El mundo a los pies del Real Madrid

MADRID (Paola Núñez, ESPN Digital) -- Real Madrid necesitó de los tiempos extra y la inspiración de Cristiano Ronaldo para vencer al Kashima por 4-2 en la final del Mundial de Clubes disputada este domingo.

Real Madrid termina el año como quería: Campeón del Mundo y con su racha invicta de 37 partidos, pero de nuevo, se arriesgó demasiado. Tal vez esa insana costumbre de dejarlo todo para el final y meterse en problemas innecesariamente. Tal vez la soberbia. Se sintió tan superior a su rival, que se durmió y casi entrega un título que asumía como propio casi desde el avión. Y eso que Zidane se la pasó insistiendo en que "los partidos no se ganan con la camiseta".

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Tan limitado percibieron al rival, que creyeron que con un tanto sería suficiente. No contaban con Gaku Shibashaki, que aún a pesar de las limitaciones de su equipo, puso al Madrid contra las cuerdas con dos grandes muestras de calidad individual.

El esbozo de seriedad le duró diez minuto al Real Madrid. Lo que tardó en abrir la puerta. El primitivo juego del conjunto japonés, intimidado al principio, no les exigía que jugaran a su máximo nivel; casi caminando y en tres toques llegaban al área contraria. No amenazaban gran cosa pues se tomaron su tiempo midiendo fuerzas y si se adelantaron fue por pura inercia. Por probar, Modric se animó a disparar desde fuera del área. El despeje infantil hacia el área le cayó en los pies a Karim Benzema. 1-0 y tan tranquilos.

A partir de entonces, Madrid se dedicó a entretenerse. Cristiano con un puñado de innecesarias bicicletas y el resto peloteando a lo tonto. Su displicencia provocó lo inevitable. El rival, que sí supo respetarse, creció. Kashima aprovechó bien esa media hora en que jugó contra un gigante dormido. Le alcanzó para descubrir cómo hacerle daño y exigir a Keylor, el único que estaba en lo que debía estar. El tico sacó un par de balones apuradamente y casi agradeció la falta de tino del capitán Ogsawara en una de las más claras. El cuadro japonés vio la recompensa a su esfuerzo en la recta final de la primera parte valiéndose de un error de Varane, que no supo despejar el baló y lo dejó muerto para que Shibashaki igualara.

La sorpresa no acabó ahí. Al poco de iniciar la segunda parte, el extremo japonés repitió la dosis, esta vez exhibiendo a Dani Carvajal cuando lo dejó sembrado en el desmarque para colarse en el área y fusilar a Keylor con un potente disparo cruzado para que Kashima diera la vuelta al marcador. La incredulidad reflejada en los rostros merengues fue casi poética.

Entonces, y sólo entonces, el cuadro merengue se puso a trabajar. Y como no estaban tan errados en eso de la diferencia abismal en cuestión de calidad individual, tardaron poco en generar oportunidades y encontrarse el del empate tras otro error defensivo en el área nipona. Un claro penal a Lucas Vázquez tras un derribo en el área que Cristiano convirtió en el 2-2.

Así pasa con el portugués. Una hora engrasando la bicicleta y aparece para decidir.

Con el tanto, Cristiano mandó el partido a la prórroga, pues aunque Madrid cerró siendo ese equipo de elite que cuida el balón, presiona y trabaja duro para abrirse camino, necesitó del primer tiempo extra y todo el talento que Benzema y Cristiano Ronaldo tienen el las botas para retomar su ventaja. Con un derechazo, el portugués marcó el 3-2 para culminar una preciosa jugada en combinación con el francés. El cuadro merengue ya no volvió a distraerse. Mucho menos Cristiano. A segundos de que terminara el primer tiempo extra, el luso pescó enésimo despeje hacia delante del arquero nipón para poner el 4-2 y firmar su primer hat-trick en un mundial de clubes.

Real Madrid arrancará 2017 como Campeón del Mundo - título que ha conquistado por segunda vez en tres años - y presumiendo una racha de 37 partidos sin conocer la derrota. Quedará para la historia el gran logro de Zinedine Zidane de haber establecido el récord con el mejor arranque de temporada en la historia merengue con 26 partidos sin perder. Lo que se perderá en un mar de olvido será su manera de lograrlo. A tropezones, a última hora y agarrándose del talento de su estrella.