El Atlético no pudo con la historia

BARCELONA (Jordi Blanco/Corresponsal) -- Tres derrotas después despertó el Espanyol en el momento adecuado. A 90 minutos de hacer historia, al Atlético de Madrid le pudo el vértigo. El equipo del mexicano Javier Aguirre retomó la senda de la victoria y de forma indirecta le hizo un favor al Barça, el gran rival, manteniéndole en el liderato. Y, también, al Real Madrid, acaso el más favorecido este sábado en la Liga.

Hay partidos que no seducen por el fútbol pero que pueden marcar a un equipo. El Atlético sumó ocho victorias consecutivas en el campeonato a base de tesón y de, como admitió Simeone en su día, por tomarse cada encuentro como si fuera el último. No ofreció esa intensidad en Cornellà. Y lo pagó muy caro.

El Vasco Aguirre pidió en la previa que se cerrasen los espacios, que sus hombres estuvieran muy juntos, que no dejaran pensar al rival, que atasen en corto a Diego Costa... Y aplicados del primero al último, los periquitos acabaron por aburrir al rival.

Bien posicionado en el campo, el Espanyol convirtió el partido en una guerra repartida en diferentes batallas y de casi todas ellas salió vencedor. Cuando Simeone se dio cuenta y dio entrada a Arda Turan, sus compañeros ya estaban a medio camino del derrumbe y ni la pelea constante de Diego Costa fue suficiente para cambiar el rumbo de las cosas.

Y eso que el Espanyol ni necesitó marcar para ganar. Se encontró con el solitario gol del triunf gracias a un centro de Fuentes que se envenenó al llegar al área pequeña y despistó a Courtois, que de forma extraña lo desvió con la pierna hacia su propia portería.

El trabajo sordo de todo el equipo blanquiazul encontró el premio de la forma menos corriente y manteniendo la puerta de Casilla a cero, como había pedido Aguirre, tenía camino ya recorrido.

El Atlético no fue el de otras veces. Atrapado por la presión se quedó a las puertas de la historia. Si no le bastaba con igualar las victorias del Real Madrid, saltó al campo sabiendo que la victoria le daba el liderato en solitario por encima del Barça. Demasiado peso.

Buscó la meta rival sin la ambición de otras veces y solo con Diego Costa mirando de frente. Villa fue una rémora y el juego de combinación casi no existió hasta el ingreso de Arda.

Se limitó, casi, a un lanzamiento al palo en la primera mitad de Koke y a dos remates con intención pero sin suerte de Diego Costa mientras crecía la confianza de un Espanyol mucho más consciente y convencido.

Derrotado consecutivamente por Villarreal, Getafe y Elche, el Espanyol detuvo su caída en el momento justo. Pidió el triunfo Aguirre para volver a levantarse y se lo dieron sus hombres.

Para el Atlético, el sueño del record y el premio del liderato desembocó en una auténtica pesadilla.