El Barcelona podría ceder el liderato tras polémico empate en Anoeta

(Jordi Blanco | ESPN Digital) -- Pudo perder, quiso ganar y acabó empatando (2-2) el Barcelona en el remodelado estadio de Anoeta frente a una combativa Real Sociedad, que se avanzó pronto gracias a un discutido penalti, se vio por debajo en el marcador tras la remontada e igualó tras un mal despeje de Ter Stegen... Y que en tiempo añadido, al final, se benefició de un penalti, evidente, sobre Piqué no señalado y que evitó que el Barça se llevase una victoria que buscó con mucho esfuerzo hasta el último suspiro.

Agarrado y empujado el central, sobrepasado el minuto 92, el Barça, que podría perder el liderato el domingo, lamentó de mala manera su fortuna, o falta de ella, en San Sebastián, donde comenzó atropellado antes de recuperar el pulso y despedirse con mala cara por un resultado que sin poder considerarse malo sí fue descorazonador.

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El equipo de Valverde entró con tanta indecisión en el partido como enchufada lo hizo la Real Sociedad. Presionando muy arriba la salida de balón, los blanquiazules ahogaban la salida de balón, convirtiendo en invisible el centro del campo del Barça y beneficiándose de un agarrón de Busquets a Llorente que provocó un tempranero penalti, tan discutido por las muchas jugadas similares que se repiten jornada a jornada como cierto por su existencia.

Y que, de pronto, apenas superarse los 10 minutos, puso por delante a la Real en el marcador, aumentó las dudas en el campeón y relanzó el ánimo local. El Barça, se ha visto en no pocas ocasiones este curso, sufre, y mucho, ante rivales que le presionan muy arriba, que convierten el juego en un vértigo constante y le anulan el centro del campo.

Más de media hora lo padeció el equipo, buscando sin encontrar a De Jong y Rakitic, con Busquets desconectado de ellos y Piqué apagando incendios en una defensa más ocupada en evitar el derrumbe que en recuperar sensaciones. Esperando al Barça disfrutaba Anoeta de la brillantez de Odegaard y suspiraba por darle la puntilla al marcador... Cuando una mala decisión de Llorente cambió el escenario.

Ya había avisado con un par de ocasiones el Barcelona cuando acercándose el descanso Llorente midió mal un salto en el centro del campo, dejando que Suárez se llevase a la carrera el balón y sirviera un pase adelantado a Griezmann, quien definió al entrar en el área levantando un disparo a la salida de Remiro para igualar el marcador.

Un solo error le había costado el gol a la Real y acabando la primera mitad con igualada en el marcador, se suponía que en la continuación el Barça ya dejaría atrás sus indecisiones, aprovecharía el cansancio local y buscaría dar la vuelta al marcador.

INCANSABLE

Dicho y hecho, le costó apenas tres minutos arrodillar al equipo vasco, que defendiendo muy arriba se despistó en un pase magnífico por arriba de Busquets a Messi, quien se plantó solo en el área y engañó al portero cediendo el balón a Suárez para que marcase a placer.

Del sufrimiento al mando, el Barça había volteado el marcador y, también, el juego. De dominado a dominador, el equipo de Valverde se sentía tan cómo como preocupada estaba ya la Real, incapaz de discutir y cada vez más agobiada, salvándole del 1-3 bajo palos Zubeldía al remate envenenado de Piqué y viéndose contra las cuerdas hasta que la casualidad cambió otra vez el escenario.

Un balón a la banda izquierda del ataque donostiarra le ofreció a Monreal el centro raso, que tocó muy levemente Rakitic, provocó que Ter Stegen solo acertase a rechazar en corto y le ofreciera a Isak, a punto de ser sustituido, la posibilidad de marcar a placer el 2-2, relanzando el ánimo de Anoeta, descontrolando al Barça y multiplicando a una Real que se fue decidida, bajo el liderazgo de Odegaard, a por un 3-2 que en una doble ocasión salvaron consecutivamente Ter Stegen y Piqué.

Más animada la Real y más decidido el Barça, la entrada de Aleñá primero y Arturo Vidal después mostró el plan de Valverde, exigiendo a su nuevo centro del campo que tomase la iniciátiva en la recta final para combinar con sus delanteros y, además, evitase esa comodidad y magnificencia de un Odegaard omnipresente y a partir de quien nacía todo el juego ofensivo local.

Le resultó la idea al campeón, que se convirtió en el dominador bajo la batuta de De Jong y fue encerrando a un rival cada vez más convencido de la necesidad de mantener un empate que acabó agradeciendo. Tanto como lo lamentó un Barça que dejó de ganar al cabo de siete partidos y podría este domingo ceder el liderato a favor del Real Madrid, justo en puertas del Clásico.

Todo ello desembocado en un final polémico al no apreciarse nada en el empujón y agarrón que sufrió Piqué en el área local cuando el encuentro ya estaba en el desemboque definitivo.