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Larry Bird: "Yo sabía que no iba a durar tanto"

La imagen hace eco a través de la eternidad del basquetbol: confianza, precisión y excelencia, todo se resume en un solo dedo apuntando al cielo. El balón multicolor estaba colgado a la mitad de su trayectoria hacia el aro de hierro, cuando Larry Bird apartó la mirada. Bird aún llevaba puesta su chamarra de calentamiento, porque ni siquiera eso podría frenar a posiblemente el mejor tirador que el mundo haya jamás conocido.

Un latido antes, "Larry Legend" había izado su último tiro en el concurso de triples de 1988, un evento que había ganado los dos años anteriores y, tan prono como la bola abandonó la punta de sus dedos, supo que había vuelto a ganar. Elevó el dedo índice derecho y caminó hacia la mitad de la cancha, mientras la pelota continuaba trazando su parábola antes de atravesar el aro.

Antes de la competencia, Bird les preguntó a sus rivales que quién de ellos terminaría en segundo lugar. Después, antes de siquiera comenzar a sudar, recogió un cheque por $12,500 y el trofeo. Bird encabezó la NBA en triples anotados desde 1985 hasta 1987, se clasificó entre los cinco primeros en otras tres temporadas y durante siete campañas figuró entre los mejores diez de la liga en porcentaje de tiros de campo de tres puntos. Encabezó la NBA en porcentaje de tiros libres en cuatro ocasiones. Sumó 21 791 puntos (37º de todos los tiempos), fue All-Star 12 veces, ganó tres títulos de la NBA y tres premios al Jugador Más Valioso de la NBA. Pero eso, por supuesto, fue en ese entonces.

El ícono de los Boston Celtics y presidente de los Indiana Pacers cumplió 60. Bird habló recientemente con ESPN acerca de su técnica de tiro, por qué nunca se cansaba en los juegos, el alivió que sintió cuando se retiró, el reto de dirigir a una nueva generación de jugadores y más.

Baxter Holmes: Cuenta la leyenda que aún resulta difícil ganarte en una competencia de tiro, sin ir más lejos este mismo verano, y que ni siquiera Paul George te pudo vencer.

Larry Bird: Ya no. Cielos, debe haber sido hace cinco o seis años. Estábamos en la Costa Oeste. La última vez que recuerdo [haber tirado] fue en las instalaciones de los Clippers. Simplemente me entregaron la pelota y comencé a tirar. ... Esa fue la única vez. Quizá cuando [George] era novato, no lo sé. En realidad no he tirado en cerca de cinco años.

BH: ¿Echas de menos jugar?

LB: Es curioso. Cuando me retiré, pensé que realmente lo extrañaría. Pero en realidad sentí como si me hubieran quitado un gran peso de encima. No lo podía creer. Cuando acabé esa rueda de prensa, salí de ahí y pensé, "Bien, ahora no soy más que un ciudadano común. Mi carrera ha terminado y me siento bien". Pero cuando era entrenador, jugué un poco contra los jóvenes... tres contra tres, cuatro contra cuatro. Y entrené con los Celtics durante un año, el año siguiente. Bueno, cuando me retiré, el siguiente año tuve una fusión de columna. Me tomó cerca de un año recuperarme. Pero el siguiente año, jugué un poco con estos muchachos en los entrenamientos. Pero en realidad nunca tuve el deseo de salir y trabajar durante una hora y tirar una pelota de básquetbol.

No sé por qué. Posiblemente se deba a que pasé tanto tiempo haciéndolo cuando era jugador, y entrené tan duro durante los veranos que, una vez que terminó, simplemente quise seguir adelante. Era mi tiempo para continuar. Aunque aún me emociono cuando jugamos en los playoffs en un partido importante.

BH: ¿Sí?

LB: Sí. Pienso: "Vaya, desearía poder estar ahí".

BH: ¿Así que aún sientes aquel instinto competitivo de vez en cuando?

LB: Recuerdo una vez, cuando estábamos jugando contra Miami en el Juego 7 y no estábamos jugando bien, pensé, "Desearía poder jugar y ayudar un poco a Paul [George] y David [West]".

BH: Considerando que has dejado de lanzar, es curioso que persista esa leyenda que cuenta que estabas en la cancha, tirando mejor que basquetbolistas mucho más jóvenes. Existe una historia de hace tiempo, que cuenta que estabas en la cancha tirando y los Pacers llegaron y te vieron y simplemente se quedaron observando cómo encestabas una y otra vez, hasta que abandonaste la cancha.

