El juego se desarrolló a un ritmo muy lento a consecuencia del sofocante calor y la alta humedad que se registró en el Auditorio, por lo que los jugadores optaron por no jugar a toda velocidad sino ir dosificando el esfuerzo para llegar lo más enteros posibles al final.

El ritmo semilento que establecieron los dos equipos hizo que el partido se volviera muy defensivo, con bajas anotaciones y con escasas oportunidades de encestar, que en la mayoría de los casos fueron aprovechadas.

La escuadra mexicana comenzó con dominio y con una ofensiva de 11-4 empezó a controlar el cotejo, pero los argentinos hicieron ajustes a la defensiva y pudieron detener la ofensiva mexicana y a base de paciencia pudieron acortar la desventaja que al término del primer período era favorable a los tricolores por cinco puntos (16-11).

En el segundo cuarto, el panorama no cambió en cuanto al estilo de juego, aunque esporádicamente los locales se animaban a lanzar rápidos contrataques que sorprendían a los albicelestes quienes en pocas ocasiones se animaron a frenarlas.

Los sudamericanos siguieron apostando a su juego defensivo y gracias a su tenacidad lograron reducir la diferencia en el tanteador. Los albicelestes iniciaron con ofensiva de 8-0 que les permitió tomar ventaja de tres unidades (19-16) pero los tricolores les correspondieron con un ataque similar que les dio de nuevo la ventaja en el marcador por cinco puntos (24-19).

Los pamperos siguieron con su paciente labor y taparon todas las vías de acceso a los mexicanos, lo que les permitió cortar diferencias y en los segundos finales lograr el enceste que les permitió irse al descanso de mediotiempo con una magra delantera de un punto (32-31).

En el tercer cuarto, los visitantes siguieron dominando y comenzó a aparecer un factor que hasta momento parecía no afectaría, la cancha, que se tornó muy resbaladiza y causó algunas jugadas fuertes que cerca estuvo de provocar una bronca cuando Rubén Wolkowisky fauleó fuertemente a Omar Quintero lo que fue marcado como falta flagrante y al protestar la decisión fue expulsado.

Lo resbaladizo de la duela hizo que los jugadores se cuidaran más de no caerse que de jugar y el partido perdió en lucidez y efectividad, lo que aprovecharon los argentinos para ampliar su ventaja pues al terminar el tercer cuarto era ya de siete puntos (57-50).

En el ultimo período los sudamericanos apretaron más a la defensa y ya no permitieron que los mexicanos reaccionaran, aunque los locales tuvieron una racha de inspiración que les puso momentáneamente arriba en la pizarra por un punto (58-57).

A partir de ahí Argentina dominó el juego y de nuevo mostró una sólida defensa que le ayudó a ganar el partido y la serie por dos juegos a uno.