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Tras su primer año, Dave Dombrowski se siente como en casa en Boston

El manager de los Medias Rojas John Farrell no ha enfrentado resistencia de parte del presidente Dave Dombrowski a enviar a la banca a talentos caros. Charles Krupa/AP Photo

BALTIMORE -- Dave Dombrowski estaba conversando con un reportero en las gradas del jardín izquierdo en el Fenway Park antes de un juego reciente cuando un fanático en un grupo que estaba de gira por el estadio se detuvo para agradecerle por juntar un equipo de los Medias Rojas de Boston agradable, y que de paso, esté compitiendo por un puesto en la postemporada.

Dombrowski dijo que le ocurre mucho eso. El jueves marca el primer año desde que comenzó a encargarse de las operaciones deportivas de los Medias Rojas, y aparentemente, la luna de miel no ha acabado. Él alega que no suele mirar mucho Twitter o escuchar los programas radiales deportivos, los medios que le dan voz, y hasta un nombre, a sus críticos más acérrimos. Pero cuando se detiene para su café mañanero o cuando sale a trotar, insiste que las reacciones que recibe son mayormente positivas.

Y no es como que todo lo que Dombrowski haya tocado se haya convertido en oro. Lejos de eso. Él fue quien persuadió al principal dueño John Henry a que gastara $217 millones en el zurdo agente libre David Price, y Price tiene efectividad de 4.29 que lo ubica ligeramente mejor que el promedio de la liga de 4.47. Cambió cuatro prospectos por el cerrador Craig Kimbrel, quien está teniendo la mejor temporada estadística de su carrera. Y ha sido criticado desde el mes pasado por haber cambiado al cotizado lanzador prospecto de 18 años Anderson Espinoza a los Padres de San Diego por el zurdo Drew Pomeranz, que no ha sido puesto a prueba.

Pero con un grupo de jóvenes Todos Estrellas - el torpedero Xander Bogaerts, el jardinero central Jackie Bradley Jr. y el candidato al JMV y jardinero central Mookie Betts -- quienes fueron seleccionados o firmados en su mayoría por el ex gerente Theo Epstein y desarrollados por el sucesor, Ben Cherington, los Medias Rojas son un equipo que uno disfruta al ver sus partidos. Y las movidas de Dombrowski los han puesto en posición de llegar a la postemporada por primera vez desde que ganaron la Serie Mundial de 2013.

"La gente es usualmente bastante amigable", dijo Dombrowski. "Quizás alguien salga y me diga, 'Este chico es una basura. ¿Por qué lo tomaron?' Pero la mayoría de la gente es amable. Ellos me dicen, 'Oiga, realmente me gusta este equipo. Apreciamos lo que ha hecho'. Así son la mayoría de los comentarios".

Dombrowski, de 60 años, trajo consigo fuertes credenciales a los Medias Rojas. Construyó equipos ganadores en Montreal a finales de los años 80, se hizo cargo del equipo de expansión de los Marlins de Florida en 1992 y los llevó a un título de Serie Mundial en apenas su quinto año de existencia, y transformó a los Tigres de Detroit de un equipo de 106 derrotas en 2002 a un equipo que ha llegado cinco veces a la postemporada y que ha ganado dos banderines de la Liga Americana.

Sin embargo, no le tomó mucho tiempo a Dombrowski darse cuenta que Boston es diferente a los otros lugares donde ha trabajado. Los Medias Rojas son una institución, una pasión y una novela, todo en uno. Se dice que los Medias Rojas no juegan una temporada de 162 partidos sino que juegan 162 temporadas de un juego. El escrutinio diario aumenta lo que ya es una implacable rutina de ocho meses desde el inicio de los entrenamientos primaverales hasta el final de la temporada.

"Pienso que probablemente el aspecto diario que entra en juego en cada partido aquí es que es algo único", dijo Dombrowski. "Es algo muy emocional. Si ganas, eres el más grande. Si pierdes, no eres tan bueno. Y pienso que uno tiene que realmente trabajar duro para mantener un nivel de perspectiva en algunos aspectos. No vas a poder cambiar esa emoción, pero cuando trabajas con el equipo, uno tiene que darse cuenta que si un chico tiene una mala salida, eso no significa que sea un mal lanzador. Si un chico está en una mala racha de 27-1, eso no significa que no vaya a poder volver a batear.

"Puede ser algo cruento en cada mercado, pero aquí recibe mucha más atención. Pienso que esa es la mayor diferencia para mí".

De hecho, puede tomar tiempo el acostumbrarse y sentirse cómodo el jugar en Boston. Y si Dombrowski se siente así, él solo puede imaginarse cómo se deben sentir los jugadores.

Tomen el ejemplo de Price, que no ha podido llenar las expectativas de nadie, ni siquiera las de él mismo. A pesar de liderar la liga en entradas (163⅔) y ubicarse tercero en ponches (167) al comenzar la semana, también ha permitido por lo menos cinco carreras limpias en seis entradas, y los Medias Rojas tienen marca de 12-13 cuando él está en el montículo.

Pero déjenle al agente Scott Boras, quien no representa a Price, poner en perspectiva los problemas del as. Durante una reciente serie en el Angel Stadium, Boras le recordó a Dombrowski que Price había lucido muy bien la noche antes al maniatar a los Angelinos de Los Angeles en ocho entradas en la eventual derrota 2-1.

