Barcelona sentencia la liga de Messi en el Camp Nou

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BARCELONA (Jordi Blanco | ESPN Digital) -- El Barça ya es campeón de Liga. Necesitaba vencer al Levante y lo hizo, no sin sufrimiento y alejado de lo que habría deseado un festival futbolístico que desembocó en una fiesta a la conclusión de un partido trabado y que no se puso de cara hasta que Messi, quien si no, acabó con la resistencia de un rival que nunca se entregó.

El capitán, el jefe de la tropa, comenzó en el banquillo, con la mirada puesta en el Liverpool, y entró para desencallar un partido antipático en el que Aitor Fernández se había convertido en el responsable de que el Levante resistiera hasta el descanso. Hasta entonces. Hasta que entró Messi.

A la primera oportunidad sentenció la Liga el Barça, en su casa y ante su hinchada, que en más de 91 aficionados acudió al Camp Nou para celebrar la conquista de una Liga dibujada en azulgrana desde hace meses y que fue la primera que disfruta el equipo en el estadio desde 2010. Y si entonces lo hizo goleando en la última jornada (4-0) a un Valladolid que se fue al descenso, con dos goles de Messi, esta vez fue ante un Levante, al que derrumbó el mismo Messi y que sabe, es consciente, que deberá aún sufrir mucho para evitar el descenso.

Obligado a sumar los tres puntos por la victoria del Atlético sobre el Valladolid, el Barça salió decidido a no dar respiro al Levante, buscando el gol inmediato o, al menos, lo más rápido posible... Y se fue a estrellar contra Aitor Fernández, el meta del equipo granota que se convirtió en un dolor de cabeza para Suárez y Coutinho en una primera mitad sin mucho fútbol pero ocasiones sobradas para sentenciar el resultado.

Apenas cumplirse el primer minuto Arturo Vidal asistió en vertical para el uruguayo y su disparo a bocajarro lo rechazó Aitor, quien respondió después a Coutinho hasta en tres ocasiones y otra más a Suárez, antes de que en la recta final de ese primer tiempo un lanzamiento de falta del que se responsabilizó Coutinho fuera a estrellarse en el larguero.

Insistente y decidido, el Barça no daba tregua a un Levante más encerrado a cada minuto que pasaba y que apenas buscaba un golpe de suerte dibujado en un contragolpe imposible, porque aún sin Busquets en el campo y con Messi también en el banquillo el mando del líder no dejaba lugar a la duda.

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Faltaba el gol... Y acaso preocupado por sospechar que acabase sufriendo un tropezón que retrasase de manera tan innecesaria como incómoda la consecución del título Valverde decidió meter a Messi antes de tiempo, ya tras el descanso.

Si el argentino, cuando comenzó en el banquillo, no entró nunca antes de la hora de partido, esta vez lo hizo ya dispuesto para la segunda parte, sustituyendo a un Coutinho que si había desentonado en el primer acto había sido, precisamente, por su buena actuación, dando a pensar que su salida del campo era, es, una llamada a su titularidad ante el Liverpool en la ida de las semifinales de Champions.

Antes, sin embargo, se precisaba sentenciar la Liga. Y a eso salió el Barça tras el descanso, ya con Messi y con toda la intensidad e intención. Redobló su dominio el Barça, sin llegadas claras durante el primer cuarto pero achicando a un Levante cada vez más atrasado, buscando la contra... Y batido, por fin, cuando en el Camp Nou empezaba a respirarse nerviosismo.

La jugó Dembélé, la asistió el incansable Arturo Vidal y la sentenció Messi con un remate cruzado e imposible para el bueno de Aitor Fernández, excepcional hasta entonces e impotente ante la magnificencia del astro argentino.

Se entregó el Camp Nou a la fiesta, a la celebración con casi media hora de partido por jugarse, y le entró una extraña pajara al líder, vértigo descontando los minutos para dejarse ir y recibir una Copa que el Levante, de pronto, decidió no regalarle.

Con Morales en el campo el grupo de Paco López se estiró y el gol de Messi le dio el brío, a través de la necesidad, para buscar un gol que le catapultase en su pelea por escapar del descenso. Así rozó el empate Morales en un disparo que se le fue arriba y que provocó, no mucho después, la reacción de Valverde, metiendo en el campo a Busquets en lugar de Arthur para hacerse con el control de un partido peligrosamente incontrolado.

Con Busquets dentro, y con Sergi Roberto en la recta final, siguió el Barça sufriendo de una manera extraña, mirando el reloj, suplicando el final de un partido al que el Levante no le perdió nunca la cara, buscando con decisión un empate que le catapultase en su pelea por la salvación... Y evitase el alirón azulgrana.

Y lo rozó en el minuto 89, con el disparo de Bardhi que se estrelló en el palo, para desespero de sus compañeros y alivio de un Camp Nou camino de la histeria, a medio camino de la celebración y el desencanto...

Ganó el Barça. Y se proclamó campeón. A través de Messi y de Ter Stegen. Y de un sufrimiento que llamó a épocas pasadas, cuando el sufrir no era una novedad en este estadio tan acostumbrado ahora a las celebraciones..