Anécdotas de un Toro

Fernando siempre nos deleitó con su forma de lanzar, y se entregó en cuerpo y alma al béisbol, el deporte que lo hizo famoso

Por ERNESTO JEREZ

BRISTOL -- Impactó el mundo del deporte con su Fernandomanía.

Fue la figura por excelencia de las compañías que se interesaron por desarrollar sus estrategias de marketing para entrar en el mercado hispano.

Varias canciones fueron dedicadas en su honor.

En 1981 fue novato del año, ganó el premio Cy Young y condujo a los Dodgers al campeonato de Serie Mundial.

Siempre nos deleitó con su forma de lanzar y se entregó en cuerpo y alma al béisbol, deporte que lo hizo famoso en todo el sentido de la palabra.

Fuimos testigos de todas sus hazañas, pero siempre nos quedó la duda sobre su forma de ser, especialmente fuera del terreno de batalla.

Por mas de una hora estuvimos conversando en Los Angeles con Fernando Valenzuela, orgullo mexicano y de toda América Latina, quien vive un retiro feliz como profesional de béisbol. Dedicado a su familia, a obras en su comunidad y a su otra pasión, el golf. Además de todo eso, sigue bien de cerca la carrera de su hijo, Fernando Valenzuela Jr., dándole todo su apoyo a la hora de expresarle alguna experiencia sobre el respeto que se merece todo deporte.

El "toro" se mostró cómodo a la hora de ir al pasado y demostrarnos lo diferente que es un atleta cuando ya no tiene la presión de dar lo máximo de sí. Nos hizo reír más de una vez al recordarnos ciertas etapas de su carrera cuando solo lo veíamos por televisión, sin saber el por qué de las cosas. La historia de cómo les anunció a sus compañeros, con Mike Sciocia, como testigo principal, el anticipo a lanzar un partido en el que no permitió imparables, es algo para el recuerdo y que el mismo Fernando nos sorprendió con la idea de escribir un libro.

Nos dijo que no puede quedarse quieto por mucho tiempo y por eso le es difícil ir al cine, o ver un partido de su hijo sentado. Prefiere mantener un perfil bajo a la hora de asistir a un lugar público y aunque no lo descartó por completo, piensa que le costaría mucho ser instructor o "manager".

Dos datos nos impresionaron por algo que quizás muchos no saben. Lo primero es que Fernando se hizo lanzador porque siempre lo tenían en el jardín derecho y lo segundo es que cuando le preguntamos sobre su rutina de mirar la punta de su gorra antes de hacer un envío hacia el plato, nos afirmó que fue algo que adaptó al llegar a las Grandes Ligas, ya que sus compañeros en las menores le dijeron que él no acostumbraba a hacer esto.

El corazón de un toro es algo que nunca puede ponerse en tela de juicio a la hora de medir su grandeza. En el caso de Fernando Valenzuela nos sentimos muy orgullosos ya que al compartir con él, además de enseñarnos su corazón, nos brindó toda la pasión que correr por sus venas.

No tengo la menor duda de que ahora, en una nueva etapa de su vida como comentarista de los Dodgers de Los Angeles, Valenzuela seguirá siendo ese toro que tan claro nos dejó el horizonte a la hora de entregarnos al máximo en nuestra profesión.

Gracias Fernando...

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FERNANDO VALENZUELA