Suárez sentencia el derbi, mantiene al Barça y firma el descenso del Espanyol

BARCELONA (Jordi Blanco) -- El Barcelona resolvió sin brillantez el derbi, sumó una victoria funcionarial por la mínima (1-0) gracias al gol de Luis Suárez y envió matemáticamente al Espanyol a Segunda División, encarando el equipo periquito la recta final de la peor temporada liguera de su historia. Y fin de la historia del derbi.

Messi pelea un balón con Víctor Sánchez del Espanyol.
Messi pelea un balón con Víctor Sánchez del Espanyol.
AP

A puerta cerrada, sin público, sin gritos y sin ambiente, el derbi fue menos derbi que nunca. Hubo dos expulsiones, sí, pero apenas un par de discusiones entre los futbolistas en aquel momento concreto y una sensación de vacío que demostró la tristeza del fútbol sin aficionados.

Al Espanyol no le quedó ni el consuelo de alejar, quien sabe si ya definitivamente, al Barça del liderato. Consciente de que descuenta sus días para despedirse de Primera División, el equipo de Rufete se tomó de buena gana el partido y le puso las cosas difíciles al gigante azulgrana... Y demostró que, como decía Johan Cruyff, 'una flor no hace verano'.

Y es que de la alegría de Villarreal no quedó apenas nada. Volvió el Barça a ser un equipo plano. Demasiado...

Repitió Setién la idea futbolística que tan buen resultado le dio en Villarreal, apenas cambiando una pieza (la entrada de Rakitic en lugar de Arturo Vidal), pero se demostró rápido el temor que en la víspera había avisado el propio entrenador: el Espanyol no jugó como el Villarreal. No dejó espacios, formó dos líneas defensivas muy juntas, cedió toda la iniciativa y provocó que el Barça fuera entrando en un embudo, sin apenas crear peligro por más que su posesión triplicase a la de los periquitos.

Más aún, dejar los espacios abiertos para Semedo y Alba en ataque abrió una suerte de autopista que aprovechó el Espanyol. A los diez minutos con una cabalgada de Embarba cuyo disparo cruzado sacó milagrosamente con el pie Ter Stegen y a los 43, salvando el meta un rechace que se colaba de Lenglet y el poste, después, el disparom de Marc Roca. Entre todo ello... Casi nada a decir del Barça.

Mucha posesión, mucho pase horizontal, pocas llegadas por la banda y menos remate. ¿Menos? Ninguno. En toda la primera parte el equipo de Setién no disparó ni una sola vez entre palos. Solo una asistencia de Griezmann a Suárez que en vez de disparar de primera quiso controlar, rematando demasiado tarde y rechazando a corner Cabrera. Sin más.

Silencioso el Camp Nou en un derbi inédito y nunca visto desde 1925 (la primera y única vez que jugaron Barça y Espanyol a puerta cerrada), se denotó una falta de intensidad extraña. No parecía que los de Setién necesitasen ganar sí o sí para mantener sus pocas opciones de poner el duda el liderato del Real Madrid y se mostraban muy cómodos los periquitos en esa clase de escenario.

CAMBIO Y ROJAS. Y GOL

Necesitaba revolucionarse el equipo azulgrana. Y, haciéndolo, no le salió la jugada como esperaba.

Setién solventó meter a Ansu en el campo, en lugar de Semedo, cambiando el dibujo y buscando más profundidad por las bandas con el joven canterano... Que apenas si estuvo cinco minutos en el campo. Una entrada a la altura de la espinilla de Calero, no intencionada pero sí clara al llegar tarde al balón, provocó su expulsión.

Ni tiempo de tomarle el ritmo al partido había tenido cuando ya se iba al vestuario... Pero el Espanyol le devolvió 'el favor' apenas dos minutos después, cuando Pol Lozano, canterano periquito, le hizo una entrada similar a Piqué. Tan o más clara que la de Ansu, el VAR confirmó su expulsión y el partido pareció volver a su aburrimiento...

Tres minutos después, sin embargo, se rompió la igualdad. Ganó Griezmann la línea de fondo, asistió a Messi, cuyo disparo rebotó en Cabrera y dejó el balón suelto a la altura del punto de penalti, desde donde Luis Suárez no falló. Inédito e invisible hasta entonces, el uruguayo fue a desnivelar un partido sin historia, despertando al Barça del letargo y confirmando la muerte deportiva del Espanyol.

A partir de ahí, casi, fue un querer y no poder del colista ante la sobriedad, no espectacular, del campeón. Diego López salvó una volea sensacional de Messi que pudo sentenciar el derbi y Piqué un empate con sabor a Tamudazo rozándose el minuto 80 o un remate de De Tomas que salvó Ter Stegen en el 89, cuando los de Rufete quemaban sus naves, entre el desespero y la impotencia por igualar un derbi que, otra vez, se les iba de las manos.

Ganó, como necesitaba, el Barça para seguir vivo en la Liga y sentenció el descenso del Espanyol. Se acabó... Hasta que juegue el Real Madrid.