LB: El problema era que no me estaba moviendo. Caminaba un poco hacia adelante y hacia atrás. No estaba solamente ahí parado, sino que estaba recorriendo de un extremo a otro la línea de tiro libre. Tú te estás refiriendo solamente a tiros desde una distancia de entre 4.8 m y 5.1 m.

BH: ¿Notaste que te estaban observando?

LB: No. No me di cuenta hasta que terminé y alguien dijo, "¿Por qué te detienes?" Respondí, "¿Qué caso tiene seguir tirando si no fallo?" [Ríe]

También entrenaba así. Solía salir en los veranos y hacía todo lo que tenía que hacer y tiraba al final. Si salía y estaba encestando todo pensaba, "¿Qué caso tiene hacer esto?" Y lanzaba 500 tiros libres. Pero al día siguiente, si llegaba y notaba que la pelota se estaba desviando ligeramente a la izquierda, pasaba horas tratando de corregirlo. Es increíble. Cuando fallaba constantemente, siempre era hacia la derecha, dentro del borde de la canasta. Y eso es porque la pelota solía rodar sobre mi dedo torcido [índice derecho] hacia acá [hace el movimiento hacia la derecha] en lugar de hacerlo en esta dirección [hace el movimiento hacia adelante]. Cuando comenzó a hacerlo, mi mano estaba haciendo algo así [muestra un movimiento de seguimiento que termina hacia la derecha] en lugar de hacia abajo. Me llevaba una eternidad [corregirlo]. Podía tomarme una hora recuperarlo. Así que en mis malas rachas, cuando fallaba un tiro, la pelota solía golpear la parte interior derecha del aro y se salía. Nunca hice un tiro largo. Siempre era la misma falla.

BH: Con lo que sabes ¿todavía trabajas con los muchachos en sus tiros?

LB: Sí, le dije a Paul [George]. Su tiro se ve mucho mejor ahora porque cuando primero llegó a la liga, su mano estaba de cierta manera cruzándose así (hace un movimiento de seguimiento que se inclina hacia la derecha) cuando tiraba. Se podía ver. Y ahora la tiene prácticamente en una posición perfecta. Estábamos hablando y le dije, "Finalmente tienes la pelota donde debía haber estado hace unos tres años". Cuando sufre malas rachas de tiros, sucede lo mismo. Es como si estuviera girando la pelota así, bueno, no exactamente así. Estoy exagerando. Pero su mano comienza a inclinarse de esa forma, en lugar de continuar hacia arriba.

BH: Supongo que cuando les das consejos, solo hablas con ellos en lugar de salir a la cancha y trabajar con ellos
LB: Correcto. Le dije [a Paul George], "Puedo ver que finalmente metiste la pelota en el espacio correcto". Respondió, "¿A qué te refieres?" Le dije, "Estás acertando tiros porque tu mano está en la posición correcta en el seguimiento. No está saliendo hacia la derecha". Pero les digo a los muchachos que, aunque no tengo todas las respuestas, sí tengo mucha experiencia. He estado en esta liga cerca de 36 años. Eso es lo que sucede cuando envejeces. Ves todos los entrenamientos y los juegos y descifras a estos muchachos. Pero eso es lo único que tengo: la experiencia. Siempre les digo, no sé si estoy en lo correcto. Aunque, en mi experiencia, esto es lo que sucede.

BH: Leí que Kevin Durant realizó algunos ejercicios para fortalece la muñeca y que, de alguna manera, tenía alguna relación contigo.

LB: Es interesante. Cuando estaba en el sexto grado, tenía que presentarme antes de que comenzara la escuela para realizar tiros libres y cargar algo de pesas. No como ellos lo hacen. Ellos tenían un rodillo, un aparato para la muñeca.

BH: ¿Era un trozo de cordón con una pesa amarrada y lo rodabas para subirlo?

LB: (Asiente con la cabeza) Entonces mi entrenador dijo, "Vas a tener que fortalecer la muñeca". Era el entrenador de la universidad. Así que lo hice todo el tiempo. Y aún ahora pienso que ese es uno de los motivos por los que fui capaz de tirar como lo hago. Eso, para mí, cambió todo. Estaba en el sexto grado, algo así como de 10 o 12 años.

BH: ¿Tu tiro se basaba principalmente en las muñecas?

