Barcelona sigue en pleno declive
BARCELONA (Jordi Blanco, corresponsal) -- El Barça se dejó el primer empate de la temporada en el Camp Nou, no pasando del 0-0 ante un Slavia atrevido y que le puso el corazón en un puño. Un partido horrible de principio a fin que demostró que el marcador estaba ocultando muchas de las miserias de un equipo al que ni la genialidad de Messi puede ya salvar.
El Barça tiene un problema. Un problema considerable porque más allá de la ausencia de fútbol, adolece de alma. Sin fútbol, la falta de tensión es absolutamente mortal en este equipo que en cuanto choca con un rival animoso, vertical, atrevido y fuerte se derrite colectivamente y se convierte en una simple caricatura.
Cuando solo acaba por importar el resultado, sin atender a cómo se llega hasta él, la mediocridad acaba por pesar en el ambiente del propio equipo y provoca que tenga que aparecer la figura individual, llámese Messi, para ocultar cualquier miseria.
Así, plano, sin ritmo e incapaz de superar la presión alta del Slavia, el equipo de Valverde completó una primera mitad horrorosa, superado por un rival atrevido y hasta se diría que suicida en su plan... Que le salió a la perfección ante la nula capacidad azulgrana.
Tocaba y corría el conjunto checo mientras el Barça era incapaz de enlazar una simple jugada ofensiva con lógica. El primer remate local llegó a los 10 minutos, por medio de Dembélé y cuando el Slavia ya había avisado hasta en tres ocasiones a Ter Stegen, en una tónica que se mantuvo durante todo el primer tiempo, en que apenas si un arreón final local tras dos jugadas personales de Messi salvaron el desastre.
Messi, ante la dimisión del colectivo, tomó el protagonismo, primero con una extraordinaria jugada que desembocó con un fenomenal disparo que se estrelló en la escuadra y más tarde con otro remate que le sacó Kolar, quien vivió momentos finales de agobio... Antes de que un fuera de juego evitase que se llegase al descanso con un 0-1 que para nada habría sido injusto.
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Pero es que el escenario no varió en la segunda mitad. Se vio de entrada que Messi tomaba el balón, que Griezmann se estiraba, que Vidal quería colaborar... Y que el Slavia seguía mandando a su antojo ante el creciente desencanto de una afición incrédula ante lo que veía.
Kolar le salvó el 1-0 a Griezmann poco antes de que Ansu Fati fuera recibido con una ovación solo comparable a los pitos con que se despidió a Dembélé, fallón
hasta la extenuación, en un cambio con el que pretendió Valverde resucitar a un grupo entregado a la fatalidad.
Rozó otra vez el 1-0 Messi al paso de la media hora, rematando de primeras una asistencia de Ansu que le sacó otra vez el meta checo y quiso dar un último arreón el Barça, atento al cansancio de un Slavia que seguía buscando a Ter Stegen pero ya no resguardaba con tanto tino el mediocampo.
Pero nada le acabó por salir al equipo de Valverde. Horrible en la presentación y horrendo en la despedida... Aún pudo dar por bueno el empate.