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Ayudar al arranque del "Sho-Time", quizás, la mayor asistencia de Mike Trout.

Shohei Ohtani viajó más de 5.000 millas (8.046 km) desde su hogar en Japón, en su aspiración de hacer historia como jugador de dos facetas en Grandes Ligas. Por ello, era natural que sintiera nudos en su estómago y la carga de las inmensas expectativas puestas en él, horas antes de hacer su debut como pitcher con Los Angeles Angels.

La tensión seguía presente hasta que Ohtani abordó el bus desde hotel del equipo con destino al Oakland-Alameda County Coliseum el 01 de abril. Al pisar el último escalón, una voz rompió el silencio con un grito similar al del famoso anunciador de boxeo Michael Buffer: “¡Es Sho-Time!” Ohtani dibujó una gran sonrisa en su rostro y todo el bus estalló en risas.

No sorprendía a nadie que la voz fuera la de Mike Trout, futuro miembro del Salón de la Fama y director residente de relaciones sociales del clubhouse de los Angels.

Desde la primera temporada de Trout en las Mayores en 2012, éste ha logrado sumar argumentos suficientes para considerarlo como el mejor pelotero del Béisbol de Grandes Ligas. Ha hecho seis apariciones consecutivas en Juegos de Estrellas y ha terminado como primero o segundo en la votación al Premio Más Valioso en cinco ocasiones, sentando las bases de un tercer galardón incluso con Mookie Betts y otros peloteros dando fuerte competencia.

Los compañeros de Trout, si bien aprecian su grandeza, se muestran poco intimidados por su presencia por su comportamiento accesible y autenticidad. En su casa de Millville, Nueva Jersey, la gente del restaurante Jim’s Lunch, la barbería Razor’s Edge y el Elks Lodge aún se refieren al mejor pelotero del béisbol como “Mikey”. En Anaheim, Trout surte el mismo efecto dentro del clubhouse, con su forma de asumir el béisbol y la vida, libre de divismos.

“No llegué a ver a Mike jugar en Pequeñas Ligas, pero todos me dicen que sigue siendo la misma persona”, dijo Craig Landis, agente de Trout. “Cuando tenía 10 años, era el mejor jugador y todo lo que quería era ganar el partido para ir después a comer pizza y helados con sus amigos. Ese era el día perfecto dentro de la vida de Mike Trout. Adelantamos la película después de haber pasado por todos los niveles de la pelota hasta llegar a las Mayores y si bien hay mucho más en juego, sigue actuando muy parecido. El día perfecto de Mike sigue siendo ganar el partido y disfrutarlo con sus amigos”.

Este año, Trout asumió el reto de tomar otro paso en su progreso como líder cuando el gerente general Billy Eppler le rodeó con suficiente talento dentro de los Angels para así aspirar a clasificar a la postemporada por primera ocasión desde 2014. Si bien los aficionados de los Angels tienen suficientes motivos para sentirse algo decepcionados por el actual récord 33-28 de su equipo, nadie se atrevería a culpar de ello a la actuación de sus dos jugadores más prominentes.

Trout es líder en las Mayores con WAR de 5.3 y 19 cuadrangulares, aparte de encontrarse entre los mejores en las categorías de carreras anotadas, bases robadas y otras tantas. Ohtani tiene registro de 4-1 con efectividad de 3.18 y 11.3 ponches por cada nueve innings en su faceta de lanzador y OPS de .907 como toletero. En una campaña ya digna de ser recordada gracias al hit número 3.000 de la carrera de Albert Pujols y la exaltación al Salón de la Fama del ex pelotero de los Angels Vladimir Guerrero, Trout y Ohtani se han convertido en los dos mejores motivos para ver jugar a los Angels.

Mientras que Ohtani sigue impresionando a Trout con su versatilidad, Trout ha ayudado a crear un ambiente más grato y amistoso para facilitar la transición de Ohtani. Es lo menos que él puede hacer, considerando el compromiso mostrado por Ohtani en su mejoría.

“Lo vemos en él cuando llega y desea trabajar”, afirma Trout. “Quiere mejorar en su pitcheo y bateo. Como equipo, aquí todos somos una gran familia, por ello deseamos que se sienta cómodo”.

