Un recuerdo del misticismo de Clemente

El 30mo aniversario del último hit del número 21 no es simplemente otro aniversario

Por STEVE WULF

  (ESPNmag.com)
2 + 1 = 3. El tenía exactamente 3,000 hits. Su campo era el Three Rivers. El bateó tercero en la alineación la mayoría de su carrera y superó la marca de los .300 de promedio 13 veces. Comparte la mejor marca en la historia de las Mayores con triples en un juego con tres. Ayudó a los Piratas ganar tres títulos de división y bateó .333 en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional en 1971. Cuando cayó su avión a tres horas de 1973, dejó a tres hijos.

Entonces el trigésimo aniversario del último hit del número 21 no es simplemente otro aniversario. Es un recuerdo del misticismo de Roberto Clemente, un elemento de la personalidad que muy pocos jugadores en la historia han tenido. Tenía el carisma de Ruth, la decidación de Jackie Robinson y el talento de Willie Mays. Se adueñó de Pittsburgh, a los latinos y a los aficionados del béisbol en cada rincón del mundo.

Los que conocían a Clemente lo llamaban por su apodo Momen. Los que nos lo conocen le decían Bob – un recuedo de la falta de entendimiento de la cultura latina en esos tiempos. En Pittsburgh, el narrador Bob Prince le puso “Arriba” y ese nombre formó parte de cómo jugaba.

Su biografía lee como un guión de Hollywood. Su héroe de niño era Monte Irvin, quien jugó con los Cangrejeros de Santurce. El primero en ver el talento de Clemente fue el cazatalento Al Campanis de los Dodgers, pero el gerente de los Piratas, Branch Rickey se lo robó en el “draft”. Aunque fue una estrella en Pittsburgh desde el primer momento, el resto del país no le abrió los brazos hasta más tarde. (Su compañero de equipo Dick Groat ganó el MVP de la Liga Nacional en 1961, una injusticia si se considera que Clemente terminó con mejores números y sólo terminó en el octavo puesto en la votación.) Pero entre 1961 y 1972, una era considerada de los lanzadores, Clemente logró promedios de .331, 17 jonrones y 81 carreras remolcadas, mientras que revolucionó la defensa en el jardín derecho con su brazo y su guante. Su imparable número 3,000 (un doble ante John Matlack de los Mets) y su tercera aparación en la postemporada puso un sello en el estrellato y entonces... el avión en que viajaba con ayuda a los damnificados por el terremoto en Nicaragua cayó del cielo. El próximo año fue nombrado al Salón de la Fama junto a Monte Irvin.

Aunque Clemente era un grande en muchas cosas, no lo era en cuanto a su estatura. Medía cinco pies y 11 pulgadas y pesaba 175 libras. Logró batear para un alto promedio con un bate de 36 onzas. Se quejaba de sus dolencias, pero nunca pidió que le sacaran de la alineación. Siempre tenía una sonrisa, pero temperamental si le dañaban su orgullo: No participó en la película The Odd Couple cuando le dijeron que de acuerdo al guión tenía que batear para un “triple play”. Por eso Bill Mazeroski salió en la película.

Pero los contrastes en su personalidad desaparecieron al conocer su espirítu, que traspasó las barreras del idioma, color y esterotipos, esas barreras las derribó Clemente. Sus compañeros hacían todo por él y no sólo por lo que podía hacer dentro del diamante, sino por las cosas que hacía fuera de él. Uno de ellos, el receptor Manny Sanguillén no asistió al entierro de Clemente porque estaba buscando a Clemente en la costa cerca del aeropuerto. Otro, Steve Blass perdió hasta su carrera tras la muerte de Clemente. Juntos, Blass y Clemente vencieron a los Orioles en la Serie Mundial de 1971, con Blas cubriendo la ruta en tres hits en el tercer partido y en cuatro hits en el séptimo juego, mientras que Clemente bateó .414 con dos jonrones.

En la locura que siguió el séptimo partido, los dos héroes y mejores amigos, fueron sacado en hombros por sus compañeros en direcciones opuestas. No era hasta el vuelo a Baltimore que se vieron por primera vez. Blass lo recuerda como si fue ayer mismo. “Después de que salió el avión, Clemente me buscó y me dijo 'vente que te quiero dar un abrazo'”.

Trenta años después de su muerte, Clemente sigue vivo en el número del uniforme de Sammy Sosa, en ciudad deportiva para los jóvenes que lleva su nombre en Puerto Rico, por el estándar que estableció para todos los jadineros y por el dolor que siente en todos sus aficionados este octubre.

- ESPNmag.com

 ENVÍALO | MÁS ENVIADOS

Roberto Clemente
viernes, 27 de septiembre
Portada