"Él estaba diciendome, 'Wow, Dave, Price lució grandioso. Su cambio lució fantástico'", recordó Dombrowski. "Yo le dije, 'Sí, parece que finalmente se está encontrando'. Y entonces él me dijo, 'Recuerda Dave', -- y este es Scott diciéndome esto -- 'esos primeros tres o cuatro meses de un agente libre en un equipo nuevo, un gran nombre, son duros. Muchas veces no se encuentran a sí mismos de inmediato'.

"Yo sí creo que esas cosas pasan, e incluso un poco más aquí [en Boston]."

Hace varios meses, Dombrowski y su esposa, Karie, compraron una casa de seis habitaciones en Brookline, Massachusetts (casualmente el pueblo natal de Epstein). Pero con su hijo y su hija en la escuela en Michigan, no se mudaron hasta mediados de julio, por lo que Dombrowski vivió en un hotel a pocas cuadras del Fenway.

Ese tiempo de soledad le dio la oportunidad de meterse de lleno en su trabajo. Inicialmente, eso significó comenzar a conocer a la mayor cantidad de gente posible en la oficina central. Dombrowski promovió a Mike Hazen al puesto de gerente, retuvo al atribulado manager John Farrell luego de su batalla con el cáncer, y retuvo a la mayor parte del personal de operaciones deportivas que había laborado bajo Cherington, decisiones que favorecieron la continuidad. Además reclutó a su viejo ayudante Frank Wren para que laborara de nuevo a su lado.

Al construir el roster, Dombrowski actuó con rapidez y decisión. En el pasado invierno, él identificó tres necesidades principales - un abridor estelar, un relevista con poder en su brazo para las últimas entradas y un jardinero reservista - y adquirió a Price, Kimbrel y Chris Young durante un periodo de 25 días en noviembre y diciembre. El mes pasado, hizo tres cambios en ocho días, mejorando la banca con el jugador del cuadro Aaron Hill, que batea a la derecha, el bullpen con el derecho Brad Ziegler, y la rotación de abridores con Pomeranz.

Dombrowski también pudo haberse ido a lo grande en la temporada final para el toletero dominicano David Ortiz. Pero contrario a su reputación de hacer añicos un sistema de fincas en aras de ganar ahora, se mantuvo firme con el cotizado prospecto Yoan Moncada, el lanzador premiado Michael Kopech, el antesalista Rafael Devers y el seleccionado en la primera ronda del 2015 Andrew Benintendi, quien se ha afianzado como el jardinero izquierdo titular tras ser ascendido hace dos semanas.

"Le tengo el mayor de los respetos a David Ortiz, pero no querría hacer nada para lastimar la franquicia a largo plazo si uno no cree que es lo correcto. Yo no haría eso", dijo Dombrowski. "Y [Ortiz] no lo permitiría tampoco. Él quiere ganar, pero dentro de lo razonable.

"Un par de veces cuando hemos hablado, él me diría, '¿Qué tal este chico?' Y le digo, 'Bueno, este es el que ellos quieren', y yo le diría, 'Oh, yo nunca haría ese cambio'. Ese tipo de cosas".

Quizás más importante aún, Dombrowski estableció una cultura de rendición de cuentas al darle a Farrell el poder de tomar las decisiones de la alineación basado en méritos, no por contratos. Luego de ser superado en los entrenamientos primaverales, el antesalista de $95 millones Pablo Sandoval y el jardinero de $72.5 millones Rusney Castillo comenzaron la temporada en la banca. Luego Castillo fue sacado del roster de 40 jugadores y enterrado en Triple-A.

Sin embargo, ahora, tras haber pasado la fecha límite de cambios directos, el mayor peso sobre los hombros de Dombrowski ha sido levantado. Queda en manos de los jugadores el emerger victoriosos en su lucha contra los Orioles de Baltimore y los Azulejos de Toronto por la corona del Este de la Liga Americana o un puesto de comodín. Y hablando en general, Dombrowski dijo que está satisfecho de que las movidas que ha hecho hayan puesto al equipo en dicha posición.

"Así lo pienso", dijo. "La gente se olvida, no tuvimos record ganador en el último par de años. Pero ahora estamos en un puesto completamente diferente. Estamos en una contienda por el banderín. Ahora, yo no sé si lo vamos a ganar o no. Pero estamos en la carrera, y eso es lo que uno tiene que intentar cada año. Me gusta nuestro equipo. Pienso que tenemos una oportunidad real.

"Pero pienso que cuando uno dice eso, los resultados de nuestro desempeño en el terreno son como otras personas miren a lo que hemos hecho. Tenemos un buen equipo. Cuán buenos seremos queda por decidirse".

Por ahora, el grueso de las críticas se ha centrado en Farrell, cuya seguridad en el trabajo es un tema diario de conversación. Pero si los Medias Rojas prueban que no son lo suficientemente buenos, Dombrowski sabe que él también va a escuchar esas críticas. Algunos de sus mayores admiradores en el establecimiento donde compra su café probablemente terminen siendo algunos de sus mayores críticos.

"Pienso que es algo grandioso. Adoro la pasión", dijo Dombrowski. "De eso es que se trata el béisbol. Aquí es una pasión diaria. Es una gran experiencia para alguien como yo, que ha pasado toda su vida en el béisbol.

"Para esto es que uno se esfuerza".