Las bases para el mejor libreto para una película de compadres en el béisbol comenzaron a crearse en diciembre, cuando los Angels hicieron que Trout formara parte de los esfuerzos para imponerse sobre seis otros finalistas y conseguir la contratación de Ohtani. Trout contactó a Ohtani via FaceTime para darle sus argumentos a fin de persuadirle. Después, se encontraba en la cena del ensayo general de su boda cuando conoció la noticia de que Ohtani había firmado con su equipo.

“Básicamente, me explicó sobre el buen ambiente que hay dentro de los Angels”, expresó Ohtani durante su conferencia de prensa de bienvenida, celebrada en Anaheim. “Dijo que contamos con un clubhouse grandioso y me dijo cuánto disfrutaría tenerme aquí con ellos. Sus palabras me llegaron al corazón y aquí estoy”.

Ohtani causó risas durante la rueda de prensa, cuando bromeó diciendo que esperaba vestir la camiseta número 27, actualmente propiedad de Trout. Durante los entrenamientos primaverales, Trout condujo un carrito de golf de forma alocada en el Tempe Diablo Stadium, con Ohtani de copiloto y sus compañeros Justin Upton y Kole Calhoun detrás. Trout puso un toque cómico cuando viró el volante y amenazó con llevarse a un grupo de fotógrafos que seguían a Ohtani por el campamento.

“Creo que esa anécdota simboliza la clase de amistad que tienen”, dice Grace McNamee, miembro del staff de medios de los Angels, encargada de las relaciones de la organización con la prensa nipona. “Mike ha hecho un gran trabajo rompiendo el hielo con Shohei y él es un gran modelo. Aquí tenemos a alguien que es un gran jugador, sumamente exitoso en las Grandes Ligas y es tan humilde, amable y divertido. Puedes ver la conexión que hay entre ambos.

Trout llamaba a su nuevo compañero “Shohei” antes de apodarle “Showy”. Cuando Ohtani decidió abandonar su pronunciada patada al plato, los coaches de bateo Eric Hinske y Paul Sorrento trabajaron con él para conseguir un mecanismo más veloz y Trout ofreció algunas sugerencias. Personas ligadas al equipo han percibido que Ohtani (consciente del gusto de Trout por mantenerse accesible y en contacto con los aficionados) se ha mostrado más dispuesto a interactuar con los fanáticos y firmar autógrafos en semanas recientes.

La sinergia entre ambas estrellas es, en mayor parte, sin palabras. Trout y otros miembros de los Angels han intentado usar varias frases japonesas en la conversación, con poco éxito.

“Se ríe de todo lo que digo”, afirma Trout. “No sé si él sabe lo que estoy diciendo. Pero es un buen chico”.

McNamee, al insistírsele para que nos hable sobre los conocimientos de inglés de Ohtani, sólo puede pensar en una frase que se puede reproducir aquí.

“Creo que sabe decir ‘weak sauce’ (Salsa débil)”, expresó entre risas. “No sé si Mike es quien se la enseñó”.

Cuando los Angels firmaron a Ohtani, era interesante pensar en la forma cómo ambos talentos de élite se compenetrarían. Una idea común era que Ohtani aligeraría la carga de Trout porque acapararía mucha atención que comúnmente recae en Trout, siendo éste el rostro de la franquicia de los Angels.

Hasta cierto punto ha sido cierto. Sin embargo, Trout no recibe tantos elogios a nivel nacional como se lo merecen su talento y logros. Juega en la Costa Oeste de Estados Unidos, en el segundo equipo más popular en el mercado de Los Ángeles dentro de una organización que ha jugado un gran total de tres encuentros de postemporada durante su estadía. Cuando Major League Baseball publicó su lista de camisetas más vendidas en octubre pasado, Trout estaba en octavo lugar. De acuerdo a las cifras de ventas más recientes manejadas por MLBShop.com, Ohtani tiene la octava camiseta mejor vendida esta temporada. Trout se ubica en el puesto 11.

La imagen pública de Trout, siempre moderado, ayuda a alimentar el relato de que es un hombre blando. Los aficionados saben bien que Trout es siempre amable, firma autógrafos como nadie, sabe de meteorología y apoya los equipos deportivos de Filadelfia. Pero ocurre que Trout habla siempre con frases gastadas en sus entrevistas con los medios y juega al béisbol de forma chapada a la antigua y mostrando aversión al espectáculo.