LB: Era una honda... pero, más que nada, funcionó para mis muñecas. No sé por qué. Me decía, "Tus muñecas deben fortalecerse". Y solía decirles a los muchachos, a sus 8,9 o 10 años, que si hacían ejercicios de muñeca, en lugar de recibir la pelota a esta altura [cerca del pecho], podían recibirla aquí arriba [arriba del hombro]. Es interesante escuchar que [Durant] lo hizo, porque siempre he pensado que fue clave para mí cuando era más joven.

BH: Me dijo que sus muñecas se habían fortalecido tremendamente.

LB: Te lo aseguro, lo hice y eso hizo una gran diferencia en mi juego. Fue eso y mi mano izquierda. Siempre me dijeron que tú tienes que ser capaz de driblear con ambas manos y usar ambas manos normales.

BH: ¿Usaste algo particular para entrenar tu mano izquierda?

LB: Sólo rebotar, rebotar, robotar (el balón con mi mano izquierda). Eso fue lo único que hice. Además, los ejercicios de la muñeca. Hice ejercicios de muñeca más que levantar pesas. Fue algo como Kevin. Al diablo con las pesas.
Pensé que el básquetbol me haría suficientemente fuerte. Pero los ejercicios de muñeca fueron la clave de todo lo que hice.

BH: Con la ciencia y la medicina como está, los jugadores deben estar en la mejor forma posible. Pero algunos de los métodos de los viejos tiempos eran mucho mejor.

LB: La única cosa que me hubiera gustado haber tenido era la fuerza central. Recuerdo que [Robert] Parrish nunca tocó la pelota en el verano, pero hizo yoga. Ésa es una parte importante de ello: estiramiento y respiración. Pero yo, tuve que correr mis tres millas para calentar. Tuve que montar mi bicicleta 12 millas y media. Tuve que correr. Siempre sentí que tenía que hacer más, más, más. Por eso me destruií. Creo que esa fuerza central se habría encargado de la mayor parte de eso, aparte del acondicionamiento.

BH: ¿Corrías larga distancia antes de cada partido?

LB: No todos los juegos. Sólo dependía. Si estábamos en la carretera y era agradable fuera, corría 2-3 millas apenas para calentar, Tú sabes.

BH: He oído que hubo momentos en la tarde cuando equipos contrarios entraban en la arena para un paseo y escuchaban pasos en el vestíbulo y eras tú, mientras corrías.

LB: Sí, yo corría.

BH: ¿He escuchado que eso los ponía a temblar?

LB: [Risas] No sé sobre eso. Hice mucha carrera. Mira, yo nunca me sentí cansado durante el juego. Simplemente nunca me cansé.

BH: ¿Sientes que si no hubieras hecho todo ese correr hubieras jugado más tiempo?

LB: Tenía que hacerlo.

BH: ¿Pero sientes que si hubieses durado más si no lo hubieses hecho?

LB: Probablemente. Pero no pude [evitar todo eso correr]. Tenía esa cosa en mi cuerpo que me decía que me levantara y fuera; ese reloj. Cuando es tiempo de correr, corre. Así es como estaba. Recuerdo mi segundo año en la liga, estábamos en el Juego de las Estrellas en Nueva Jersey, y Artis Gilmore me dijo: "Hombre, eres realmente un buen jugador, Larry, vas a ser genial. Pero si sigues jugando de la manera en que estás jugando, no vas a durar mucho". Yo dije: "No puedo jugar de otra manera, así es como juego".

BH: Se refería a cuán lejos corrías o a cuán duro jugabas?

LB: Pienso que era a cuán duro estaba jugando. Él nunca entrenaba. Pero yo lo sabía. Yo sabía que no iba a durar tanto tiempo. Sabía que iba a fallar. Es como es. Tenía este deseo de ganar cada juego y la única forma que sentía, en mi mente, que podría hacerlo era estando en mi mejor condición.

BH: Hablé con Pop [Gregg Popovich] sobre el arte de intentar extender la carrera de los chicos y me dijo que una de las cosas más difíciles era asegurarse de que el jugador está en la misma página y que esté mirando el panorama general y no sólo el juego de esa noche.

LB: Un juego. Siempre pensé que aquella noche era el juego más importante del mundo. Todos en el mundo estaban viendo ese juego. Y yo tenía que ser el mejor jugador en la cancha y ganar ese partido esa noche. Esa fue mi mentalidad y se me pegó todo el camino a través de mi carrera. Pero, sabiendo eso, sabía que iba a pagar por ello de una manera difícil. Probablemente por eso, cuando me retiré, después de la conferencia de prensa, probablemente sentí alivio.