Cañas, el nuevo héroe latino

Guillermo Cañas sacó chapa de grande. Tuvo el cóctel ideal de juego agresivo, mentalidad ganadora y oportunismo necesarios para obtener un torneo de primera línea como el de Toronto

EL BESO MÁS PRECIADO: Guillermo Cañas acaba de ganar su primer Masters Series. El argentino jugó un torneo memorable. (Reuters)
BUENOS AIRES -- A ponerse de pie, señores. Aplausos y más felicitaciones. Guillermo Cañas es el nuevo héroe del tenis latinoamericano y de su país, obviamente. Jugó como nunca antes en los dos aspectos, el meramente tenístico y el mental, el que al fin de cuentas hace la diferencia en los momentos decisivos y determina quién gana.

Por eso, lo suyo fue imponente, contundente e inapelable. Se trató de una obra maestra: pensó, jugó y logró el título más importante de su carrera como si fuera un top-ten consolidado, una figura ya consagrada.

La versión de Willy Cañas en Toronto fue inmejorable. Desde su propuesta agresiva desde la base y con grandes aciertos en la red, hasta el punto de ser fría y destructiva, porque supo resolver con inteligencia todas las barreras. Fue la semana de su vida. Ganó seis partidos habiendo cedido apenas un set y derrotó a cuatro de los 10 mejores del mundo, como no ocurría con un argentino desde los tiempos de Guillermo Vilas.

Sin medias tintas, se trató de su click, del torneo más valioso de su trayectoria profesional, que le servirá, definitivamente, para darse cuenta que es uno de los principales protagonistas del circuito y que tiene argumentos para seguir abriéndose paso.

El campeón, de 24 años y con un fuerte pasado de jugador dubitativo e irresoluto cuando tuvo encuentros casi resueltos y los terminó perdiendo, mostró su mejor cara. Incluso, pareció que las tres derrotas sufridas en los dos últimos meses, cuando dispuso de claras ventajas en su favor, quedaron en el pasado lejano, en aquel que está ahora más remoto que nunca.

MEJOR, IMPOSIBLE
Si David Nalbandian había sorprendido a todos -él incluido- con su escalada hasta la final de Wimbledon, nada menos, lo que se vio de Cañas en el Abierto de Canadá resultó apabullante. Mejor, realmente imposible. No es hora de entrar en comparaciones sobre si fue más importante lo del pibe de 20 años o lo de este colega de la camada previa, porque Nalbandian trepó hasta la definición del campeonato más tradicional del planeta luego de seis triunfos sobre césped en choques al mejor de cinco sets y porque Cañas dejó en el camino a cuatro top-ten y a cinco peso pesados en partidos más cortos.

Ambas actuaciones tienen un enorme valor y de hecho quebraron marcas históricas en el tenis argentino y latinoamericano. Pero vayamos a la hazaña de Willy en el más resonante de sus tres títulos de ATP. Después de Casablanca 2001 (en polvo de ladrillo) y de Chennai 2002 (en cemento), ahora obtuvo el torneo Masters Series de Toronto, sobre cemento, con una solidez y una mentalidad ganadora fenomenales. Ganó dos batallas: la que le plantearon sus adversarios de turno y la propia, la que él más necesitaba vencer de una vez por todas.

Esto significa un antes y un después para Argentina, como pasó con la proeza de Nalbandian en Wimbledon. Ahora quedó en evidencia que cualquiera de los dos puede eliminar a una estrella y llegar hasta el último día en todo tipo de certámenes. Que no es necesario esperar a un torneo en canchas lentas para pretender el trofeo más grande y el cheque con más ceros atrás, porque también en las superficies rápidas son durísimos.

Ya es tiempo, entonces, de que el acceso a la segunda semana de un Grand Slam (llámense al menos los octavos de final) o el arribo a los cuartos de un Masters Series no signifique tarea cumplida. Es bueno asimilar, por lo visto en Inglaterra y en Canadá, de que se está frente a dos jugadores de un nivel superlativo, capaces de superar hasta el obstáculo a priori más difícil. Y esto, en la antesala del US Open, representa una seria amenaza para los candidatos de siempre, los que ya saben lo que es acaparar todos los flashes.

Cañas tuvo todo en su mejor semana: no sólo devolvió impecable al estilo de un Agassi, sino que también sacó como un Sampras o un cañonero de la primera hora; su derecha corrió más pesada y profunda que nunca y también su revés fue preciso; voleó como el mejor Rafter; pasó de situaciones adversas a tomar la iniciativa y ser él el dominador, cual copia de Hewitt, y hasta mostró toques y lujos, y la clave estuvo en que se plantó contra los Federer, Srichaphan, Kafelnikov, Safin, Haas y Roddick con la prestancia, la inmutabilidad y la convicción de un monstruo. Fue imparable, ya que Willy, de otra manera, no habría podido consagrarse campeón.

