- Carlos Peña - 11'
- Mauro Boselli - 76'
León tiene herido de muerte al Campeón
León (Rafael Ramos) -- América se metió a la jaula de un León cebado, hambriento. En su propio Circo Romano. Y salió herido. Malherido. Apenas con vestigios de vida.
León ganó 2-0. Quiso más. Pudo más. Debió conseguir más. Necesitaba más. Pero enfrente tuvo al hombre milagro de las finales con América: Moisés Muñoz, quien atajó cinco sentencias de muerte.
Y los de Corazón Verde hicieron la ofrenda de un juramento de título ante un templo abarrotado, vibrante, colorido, nervioso: la Sexta Estrella está más cerca que nunca, pero, lo saben el adversario está herido de muerte, pero aún resuella, y los espera el domingo en el Estadio Azteca.
El acta de defunción americanista, aún sin sello, aún sin firma, la tramitaron los goles de Gullit Peña y Mauro Boselli, quienes se vieron bendecidos por torpezas del negro Medina y Maza Rodríguez.
CUMPLIENDO...
Delirante. Vertiginoso. Intenso. Así arranca la batalla. Sin concesiones. En los extremos de las devociones espirituales y físicas.
En ese regate, en ese jaloneo a largos desplazamientos y copando las áreas, hay más claridad de León, especialmente porque Miguel Layún tiene órdenes de ser la válvula de escape.
León cazaba la primera oportunidad. Es enemigo de los desperdicios. Y llegó al 10'. Pésimo despeje de Mosquera, peor actitud de Medina: timorata, tibia, se congela. Gullit Peña anticipa, roba, enfila y el balazo es potente, colocado, letal, a la derecha de Moisés. 1-0.
El coso se estremece, literalmente, entre el rugido de las 30 mil fieras que asolan la tribuna. Si no hay tregua en la cancha, en el graderío se sofocan las gargantas en el asedio sobre los americanistas.
América reacciona de inmediato. El gol lo sacude pero no lo noquea. La respuesta se centra en la dinámica de Raúl Jiménez y el apoyo de Sambueza, mientras que Oswaldito vegeta, y Rey se dedica más a lamentar y protestar que a aportar al equipo, perdiendo en los primeros minutos cuatro balones en posición de gol.
El vaivén se mantiene. Con un ritmo demencial, bajo lineamientos marcado: uno hambriento de empate y el otro obsesionado con sentenciar en el Juego de Ida la ronda completa.
El árbitro César Ramos pesa en el juego: trompica Márquez a Rey en el área, y un disparo de Britos se estrella en el brazo del Topo. Penaltis que no se arriesga a marcar.
El ataque de América encuentra dos remates en sus jugadores defensivos en balones de cobro, que obligan a la defensa leonesa a revolcarse desesperadamente: cabezazo de Aguilar que desvía el portero, y remate del Topo que saca Hernández.
Pero la respuesta del León es tan frenética que en tres ocasiones se acerca al gol, pero Muñoz despoja y despeja ante Britos primero y Boselli después, para encima sacar un balazo de Gullit que amenazaba meterse por su poste derecho.
Pero el marcador reposa el medio tiempo con la ventaja del León sobre América. Suspenso.
AL BORDE DEL ABISMO
La tregua del medio tiempo no impuso tregua en el regreso. Y América es el que puja y empuja. Obliga a dos desviadas de Yarbrough, y es quien controla el encuentro, jugando al borde del precipicio, ante la evidente habilidad del León para aniquilar de contragolpe.
Gustavo Matosas se harta de la inoperancia de Burbano y envía a Loboa, mientras que el Piojo Herrera mantiene en la cancha a un extraviado Luis Gabriel Rey.
América recupera, anticipa, proyecta, arriesga, pero se encuentra con un Rafa Márquez estorbando, deteniendo, en zona de angustia.
Y cuando las Águilas agobiaban al León, cuando el cuadro bajo esmeralda sufría, cuando el empate se anunciaba en cada embestida americanista, llega el 2-0.
Descolgada del León, Maza despoja a Gullit, pero sólo para entregar un pase perfecto en profundidad a Boselli, quien alarga sobre izquierda, mide a Muñoz fuera del arco y traza un arcoíris magnífico, por encima del arquero al ángulo contrario. 2-0.
Ya tarde, muy tarde, Miguel Herrera saca a los semáforos siempre en alto de su equipo: Rey y Oswaldito, con una misión imposible para el Quick Mendoza y Narciso Mina, pero que logran inquietar más con su movilidad y devoción que los sustituidos.
Pero la historia no cambia. 2-0. El campeón herido de muerte. El León empieza a contar hasta seis.