Un dotado que todavía puede dar mucho más

Carismático en un deporte no masivo, agresivo hasta el límite de quedar expuesto a sanciones, Marcos Milinkovic es un verdadero talentoso que todavía no ha demostrado todo lo que puede darle al seleccionado argentino de vóleibol

Por Alejandro Coccia

Hay quienes aún recuerdan vívidamente el debut de Marcos Milinkovic en la selección argentina de vóleibol. Se cumplen 10 años desde aquella primera irrupción entre los mayores, en los Juegos Panamericanos de La Habana '91.

Y no fue muy auspiciosa que digamos su presentación en sociedad: saltó desde el banco de suplentes con sus 2 metros, en reemplazo de un compañero y de inmediato tuvo la chance de anotar, con una pelota que le cayó servida y allí partió el fierrazo del gringuito, desbordante de adrenalina, con furia y con ganas de que la pelota taladrase el piso... Pero con tan mala fortuna que su brazo no frenó y terminó tocando la red.

Y como el árbitro advirtió su infracción, le cobró punto en contra... Ahí nomás la desesperación de Marcos: "¡Qué cobrás hijo de p...!" Ahí nomás, también, la expulsión por el set. Así empezó Milinkovic en la selección.

Lo demás es historia conocida. O casi. Porque no hay dudas de que Marcos es una de las figuras deportivas más populares, a pesar de practicar un deporte no masivo. ¿Carisma? Sí. Y también una personalidad que se hace querer fácil, por su simplicidad, por el ánimo siempre dispuesto a responder al cariño de la gente, en especial de los pibes que, siempre, lo acosan antes y después de los partidos.

En la cancha, esa afabilidad se transforma automáticamente en fiereza, en agresividad, en un estado emocional al borde del estallido, que a veces lo deja muy expuesto a las sanciones disciplinarias, más aún en su actual condición de capitán, con la obligación de "comunicarse" con los árbitros de un modo más civilizado del que suele emplear.

Esas explosiones de ira, paralelamente, a los terribles "palazos" de su brazo derecho, han marcado su trayectoria. Incluso, Javier Weber, su socio más fiel en la cancha, admite entre risas que "a Marcos, para tenerlo enchufado, a veces lo hago enojar un poquito, le toco un poco la moral, pero hasta ahí... No sea cosa que se enoje del todo y, entonces, agarrate..."

Pero más allá de cuestiones de carácter, se tiene la certeza de que aún no disfrutamos del mejor Milinkovic y esto tiene que ver con los distintos tiempos de maduración. Y en ese sentido, si bien Marcos es una pieza fundamental para la selección argentina desde que la integró por primera vez, para otros equipos en los que ha jugado, su papel no ha sido tan determinante. Por citar dos casos, no rindió a pleno ni en Olympikus (Brasil), ni en Sisley Treviso (Italia), no casualmente dos conjuntos con varias figuras internacionales en sus filas.

Sin embargo, esa asignatura pendiente para el atacante argentino sería cubierta -con creces- en la última Liga de Italia, en la que brilló y fue factótum (junto con el local Hristo Zlatanov y con el yugoslavo Nicola Grbic) de que su club, más modesto que otros en estrellas, llegase a una histórica final, luego perdida ante Sisley.

La otra cuestión de la que generalmente no se habla cuando se hace referencia a Milinkovic está vinculada con sus grandes cualidades técnicas: Marcos, por encima de un rematador de notable contundencia, es un jugador integral, completo y sumamente dotado; un verdadero talento, que bien podría cubrir cualquier faceta dentro de la cancha. Y eso, en estos tiempos en los que la prepotencia física se sobrevalora en cualquier deporte, es un hallazgo. Y a la vez, una enorme virtud.

-ESPNdeportes.com

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MARCOS MILINKOVIC