España comienza en falso su camino al Mundial

España no lució del todo solvente en el compromiso de calificación.
España no lució del todo solvente en el compromiso de calificación.
EFE

(Jordi Blanco, corresponsal en Barcelona) -- España debutó en la fase de clasificación del Mundial de Qatar con un inesperado empate en Granada frente a Grecia, a la que bastó una ordenada defensa y una pizca de suerte en ataque (un penalti más que discutible) para conquistar un punto por el que pocos habrían apostado antes de comenzar el partido.

Avanzó Morata al equipo de Luis Enrique en la primera parte e igualó Bakasetas desde los once metros poco después de comenzar la segunda para sentenciar ese 1-1 que no volvió a moverse a pesar del amplio dominio hispano, de los cambios del seleccionador español, de los debuts de Pedri y Bryan Gil y de un acoso tan absoluto como desordenado en la recta final que desembocó en un tropiezo para nada definitivo pero sí preocupante.

Sin jugadores del Barcelona en el once inicial, un hecho muy poco habitual pero que desde 2018 ya se había repetido en dos ocasiones, Luis Enrique apostó por una alineación de marcado carácter ofensivo que echó en falta cierta organización. Rodri y Canales tomaron la batuta en ausencia de Busquets en el centro del campo en un equipo donde el joven Eric García y el veterano Sergio Ramos se repartían la responsabilidad de sacar el balón desde atrás, pero a la que se llegaba a la línea de tres cuartos griega el atasco se convirtió en continuado.

Así le costó media hora a España romper la muralla helena y lo hizo, incapaz de solventar con acierto jugadas de combinación en corto o internadas por banda, a través de un excelente pase filtrado por arriba de Koke para la llegada de Álvaro Morata, quien controló en carrera con el pecho y sorprendió a Vlachodimos con un magnífico remate de primeras a bocajarro que supuso un alivio a su equipo.

Un alivio en el marcador, que no en el juego, que mantuvo la misma tónica, ni, tampoco, en el plan del equipo griego: agazapado atrás, esperando algún contragolpe para asustar a Unai Simón y suspirando por alcanzar el último tercio de partido con opciones reales de llevarse algo positivo.

NERVIOS

Entendiendo la necesidad de madurar el choque y llamando a la paciencia para encontrar por donde romper la ordenada defensa griega, España se presentó con el mismo ánimo dominante en la segunda parte... Sin sospechar la que se le venía encima.

Diez minutos del mismo monólogo desembocaron en una contra helena y un rechace dentro del área de Íñigo Martínez (quien en el descanso había sustituido a Sergio Ramos) que acabó con su pie impactando en la rodilla de Masouras para convertirlo el italiano Marco Guida en penalti. Bakasetas no falló, batió a Unai Simón y, de pronto

a los de Luis Enrique les entraron las dudas, los nervios y, a media que pasaba el tiempo, las urgencias.

No tardó en reaccionar el seleccionador español, dando la alternativa a Pedri y Bryan Gil, debutantes ambos y que entraron en lugar de Dani Olmo y Canales con el reto de aumentar el ritmo, un tanto cansino, y romper el orden defensivo griego. No se consiguió de entrada y debió darle otra vuelta de tuerca Luis Enrique acudiendo a la verticalidad en el pase de Thiago y la velocidad de Oyarzabal para encarar ya sin reservas una ofensiva sin cuartel en la parte final de un partido cada vez más incómodo.

Lo intentó de cualquier manera España. Por un lado y por el otro, por el centro, intentando combinar Thiago y Pedri en busca de Morata, y con cambios de juego largos para encontrar huecos en la defensa griega, pero a pesar de la electricidad que le imprimió Bryan Gil al juego y de un dominio hasta agobiante Grecia supo mantener una ferrea defensa que le acabó dando el premio.

Y la primera decepción camino a un Mundial que, se demostró, no será nada cómodo para la selección de Luis Enrique.