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Jorge Morejón, ESPN Digital 7y

Fanáticos le dicen adiós a José Fernández en Marlins Park

MIAMI - Una viejita cubana, con una bandera en la mano, me pide un abrazo, envuelta en lágrimas.

"Esto es muy triste, m´ijo, muy triste"

Es la despedida de José Fernández en Marlins Park, donde más brilló su luz y desde donde partió el cortejo fúnebre entre vítores de miles de presentes.

Sus compañeros de equipo, ejecutivos de los Marlins y empleados del parque esperaron la llegada del vehículo que conducirá los restos del ídolo fallecido el domingo en un accidente marítimo hacia su descanso eterno.

Barry Bonds, el coach de bateo, Giancarlo Stanton y Marcell Ozuna son los más cercanos.

Todos acompañan el carro por una cuadra, para entregárselo a la razón de ser de los deportistas: sus fanáticos.

Todos quieren darle un último adiós antes de que se vaya a la Ermita de la Caridad, ese sitio imprescindible en la espiritualidad de la comunidad cubana de Miami.

"No vengo mucho al estadio a ver los juegos de los Marlins porque llevo poco tiempo aquí en Miami y venir cuesta caro, pero siempre trataba de asistir los días que lanzaba José", dijo uno de los tantos fanáticos que se reunieron para despedir al serpentinero, que se identificó como Manuel. "No me imagino cómo será cuando empiece la próxima temporada en abril".

"Es un dolor tremendo, que siento como si hubiera perdido a un familiar cercano. El año próximo será el Juego de las Estrellas aquí en el Marlins Park y me imaginaba que el abridor de ese día sería él. Trataré de venir de todos modos, pero sé de antemano que ya no será igual", señaló Arián González, un joven que vestía una camisera con el número 16 de los Marlins.

Muy dolido estaba su compatriota Odrisamer Despaigne, quien a pesar del corto tiempo que lleva en los Marlins, a donde llegó procedente de los Orioles el mes pasado, había establecido una fuerte relación con José.

"Es una sensación extraña. Hace apenas unos días se me acercó para decirme que la gerencia le había pedido que trabajáramos juntos durante el invierno para prepararme porque el equipo tenía planes para usarme como abridor en la próxima temporada", contó un compungido Despaigne.

"Pero uno hace planes y en un instante se deshacen. Lo difícil es no verlo más aquí con su alegría", añadió el cubano.

De la Ermita de la Caridad, a la orilla del mar, donde se encontraban autoridades locales y se ofició una misa, el cortejo fúnebre partió a la iglesia católica St. Brendan, en el suroeste de Miami, donde miles de personas comenzaron a desfilar ante el féretro, en una de las expresiones de dolor más poderosas en la historia de esta ciudad.

El dueño del equipo, Jeffrey Loria, y el manager Don Mattingly, se fundieron en un emotivo abrazo con Maritza, la madre del fallecido serpentinero, a quien le entregaron una camisa con el número 16, mientras miles de miamenses formaban una cola de casi tres cuadras para llegar al templo.

"En 48 años que llevo viviendo aquí no recuerdo ver a la gente tan triste, tan desolada", contó Joe Puyala, una de las voces en español de los juegos del Miami Heat, quien comparó la pérdida de Fernández con la de Celia Cruz, como los dos eventos luctuosos de mayor convocatoria.

"Celia ya había hecho una larga carrera y de ella siempre nos quedan las grabaciones de su música, pero este muchacho apenas estaba despegando y parecía no tener límite en lo que pudiera lograr en el béisbol", opinó Puyala.

Por su parte, el senador Marco Rubio pidió una investigación sobre la seguridad del rompeolas donde chocó el bote en el que viajaban el pelotero de 24 años y dos amigos, que también fallecieron en el accidente.

Rubio, senador por Florida, envió una carta a la Guardia Costanera y al Cuerpo de Ingenieros del Ejército para solicitar que se evalúe el rompeolas, instalado hace un siglo, y si representa un peligro para las embarcaciones. El rompeolas, que se extiende desde el puerto de Miami, es difícil de ver de noche, especialmente con la marea alta, dijo Rubio.

"Lamentamos las numerosas muertes en el mar cada año y podemos hacer más para salvar a otros", escribió Rubio. "Como navegante que soy, he experimentado lo difícil que es navegar alrededor de este rompeolas".

Poco después que el bote de Fernández chocó el domingo por la madrugada, la Guardia Costanera dijo que una boya iluminada que marca la entrada del canal al final del rompeolas funcionaba adecuadamente. El rompeolas no tiene luces, pero las autoridades han dicho que varias evaluaciones determinaron que las medidas de seguridad actuales son adecuadas.

La Comisión de Pesca y Vida Salvaje de la Florida investiga el accidente. Además de Fernández, fallecieron Emilio Jesús Macías, de 27 años, y Eduardo Rivero, de 25.

Un bar y restaurante ubicado a orillas del río de Miami confirmó que Fernández estuvo allí antes del choque, pero no se sabe si consumió alcohol.

El lanzador nacido en Cuba huyó de la isla a los 15 años y se convirtió en una estrella de Grandes Ligas, y en el jugador más popular de los Marlins. En 2013 ganó el premio al Novato del Año de la Liga Nacional, y fue elegido en dos ocasiones al Juego de Estrella.

En vez de flores, la familia de Fernández pidió donativos para la Fundación JDF16, a través de la página www.MiamiFoundation.org/jdf16.

Información de The Associated Press fue utilizada en esta historia.

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