Espanyol emerge y hunde al Getafe

BARCELONA (Jordi Blanco/Corresponsal) -- No hay mejor medicina para un equipo enfermo que enfrentarse a otro moribundo. El remedio es instantáneo y aunque no sea a través del fútbol, la inyección de optimismo que le puede suponer una victoria le hace olvidar cualquier mal. Esta fue la curación del Espanyol, que sin alardes pero con constancia se impuso a un Getafe en caída libre, tan ocupado en temas legales como deportivos y que en pleno galimatías asoma a un abismo sin atisbo de solución inmediata.

Y cuando a las dudas deportivas se suman asuntos ajenos, como ocurre en el cuadro azulón con la LFP, Pedro León y un presidente que va ocupando el espacio que no le debería corresponder, la primera gota de agua degenera en una tormenta que le ahoga sin remedio.

Ganó el Espanyol con una excelencia de Salva Sevilla que definió Sergio García con una excelente volea antes de que Stuani, con el rival deprimido, sentenciara. Un 2-0 que no hizo quizá justicia a lo visto en el terreno de juego, pero que a la vista de unos y otros enseña la gran diferencia entre ambos: el Espanyol es un equipo con miedos y el Getafe un equipo aterrado; los periquitos buscan con desespero la puerta de salida a la crisis y los azulones ni saben que esa puerta existe.

Y eso que en la primera mitad los dos equipos rivalizaron en mediocridad. El Espanyol quería pero no podía, el Getafe ni quería y el reloj parecía detenerse ante el tedio que se apoderó de una grada poco poblada y muy aburrida.

En el segundo acto pareció dar señales de vida el equipo de Contra. Yoda y Míchel Herrero avisaron a Kiko Casilla y los de Sergio González parecieron entrar en la misma dinámica negativa de anteriores encuentros, pero cuando parecía que el dominio del Getafe acabaría desquiciando al Espanyol emergió el magnífico pase de Salva Sevilla y la no menos brillante volea del capitán. 1-0 y la urgencia cambiando de bando.

En un abrir y cerrar de ojos toda la intensidad y profundidad que ofrecía el equipo madrileño se evaporó. La desventaja en el marcador le hundió en la moral y aunque mantuvo el balón se entendió que a partir de ahí el suyo sería un dominio falso, de mentira.

Porque los catalanes cerraron filas, apretaron los dientes y dieron a entender que con mejor o peor fútbol la primera victoria de la temporada no iba a escaparse. Con un contrataque se bastaría para no pasar apuros al final y llegó la sentencia a través de una jugada tan enrevesada como se adivina el presente de ambos equipos. Disparos varios y varios rechaces hasta que el balón lo metió dentro Stuani.

Unos hacia arriba, escapando del descenso, y los otros hacia abajo, a los puestos de la condena. El Espanyol se dio un soplo de aire fresco, de tranquilidad, y un golpe de confianza de cara al futuro inmediato.

Le convenía y lo necesitaba... Como lo precisa con urgencia el Getafe, atrapado en tantos frentes que no sabe el camino de salida hacia la calma.