“Y por eso él no recibe tanta atención”, expresa Ian Kinsler, segunda base de los Angels. “No está batiéndose el pelo. No lanza bates, no anda chocando sus manos, lanzando tierra o dándose golpes de pecho. Sólo juega al béisbol, hombre. Viene a ganar los partidos, a ser el mejor pelotero posible y eso es todo”.

Cuando la gente llena de elogios a Trout, éste moverá sus pies y cambiará de tema. El auto engrandecimiento no es prioridad para él. Durante un invierno reciente, Trout tenía una aparición prevista en el canal MLB Network como finalista al premio Más Valioso de la Liga Americana. Con las cámaras de televisión listas en su casa, Trout envió mensajes de texto a los productores, asegurando que regresaría a tiempo tras irse de cacería. Llegó justo a tiempo para la transmisión, no sin antes poner un poco nerviosos a los moderadores en el estudio y al personal técnico.

“Cada vez que mencionas una de sus estadísticas, se le compara con Joe DiMaggio, Ted Williams, Mickey Mantle o Willie Mays, o se le coloca por encima de ellos”, expresa Mark Gubicza, comentarista de televisión de los Angels. “Casi causa risa porque cuando ves lo que es capaz de hacer, parece no ser humano. Pero no puedes decir esas cosas en frente de él, porque no conseguirás que él diga mucho. Cambiará de tema y te dirá cosas como: ‘Oye, qué buena adquisición acaban de hacer los Eagles’”, o ‘Confía en el proceso’. Es algo sumamente gracioso”.

El comportamiento de Trout en público se encuentra a un mundo de distancia de su proceder dentro del clubhouse. Sus compañeros y empleados del club lo describen como bromista e incesante con la charla basura. Es la bujía detrás de las quinielas de la “Locura de marzo” de la NCAA y los drafts de futbol americano de fantasía. Trout consigue rápidamente que compañeros, staff de relaciones con los medios y coaches jueguen partidas improvisadas de H-O-R-S-E con el aro portátil del clubhouse. Cuando los Angels tienen partidas de golf o asados posteriores a los partidos de los entrenamientos primaverales, Trout es parte inamovible de la dinámica.

Todo dentro del mundo de Trout termina derivando en una competencia. El relevista Blake Parker recuerda cuando los Angels iban en autobús hasta el Yankee Stadium durante una reciente serie en Nueva York cuando Trout comenzó a jugar con varias señales de tránsito en la ciudad y comenzó un juego de “competencia de nombres”. Hace dos años, Gubicza arrastraba su equipaje dentro del Angel Stadium antes de una gira cuando sintió una conmoción y un ruido detrás de él. Se volteó y vio a Trout y al pitcher Garrett Richards manejando scooters eléctricos que casi le atropellan.

“Son peloteros de Grandes Ligas y están corriendo jugando a ver quién llegaba primero al vestuario”, dice Gubizca. “Parecía ver a mi hijo”.

El tratamiento inclusivo de Trout trasciende las barreras raciales y étnicas. El roster de 25 de los Angels incluye jugadores oriundos de Estados Unidos, Venezuela, Puerto Rico, República Dominicana, Panamá, Curazao y ahora Japón y todos forman parte de la órbita de Trout. Sus compañeros no tienen que entender todo el diálogo para reír de sus charlas con Richards, ex compañero de cuarto en ligas menores y buen amigo.

“Él no está libre de ser objeto de bromas por ser Mike Trout”, dice Upton. “Todos somos iguales aquí. Da y recibe, también. Sin importar el tema, bromeará con alguien y ellos le responderán”.

“Cuando tu mejor jugador aporta esa energía, ayuda a todo el clubhouse. Puedes ser el mejor pelotero del mundo y no hablar con nadie o sólo llegar, jugar el partido e irte a casa. Pero eso no ayuda a que los demás mejoren. La forma cómo él asume esto y la energía que aporta al clubhouse, sin duda, ayuda mucho”.

Gubicza, quien fue por muchos años pitcher con los Kansas City Royals, ha forjado nexos con Trout debido a su afinidad mutua por los equipos de Filadelfia. Gubicza es egresado de Penn Charter, la misma secundaria en la cual se formaron Matt Ryan y Rubén Amaro Jr. entre otros, y comparte la misma pasión y fatalismo que Trout, cuyo hogar de niñez en Millville se encuentra a menos de una hora de distancia de Filadelfia.

