superior?), lo acompaña a los torneos con el hijo de ambos y hasta se entrena varias veces con su esposo. Todo eso hace que él no tenga que pensar en otra cosa cuando entra en una cancha. Es obvio que su familia es fundamental en su vida, pero a la hora de jugar no tiene problemas que lo dispersen de su objetivo.

Así, el dueño de la mejor devolución de saque del mundo –y probablemente de todos los tiempos-- se pudo volver a enfocar en su profesión. Ya lejos de las extravagancias y de las burlas a algunos ex colegas cuando se insertó en el profesionalismo, hoy disfruta como un caballero de un presente maravilloso. Y aún pretende más. No se cansa de decir que nunca podrá alcanzar en títulos a Steffi, aunque igualmente trata de coleccionar más trofeos para intentar estar más cerca.

En ese núcleo familiar y de trabajo íntimo, Agassi logró la paz suficiente para alcanzar un nivel superlativo. Si bien sigue estando por detrás de Sampras, lo del Kid de Las Vegas parece de otro planeta. Dueño de un limpiaparabrisas desgastante para los adversarios de turno, ejerce constantemente una presión que asfixia. Aprovecha a la perfección la velocidad de la pelota del rival para contragolpear y manejar la situación a su antojo desde el fondo.

Agassi, que había sido Nº 1 por primera vez hace ocho años, sólo finalizó una temporada, la del '99, en la cima. Así, cuando muchos lo habían dado por terminado, sin posibilidades de recuperarse y aún menos de llegar a jugar por encima de lo que había mostrado hasta aquel olvidable 1997, les tapó la boca a varios.

Inclusive, sigue consiguiendo puntos importantes en polvo de ladrillo, la superficie menos apta para su juego y el de Hewitt, como ocurrió en Houston. Así, el norteamericano completó un primer cuatrimestre estupendo, al punto de que ya obtuvo cuatro títulos y el año pasado, por ejemplo, había logrado cinco en toda la temporada. Por eso será un hueso muy duro de roer para el australiano, quien pretende volver al trono lo antes posible.

UNA LUCHA IMPRESIONANTE
La lucha será electrizante, porque ambos son dos competidores de lujo, que dejan la vida en cada punto y odian perder, además de la diferencia mínima de puntos que existe entre ambos. Es más: en cualquier momento pueden surgir cambios y alternarse en el primer lugar, siempre y cuando uno de los dos no pierda un poco la puntería.

Se trata de la gran batalla del año entre dos genios muy particulares, que pertenecen a dos generaciones diferentes. Agassi, el rey más veterano, quiere mantenerse arriba ante la embestida del más joven que llegó a la cima, ya que Hewitt, en noviembre del 2001, se ubicó Nº 1 con 20 años y casi 8 meses. Desde entonces, el australiano había permanecido firme arriba hasta este momento histórico.

Por eso, mientras surgen cada vez más nombres de figuras precoces que brillan en los Grand Slam y se ganan un puesto entre los top-ten, Agassi desafía al calendario y copa la parada. Un ejemplo rotundo que marca la categoría y el sacrificio de una figura que, lejos de estancarse con el paso del tiempo, saca pecho y se convierte en el abanderado de un circuito muy competitivo y salvaje.

El nuevo rey tiene capacidad de juego y mental de sobra para estar en el trono e inclusive mantenerse. Dependerá de él y de cómo responderá Hewitt, para ver cómo seguirá esto. Otro condimento más para que la gente y la prensa sigan entusiasmados con el tenis masculino.

Hay Agassi para rato y ahora será cuestión de que los numerosos pretendientes de la corona hagan méritos suficientes para tratar de hacerlo tambalear. No será una tarea para nada sencilla. Eso todos lo saben muy bien.

GUSTAVO GOITÍA es periodista especializado en tenis desde 1989. Se desempeñó como redactor en el diario La Nación, la revista VIVA de Clarín y el diario deportivo Olé, todos de Buenos Aires, y además fue comentarista en el canal TyC Sports. Actualmente es redactor del diario Clarín y columnista de ESPNdeportes.com.

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domingo, 27 de abril