Real Madrid suma su cuarto empate en fila

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MADRID (Paola Núñez, corresponsal) -- Real Madrid fue incapaz de pasar del empate 1-1 ante el Eibar en el encuentro disputado este domingo en el Santiago Bernabéu. Con el de esta tarde ya son cuatro empates consecutivos de los hombres de Zidane, el tercero en la Liga.

Real Madrid se congela. No sabe cómo jugar contra un equipo canchero como el Eibar, a años luz en cuestión de calidad individual y técnicamente imperfecto, pero con el triple de experiencia en batallas donde importa más la astucia y la fuerza física que el juego exquisito y la clase. No tiene idea lo que significa jugarse la vida en la lucha por el ascenso o el descenso en campos encharcados y lodosos. El Campeón de Europa no tiene armas para intimidar a un grupo de veteranos en la supervivencia. Y se nota.

El partido ya había comenzado con un mal augurio para los merengues cuando James se lesionó mientras calentaba y Zidane tuvo que enviar a Mateo Kovacic en su lugar. Del desconcierto por la inesperada baja de James, pasó a la desesperanza.

Eibar llevó el partido a su territorio y por una tarde, el césped perfecto del Santiago Bernabéu se convirtió en un campo de tierra, que para un jugador de élite bien podría parecer de arenas movedizas. La estrategia del Madrid del golpe letal, de confiar en el peso de la calidad individual de sus jugadores, en su clase, sirvió de nada contra un equipo que se ha educado en el sufrimiento. El real, no el cliché de moda.

Pasó lo inevitable. Eibar salió con una idea fija, la de no caer y aprovechar la mínima oportunidad para pegarle al chico rico del barrio. Tuvo una y fue más que suficiente. Madrid no supo, o no quiso saber, por dónde llegó el golpe. Apenas seis minutos tras el inicio del encuentro, Fran Rico adelantó al cuadro armero con un cabezazo a un pase cruzado desde la derecha ante los impávidos ojos de la defensa entera del Madrid. Sin un hombre que lo marcara en el área pues los centrales estaban en todo menos en lo suyo, con Danilo sin poder cortar el centro e Isco, ese hombre que tanto había esperado por una oportunidad, como espectador de primera fila al borde del área. Keylor tampoco estuvo a la altura, pues tan pudo hacer más que hasta rozó el balón.

A partir de entonces controló el Eibar, aunque fuera el Madrid el que tuviera la iniciativa. A base de colmillo, pura y llanamente, forzando entregas tontas de balón. Con la esporádica falta estratégica provocaban a los hombres de Zidane, cada vez más desesperados, a devolver el golpe en zonas por demás inconvenientes. Con un marcaje férreo y eficiente, anulando a Benzema - que, además, sigue muy lejos de su mejor momento y fue incapaz de conectar los centros de Bale en las poquísimas ocasiones en que lo encontró abierto. Si el Madrid logró marcar el del empate fue porque en su momento de brillantez, Cristiano Ronaldo se llevó la doble marca por izquierda para ponerle un centro a Bale para que cabeceara a pocos centímetros de la línea de fondo.

Eibar no cedió ni un milímetro pese al empate - que los de Mendilibar igual daban por válido. Madrid, que debía apretar para buscar el segundo, se tardó una eternidad en salir de su letargo. Tuvo que ser ya en la segunda parte, luego de que Zidane hiciera dos cambios de golpe apenas se reanudó la acción sacando a Benzema y un desatinadísimo Varane, para dar entrada a Morata y Nacho. La situación pareció cambiar por un breve periodo, pero el Madrid volvió a sumirse en la angustia y hasta la inseguridad después de que el árbitro anulara un tanto a Cristiano Ronaldo por un fuera de lugar inexistente y un par de intentos fallidos de Álvaro Morata.

A 15 del final, Zidane entendió que no iba a ganar el partido sin un hombre atrevido y que se animara a correr riesgos fuera del alcance de los jugadores de elite. Envió entonces a Marco Asensio para reemplazar a un gris Isco. Pero ni frescura y el desparpajo juvenil de la nueva joya merengue sirvieron de gran cosa. Los armeros terminaron pidiendo la hora cuando al Madrid le dio por el lado del orgullo y se decidieron a asediar a Asier Riesgo, eso sí, pero hasta en eso de cerrar partidos cuidando un valioso punto, los curtidos hombres de Mendilibar le sacan ventaja.