Venció a algunos adversarios similares entre sí -los cinco primeros son más fuertes y agresivos desde el fondo- y a otros diferentes, como el caso de Roddick, dueño de un servicio letal y de un drive incisivo, que se mueve a una gran velocidad, busca definir los puntos muy rápido con su derecha invertida y sin entrar en largos intercambios.

Por eso, Cañas tuvo la paciencia y la inteligencia para saber cómo vulnerar a tipos con diferentes propuestas. Y aprovechó a la perfección casi todas las oportunidades que dispuso para imponerse en un punto o un game decisivos.

SIEMPRE QUISO MAS
El mérito del argentino fue que siempre quiso más, que no se conformó con haber superado algunas ruedas o eliminado a los dos rusos, Kafelnikov y Safin, los próximos rivales en las semfinales de la Copa Davis. Porque el choque con Haas se le complicó y lo dio vuelta con autoridad, sacando lo mejor de sí, sin entregarse como suele pasar con jugadores que llegan alto, a un lugar insospechado. Y finalmente fue muy efectivo en los breaks que dispuso ante Roddick y especialmente en el último game, cuando clavó tres aces y mostró una personalidad magistral.

Más de uno habrá dicho, enterado de la tendinitis que lo molestó a Cañas en la muñeca derecha durante toda la semana, que ya estaba hecho con arribar a los cuartos de final o bien a la semifinales. El afán de ir por más y la mentalidad decidida son los que marcan la diferencia entre un gran jugador y uno bueno, entre el que está para cosas realmente importantes y quien se entrega ante la primera circunstancia comprometida o frente a un apellido que impone mucho respeto.

Que ahora está 12° en el ranking mundial y volvió a ser el N° 1 de Argentina. Que figura 7° en la Carrera de Campeones y hoy disputaría el Masters (se clasifican los mejores ocho del año). Que ganó la más importante de sus nueve finales (triunfó en tres y perdió seis). Y que se cuiden sus rivales, porque Willy está con la artillería preparada para seguir apuntándoles a los mejores y con la confianza para continuar bajándolos.

Es más: ahora Cañas también es una de las figuras, algo que deberá comprender rápidamente. Ya irá más veces de banca y no tanto de punto y serán sus adversarios los que tratarán de anotarse un triunfo importante contra él. Más allá de que ya había estado entre los 15 primeros del listado de la ATP y contaba con victorias muy buenas, este momento es el que le marca un antes y un después en su carrera.

Y si el tenis argentino venía de festejo en festejo, con cinco semanas seguidas con por lo menos un hombre en una definición del circuito mayor, este triunfo de Cañas también representa un punto de inflexión. La sana competencia entre los colegas del principal batallón latino servirá para contagiar muchísimo más al resto, como ocurrió con el bombazo de Nalbandian en Londres. La única diferencia, al margen de los buenos resultados de Gastón Gaudio en superficies duras, es que Cañas y Nalbandian tienen más armas para desenvolverse con facilidad en todas las canchas.

Cañas sacó chapa de grande. Tuvo el cóctel ideal de juego agresivo, mentalidad ganadora y oportunismo necesarios para obtener un torneo de primera línea. Que los demás se lleven casco, porque le agregó, gracias al aporte de su entrenador Hernán Gumy, un saque fulminante y esa es una llave para el éxito en los pisos más veloces.

Festejá, Willy. Es hora de celebrar para este pibe que se hizo desde bien abajo y ahora está tocando el cielo con las manos. Un ejemplo de constancia, de sacrificio y de humildad. Y de que al talento y a la técnica pulida hay que agregarles mucha determinación para convertirse en una estrella.

GUSTAVO GOITÍA es periodista especializado en tenis desde 1989. Se desempeñó como redactor en el diario La Nación, la revista VIVA de Clarín y el diario deportivo Olé, todos de Buenos Aires, y además fue comentarista en el canal TyC Sports. Actualmente es redactor del diario Clarín y columnista de ESPNdeportes.com.

 ENVÍALO | MÁS ENVIADOS

ATP Toronto
ATP Toronto
Guillermo Cañas ganó su primer Masters Series
Carrera de Campeones
Guillermo Cañas ganó y avanzó en el ranking
ATP Toronto
Cañas sucede a Vilas, 26 años después
lunes, 05 de agosto