Habiéndose confirmado que la lesión de tobillo de su alero-base estelar, Grant Hill, no le permitiría terminar la campaña por tercer año consecutivo y habiendo perdido ocho de sus últimos diez partidos, el equipo parecía haber caído en un pantano de mediocridad y conformismo del que ni aún su estrella máxima, Tracy McGrady, con sus más de 30 puntos, 6 rebotes y 5 asistencias por noche, parecía ser capaz de rescatarlos.

La marca del Magic caía a 26 victorias y 29 derrotas, lo cual ponía sus posibilidades de clasificar a la postemporada en serias dudas y no parecía que la situación pudiera mejorar mucho. El equipo era inconsistente en la defensa, no tenía presencia respetable en el área cercana a los aros con sus jugadores internos y salvo la aportación del escolta Mike Miller, no brindaban apoyo en ataque de forma consistente a McGrady.

Ante este penoso cuadro y acercándose la fecha límite para realizar cambios, el gerente general John Gabriel decidió efectuar una transacción que hacía tiempo se rumoraba y que tenía todos los visos de impopular ante la fanaticada de Orlando. Gabriel decidió que había llegado el momento de salir de Miller, el segundo mejor jugador activo en el equipo y el más solicitado por otros conjuntos, para obtener ese jugador alto, con presencia en la llave que tanta falta le hacía.

Además Gabriel y su técnico, Glenn "Doc" Rivers, querían fortalecer la posición de escolta que quedaría vacante con la salida de Miller, adquiriendo otro jugador que pudiera desempeñarse en la misma.

La oportunidad se dió cuando, el 19 de febrero, apenas unas horas antes que se extinguiera el plazo que otorgaba la NBA para cambios entre los equipos, los Memphis Grizzlies y su presidente Jerry West decidieron aceptar la propuesta que desde hacía unos días les había hecho Gabriel, enviando a los novatos Gordan Giriceck y Drew Gooden al Magic a cambio de Miller y el también novato Ryan Humphrey.

Desde el primer momento, el cambio se convirtió en una bendición para el equipo de Orlando. Luego de sobreponerse a la sorpresa inicial de los aficionados y al malestar de McGrady (Miller era su mejor amigo en el equipo, por lo que el cambio lo molestó), los recién llegados no tardaron mucho en demostrar su valía.

En el primer partido, como locales frente a los Chicago Bulls, el delantero Gooden anotó 22 puntos y capturó 11 rebotes, mientras el escolta Giriceck demostraba sus destrezas de jugador completo con 15 puntos, 3 asistencias, 2 rebotes, 2 robos y una excelente defensa. McGrady, quizás inspirado por el nuevo ambiente, logró 52 puntos en apenas tres cuartos de partido y el Magic sacó de la cancha a los Bulls, en la primera de varias victorias conecutivas (ganaron 6 de sus próximos 7 partidos) que los catapultó nuevamente a la clasificación.

Desde la llegada al equipo del escolta croata y el alero de poder procedente de la Universidad de Kansas, la marca del equipo ha sido de 16 victorias y 10 derrotas. De esta manera el equipo asegura su 11ra. temporada consecutiva con más ó igual número de victorias que derrotas y más importante aún, asegura su participación en la postemporada por tercer año consecutivo.

La contribución de estos dos jugadores va más allá de sus estadísticas. Pero sus números no están nada mal. Giriceck, por ejemplo, ha jugado en los 26 partidos que ha disputado el equipo desde la transacción, fallando en llegar a los 10 puntos ó más en sólo 4 de ellos. Sus promedios de casi 15 puntos, 3 rebotes, 2.4 asistencias y 1.2 robos han venido a suplir muy bien la producción que se perdía con la salida de Miller.

Gooden, por su parte, ha tenido mala suerte con una molestosa lesión en el dedo gordo del pie derecho que le obligó a perderse 8 partidos y a jugar por debajo de su capacidad en al menos otros 4. Aún así, ha podido acumular dobles decenas en puntos y rebotes en 7 ocasiones, además de lograr promedios de casi 14 puntos y 9 rebotes por encuentro, con una efectividad de más del 50% en sus intentos de campo.

Sin duda, los resultados iniciales de la trasacción han favorecido a Orlando, no sólo porque con su juego Gooden y Giriceck hayan posibilitado la clasificación del Magic, sino también por el hecho de que estos jugadores le dan al equipo una base sólida sobre la cual construir de cara al futuro.

Gooden tiene 21 años de edad; mientras Giriceck, quien jugó 6 años como profesional en Europa antes de ingresar esta temporada a la NBA, tiene 25. Si a esto le añadimos que McGrady apenas cuenta con 23, tenemos el 60% de una alineación inicial que es sumamente talentosa y pudieran estar juntos por unos 5 a 10 años.