Top 10 de la Semana: Los novatos se destacan sobre el resto

Seamos sinceros, ser un novato en la NBA apesta. Ya de por sí, el rigor físico se triplica al tener que pasar de disputar entre 30 y 36 juegos espaciados que duran 40 minutos contra jóvenes de entre 18 a 22 años a por lo menos 82 partidos contra hombres que pueden llegar a eclipsarte físicamente y juegan a un ritmo frenético. Mientras tanto, siempre tienes que comprar las rosquillas para la práctica y llevar los bolsos, los referís no cobran nada a tu favor, los veteranos te recriminan todo y, si eres un novato de renombre, la afición pone la lupa en ti y espera que seas espectacular como el futuro brillante de la franquicia.

Sin embargo, cuando logras manejar esa presión y te las arreglas para que ser un profesional en la mejor liga de básquetbol del planeta no te abrume, las cosas pueden ponerse realmente buenas.

Eso fue lo que pudimos ver de parte de varios de ellos durante los últimos siete días, y por eso les dedicamos esta edición del Top 10 de la Semana a los chicos que van llegando al 2018 convirtiéndose en piezas clave de sus respectivos equipos.

1. La redención de Lonzo Ball

Los Lakers se estaban colapsando en Filadelfia este jueves contra los Philadelphia 76ers y veían como una ventaja de 16 puntos en el tercer cuarto se les había esfumado para convertirse en un 104-104. Los Sixers contaban con la oportunidad de tomar la delantera, pero el conjunto angelino lo evitó y el balón cayó en manos de su base novato Lonzo Ball. Ball había estado desaparecido durante casi todo el último cuarto y podría haber optado por utilizar el último tiempo fuera de su equipo estando en su propio lado de la cancha, pero optó por salir disparado como un rayo con 12 segundos por jugar.

Cualquiera podría haber esperado que él intente obtener toda la gloria con el tiro ganador, pero él fue muy inteligente y frenó de repente cuando quedaban 9.6 segundos. Su premisa era “o nosotros encestamos o nos vamos al tiempo suplementario”.

Luego él le entregó el balón a Brandon Ingram y se estacionó en la esquina derecha sin que nadie le preste atención ya que su porcentaje de efectividad en triples es de apenas un 24 por ciento, marginalmente peor que su 32 por ciento en tiros de campo. En pocas palabras, su manera de tirar apesta.

He ahí el primer error fatal de los Sixers, ya que Ingram le devuelve el pase a Ball y él desborda hacia el aro al encontrarse con la marca rival. Tres defensores lo rodean para evitar la bandeja y Ball, el jugador que todos esperan que sea el mejor pasador desde Magic Johnson, los engañó a todos para encontrar a Ingram solito para el triple. “Swish” con 0.8 segundos por jugar, 107-104 y a otra cosa.

Ball terminó esa noche con 10 puntos, ocho rebotes y ocho asistencias, pero lo que fue muchísimo más vital que sus estadísticas fue que él no se achicó ante un momento enorme en territorio hostil y frente a una audiencia nacional que lo veía por televisión. Ese triple también demostró que a él no le interesa ser el “héroe” y prefiere encontrar la jugada más propicia, por más que su compañero sea el que se lleve la gloria.

Además, él demostró que no se bajonea tras tener cuatro días para pensar en sus dos puntos y cuatro de cuatro tiros errados, incluyendo tres triples, contra los Houston Rockets el domingo.

Su actuación fue mucho más pulcra y efectiva contra los Lakers. No metió un triple (0-3), pero sí encestó cinco de ocho dobles. A eso le llamo progreso.

Ser un novato apesta, y cuando todos te quieren ver caer porque no aguantan al bocón de tu padre todo se hace más difícil. Eso sí, cuando tu asistencia para un triple ganador llega después de una jugada espectacular de autoría totalmente tuya, de repente todo vale la pena.

2. Ben Simmons es un fenómeno