Barcelona goleó a Sevilla y Messi reescribió los libros de historia

BARCELONA (Jordi Blanco | Corresponsal) -- El mejor Barça sobrevoló por el ambiente en una noche histórica para Leo Messi, en la que se convirtió en el máximo goleador de la historia de la Liga para demostrar cuál es su ascendente ya en los libros del fútbol. El equipo de Luis Enrique resolvió en una excelente segunda parte todas sus dudas y dio un golpe sobre la mesa para presentar sus credenciales.

Messi de entrada y Messi de salida. Abrió el triunfo con un excepcional lanzamiento de falta y cerró la goledada cuando el Camp Nou estaba ya entregado a su inigualable prestancia. El Sevilla, duro, defensivo y menos convincente de lo que podría esperarse, se encontró con un afortunado gol apenas comenzar la segunda mitad. Y fue esa jugada, curiosamente, la que le condujo al atropello por cuanto la mejor imagen del Barça se vio a partir del 2-1 que inmediatamente después anotó Neymar.

Suárez, sustituido a un cuarto de hora del final por Pedro, sigue gafado ante la portería rival, pero mantiene una media asistente de primer orden, por cuanto volvió a brillar tanto en la pelea como en la combinación.

Pero por encima de todo y de todos, el nombre de la jornada fue Leo Messi. Comenzó la noche con corrillos de aficionados criticando el primer gol del Real Madrid en Eibar, recordando el fuera de juego de Benzema y lamentando esa situación que muy pronto se apagó. El final, con el público ovacionando a Messi, fue apoteósico, con los jugadores manteando nuevamente a un Messi feliz sin disimulo, quedándose con el balón de su último hat-trick y el brazalete de capitán en su brazo.

Se veía en esos momentos por el videomarcador el programa especial preparado por el club homenajeando al crack, a la estrella. Al futbolista sin igual, quien completó otro partido para la leyenda… Y demostrando que ha alcanzado la madurez deportiva. Porque este Messi sin igual no es el mismo que una noche de verano explotó a ojos de todo el mundo en aquel Joan Gamper frente a la Juventus. Diez años después, Leo es distinto.

El Sevilla sufrió en primera persona esa nueva imagen del crack argentino, quien no precisa estar 'enchufado' durante los 90 minutos y participar de todo para ser el que desequilibre los encuentros. El equipo de Unai Emery quiso atar el partido desde la defensa, cerrando espacios (con acierto de entrada) y evitando la combinación profunda de un Barça que inició sin grandes aspavientos.

A los 22 minutos se rompieron los esquemas para el equipo andaluz, por mucho que el fútbol sobresaliente no llegó hasta la segunda mitad.

"Estamos felices", proclamó Xavi a la conclusión, admitiendo que el equipo jugó sus mejores momentos de fútbol cuando el liderazgo de Messi se puso a las órdenes del colectivo, se juntaron las líneas, se combinó por los extremos y pareció, y ocurrió, que no todos debían por obligación buscar al argentino.

Leo aparecía en estático cediendo el protagonismo al equipo y apareciendo en momentos muy concretos, mientras, empezando por Busquets, siguiendo por Xavi y acabando por los extremos o las entradas de Neymar y Suárez, el Barça iba apabullando a un Sevilla desmoronado sin remedio.

Pero la grandeza se escribe y se comprende a partir de momentos determinados. Y esos momentos no podían estar protagonizados por nadie que no fuera Leo. Igualando a Zarra, la Pulga entró a rematar con el corazón un centro raso de Neymar para lograr el 4-1 (Rakitic ya había decidido el triunfo) y romper la noche. El 252, el gol de la vida de muchos. Todo escrito.

Messi, el nuevo FC Messi, brilló en una noche otoñal que aparcó el frío para regalar al barcelonismo una jornada inolvidable. Y, por encima de nombres el Barça de Luis Enrique respondió a los dudosos con sus mejores minutos del curso en una gran segunda parte que puso a Leo en la historia pero, quizá lo más importante, al Barça en la autopista.

En todo ello el Sevilla fue, simplemente, un espectador.