El Barcelona se derrumba en Valencia

(Jordi Blanco | Corresponsal en Barcelona) -- El Barcelona de Quique Setién es una triste figura. Poco más que un cadáver andante que pasó por Valencia con más pena que gloria, que sufrió una derrota que podría considerarse dramática atendiendo a la imagen ofrecida, que perdió por 2-0 después de completar 90 minutos para el olvido, atropellado por su propia incapacidad y la solvencia de un rival enrabietado.

El Barça podría el domingo dejarse el liderato si el Real Madrid puntúa en Valladolid y lo haría después de mostrar en Mestalla una auténtica calamidad. Ganó sin aspavientos al Granada, ganó, sufriendo, en Ibiza y a la tercera prueba de Setién en el banquillo se derrumbó en un estadio en el que no conocía la derrota desde 2008.

Lionel Messi lamenta la derrota del Barcelona ante Valencia
Lionel Messi lamenta la derrota del Barcelona ante Valencia
Getty

Mucho toque pero poca capacidad; muchos pases pero poca profundidad; mucha combinación pero nula intensidad. Balón al pie, confianza en un Ter Stegen soberbio en la primera mitad y confianza en un Leo Messi siempre llamado a sacar las castañas del fuego. Y no. No siempre funciona la combinación. Y cuando no funciona el Barça se derrumba como un castillo de naipes.

La imagen del campeón volvió a quedar en entredicho, más aún a la vista de una primera mitad que completó, agradeciendo el 0-0. Dos disparos a puerta de Messi, ambos sin peligro para Domenech, fueron el resumen de un Barça con mucho toque (464 pases) pero ninguna profundidad, poca verticalidad y nula intención ofensiva... Y que agradeció con mayúsculas la majestuosidad de Ter Stegen, que evitó un marcador de sonrojo.

De entrada rechazando un penalti a Maxi Gómez, cometido por Piqué a Gayá, y que comenzó a mostrar el descosido defensivo de un equipo al que cada ataque por las bandas del Valencia dejaba en evidencia. A los 19 Ter Stegen voló con una increíble reacción de reflejos al 'remate' de Piqué y a los 28 se lució por duplicado, primero rechazando al travesaño el obús de Maxi y después al remate a bocajarro de Gameiro...

Sin más idea que pasarse el balón sin ton ni son, sin encontrar líneas, sin posibilidad de ruptura, el equipo de Setién permitió a los de Celades disfrutar de una primera mitad casi idílica, en la que solo les faltó el gol para que la fiesta fuera completa en Mestalla. La locura, sin embargo, estaba por llegar.

GOL, CAMBIO Y SENTENCIA

Comenzó la segunda mitad con un imaginario cambio de escenario. Salió fuerte el Barça, disfrutó de una buena ocasión, la primera de todo el partido, Ansu Fati y cuando daba la sensación de que el equipo de Setién daba ese paso adelante tan exigido. Llegó el 1-0.

Con rabia y velocidad, con convencimiento, alcanzó el Valencia el área de Ter Stegen, con un centro, un rechace, fallido de Piqué y un remate durísimo de Maxi Gómez que rebotó en Jordi Alba y dejó vendido al portero alemán, incapaz ya de reaccionar al gol que provocó el estallido de la hinchada local.

Reaccionó Setién dando entrada a Arturo Vidal por un apagado Arthur y comenzó a tomarle el ritmo al partido el Barça, sin brillantez pero apoyado en el músculo del chileno y el liderazgo de Messi, que fue rematando en todas las posiciones y de todas las maneras, sin suerte pero dando la impresión de ser capaz de salvar el resultado.

Dominaba el Barça, salvó a los 74 minutos Domenech el empate al rechazar un libre directo de Leo... Y dos después, en un despiste impropio de la defensa, que no atendió a la rapidez en un servicio de banda, le llegó el balón a Maxi Gómez en el área, ridículamente desmarcado, para que anotase el 2-0 con un remate cómodo, raso y desmarcado al que no pudo responder un desesperado Ter Stegen.

Hundido y sentenciado, el Barça se encaminó a un final de partido de pesadilla. Aún tuvo la fortuna de que se le anulase un gol a Gabriel Paulista antes de dar entrada Setién a Rakitic y el debutante Collado en búsqueda de un imposible.

Lo único certero es que al cabo de 14 partidos y casi doce años volvió a perder en Mestalla. Y ofreciendo una imagen muy alejada de lo esperado.