Una nueva temporada en el horizonte y la pregunta de rigor estaba relacionada con su primer cuadrangular del 2003, ya que será el número 500 de su ilustre carrera, convirtiéndolo en el 18° jugador en llegar a esa cifra en toda la historia del béisbol. Para nuestra sorpresa, Sammy está consciente de la importancia de esa marca, pero este gran caballero, de una forma única nos dejó en claro varios puntos a destacar.

El primero es que, después de llegar a 500 cuadrangulares, nadie le negará el sueño de llegar a 600 y luego, por qué no, pensar en 700 vuelacercas.

Otro es que su meta principal es volver a los playoffs y contribuir a darle a los Chicago Cubs y sus aficionados un anillo de Serie Mundial.

Luego de tantas temporadas y de haber madurado como jugador, Sammy reconoce que la misión principal de una figura de su calibre es dejarlo todo en el terreno y servir como ejemplo para que nunca el resto de sus compañeros piensen que pueden bajar la guardia o perder la noción de cuál es el horizonte a perseguir.

Además, por primera vez en mucho tiempo se reportó temprano a los entrenamientos de primavera por respeto a su nuevo manager Dusty Baker. Pero es un respeto poco común ya que está vinculado con ese trato especial, conocido por todos, que tiene Baker para todos sus pupilos.

Hicimos mención también a la gran campaña de 1998 cuando tanto él como Mark McGwire quebraron la marca de Roger Maris de 61 cuadrangulares. Sammy nos habló de todo corazón cuando al regresar a la República Dominicana logró servir de alivio para toda una nación devastada en septiembre de ese mismo año por el huracán George.

De ahí en adelante centró toda su atención en servir de embajador de la buena voluntad y en contribuir personalmente a la reconstrucción de su país. Más importante aún, Sammy siempre sacó tiempo para conversar con alguien para escuchar sus penas y tratar de alivianarlas. Pero nunca como "Sammy la estrella que regresa a casa", sino como el Sammy que logra diferenciar lo que significa ser simplemente un ser humano como el resto de sus compatriotas.

Hablamos de sus descomunales batazos en el 2000 en Atlanta durante el festival del cuadrangulares y el año pasado en Milwaukee cuando sacó la pelota del estadio Miller Park. Con una gran sonrisa, Sammy nos recordó que siempre asiste a estas celebraciones porque reconoce la importancia y el honor que para él significa que los aficionados reconozcan su trabajo.

En la intimidad es un fiel creyente que no le teme a nada ni a nadie y considera a la familia como el eje principal del balance de su vida. Quiere que sus hijos valoren los esfuerzos y que no lo vean como una figura que está por encima de nadie.

En esa etapa de la entrevista nos dimos cuenta que su intensidad supera los espacios de cualquier terreno de acción y que a la hora de abrir su corazón, los ejemplos de su madre todavía los sigue al pie de la letra. Dicho sea de paso, su rutina después de un cuadrangular, los besos, la señal de la paz o la victoria, nació por su deseo de saludar a sus seres más queridos.

Sammy ha dicho que si no hubiera sido jugador de béisbol se hubiese dedicado al boxeo y si usted tenía alguna duda, tómese una pausa y esté seguro que Dios no se equivoca.