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Dion Waiters y el Miami Heat son la nueva gran sensación de la NBA

Esto.

Esto.

Y sobre todo esto.

Tres momentos distintos, pero igualmente importantes, de la vida de Dion Waiters y el Miami Heat durante una segunda mitad de la temporada que los vio renacer de las cenizas para convertirse en el rival al que absolutamente nadie quiere enfrentar en la primera ronda de los playoffs.

El triple en la chicharra que concretó lo que en aquel entonces era el batacazo más inesperado contra los Golden State Warriors, el que concretó la remontada del Heat en Brooklyn dos noches más tarde tras ir perdiendo por 18 en el último cuarto, y el que selló la segunda victoria en la misma cantidad de partidos consecutivos el lunes contra unos Cleveland Cavaliers que contaban con LeBron James y Kyrie Irving en la cancha. Sin embargo, el que se robó el show fue Waiters.

Hace 48 días el Heat iba 12-30 y yo escribía sobre su “colapso” derecho hacia el fondo de la Conferencia Este. En aquel entonces, yo caractericé a Waiters como un mero protagonista de relleno en el plantel de Erik Spoelstra que no le llegaba ni a los tobillos al legado de un Dwyane Wade que estaba chocho de la vida en Chicago.

“Ahora en vez de Wade está Waiters, cuyos 13 puntos por partido no se comparan con los 19 que su predecesor promedió en la temporada regular pasada o los 21,4 a los que elevó su juego en los playoffs”.

También dije que “en este momento, la realidad indica que el Heat está varado en el medio del mar. Si quieren ser optimistas, su bote de rescate podría llegar en el Draft en la forma de Markelle Fultz o Lonzo Ball como su próximo Tim Hardaway, o quizás Malik Monk se convierte en el nuevo Wade mientras Whiteside, Winslow, Richardson y Johnson dan un salto de calidad”.

Admito que estuve equivocado. La lotería del Draft ya no es el objetivo en el Sur de la Florida, mucho menos una de las selecciones principales de este, sino que el Heat se ubica a apenas dos juegos y medio de distancia del sexto lugar de su conferencia y a uno y medio de los playoffs que cuando se brindaba por el año nuevo parecían poco más que una quimera inalcanzable.

Menos de dos meses después de aquel análisis que me hizo ver como lo opuesto a Nostradamus y más cerca de ser la versión basquetbolística de JaVale McGee, Miami cuenta con una marca de 19-4 en sus últimos 23 juegos. Estamos hablando de la mejor de la NBA en la segunda mitad de la temporada.

Así es. Cleveland va 12-9, Golden State 17-5 y los San Antonio Spurs 17-4 durante ese mismo periodo de tiempo. Lo más increíble de todo esto es que las cuatro derrotas del Heat llegaron a manos del Orlando Magic (dos veces), los Dallas Mavericks y los Philadelphia 76ers, tres equipos con una marca combinada de 72-117. Las caídas esperadas, mientras tanto, nunca sucedieron.

Miami le ganó a los Rockets y los Cavaliers, las franquicias con la tercer y cuarta mejor marca de la NBA respectivamente, dos veces de local y visitante. Fue a Chicago y Atlanta y salió airoso de ambos territorios hostiles habiendo prevalecido de forma convincente por dobles dígitos, de la misma manera que lo hizo primero en Houston y luego en Cleveland sin Tyler ni James Johnson, dos de los pilares de su banca.

Es más, nadie había derrotado a los vigentes campeones de la NBA dos veces seguidas en la misma cantidad de partidos desde Abril del 2007, cuando los entonces denominados Charlotte Bobcats humillaron al Heat de Shaq y Wade.

Todo esto no hubiese sucedido sin Waiters, un escolta al que el Heat extraña cuando él no está al haber ganado apenas siete veces y perdido 16 cuando él se vio marginado por lesión esta temporada. Sin las dos noches consecutivas a mediados de enero cuando él anotó 33 puntos contra los Warriors y Milwaukee Bucks o sus 23 puntos, 10 rebotes y siete asistencias en Houston para que una herida de dos derrotas seguidas no se convierta en una hemorragia de tres que sangraría durante todo el receso del Juego de las Estrellas.

Estuve equivocado porque, a pesar de que a veces se ve afligido por apagones inconsistentes como los del partido del lunes en Cleveland cuando él contaba con apenas dos puntos y uno de 11 intentos encestados en la segunda mitad antes del triple sublime, él también te regala 24 de sus 29 puntos en el primer tiempo para posibilitar el colchón de 10 puntos al descanso. Hasta a veces se parece a Wade con sus tiros de media distancia.

Su porcentaje de efectividad jamás será impecable como el de Durant, sus triples nunca se verán inmaculados como los de Stephen Curry, pero confianza no le falta ni a él ni a su equipo.

Le pueden decir que no es capaz de derribar a Goliat, pero igual va a intentarlo junto a sus compañeros. En Cleveland ya recibieron el mensaje bien clarito.