Ambos han cultivado varios rituales a través de los años. Durante la temporada de la NFL, Gubicza estará pendiente del resultado del partido de los Eagles y actualizará a Trout dentro del dugout o cuando se para en el círculo de bateadores con la señal del pulgar arriba o extendiendo sus brazos como si fueran alas. Trout responde alzando su puño o haciendo el gesto de las alas.

Durante un día libre en agosto pasado, Trout llevó a Gubicza a un encuentro de pretemporada de los Eagles como presente de cumpleaños y estaban en primera fila del Lincoln Financial Field cuando los Eagles superaron a los Buffalo Bills.

“Nunca olvidaré esto”, dice Gubicza. “Carson Wentz y Zach Ertz llegan y lo abrazan y Malcolm Jenkins choca puños con él. Pienso: ‘¿Esto es un chiste?’ Aunque sea un partido de pretemporada, ellos se preparan para la batalla y uno nunca sabe como van a reaccionar. Salen del túnel y comienzan a abrazarlo”

Antes de que los Eagles jugaran contra New England en el Super Bowl, Trout estaba volando hacia Minnesota junto a su padre, hermano y amigos, cuando los pasajeros comenzaron a cantar de forma improvisada “Fly Eagles Fly”, himno de los Eagles. Cantó con ellos y grabó el momento para enviárselo a Gubicza vía mensaje.

La falta de pretensiones por parte de Trout se manifiesta en incontables interacciones diarias en el estadio. Los empleados de los Angels cuentan historias en las cuales varios aficionados que buscan a Trout para tomarse fotos con él, terminan sacando sus teléfonos y le permiten a él que sea quien capture la imagen en modo selfi. YouTube está lleno de videos con aficionados jóvenes llorando de felicidad tras sus encuentros con Trout. “Con la excepción de Cal Ripken, no he visto a nadie que comprenda de semejante forma cómo pueden alegrar el día, o la vida, de alguien, si tomas un segundo para dirigirte a él y decir ‘hola’”, indica Gubicza. “No se trata de firmar sin ver al niño, al padre, madre o hija. Hace contacto visual y hace sentir a la gente como si fueran sus amigos”.

“La gente dirá: ‘Bueno, no tiene mucha personalidad’. Les respondo: ‘No lo conocen’. Sigue siendo niño, actúa como niño y eso es lo que hace tan divertido tenerle cerca”.

En esta campaña fundamental para la causa de los Angels, Trout y Ohtani comparten el nexo de sus impresionantes destrezas y altas ambiciones. Un pelotero está mostrando los límites de un novedoso experimento internacional, mientras que el otro está concentrado en dar los toques finales a su perfección.

Cada año, Trout llega a identificar una o dos detalles a mejorar en su juego y se promete trabajar en ellos. Una de sus metas este año ha sido el jugar mejor a la defensiva. Tras dos meses de temporada, se encuentra empatado en el cuarto lugar entre los jardineros centrales de las Grandes Ligas con plus-7 en carreras salvadas a la defensiva. Además, desea tener mejor disciplina a la hora de trabajar con rectas altas en la presente campaña. Lo ha hecho lo suficientemente bien para así sumar más boletos (51) que ponches (48) tras sus primeros 60 partidos.

“Todos trabajamos duro”, afirmó Kinsler. “Todos nos preparamos. Si hay algo diferente en Mike, es su agudeza mental. Siempre parece estar listo. Siempre está pendiente de todo. Siempre parece encontrarse en su propia zona. En el mundo del deporte, se suele decir: ‘Él está dentro de una zona’. En el baloncesto, se dice: ‘Este hombre está encestando de forma inconsciente’. Mike permanece en ese estado mental, siempre. Probablemente sea el elemento que lo diferencia de los demás”.

Trout ha conseguido un alma similar en Ohtani, cuya ética de trabajo y franqueza le han hecho merecedor de respeto dentro del clubhouse. Cuando el manager Mike Scioscia le da a Ohtani un día libre o demora una de sus aperturas debido al tema de “manejo de carga de trabajo”, los otros miembros de los Angels evitan molestarse o mostrar fastidio porque comprenden bien las exigencias físicas, mentales y emocionales de su doble desafío a la tradición del béisbol.

“Uno olvida que es pitcher cuando está bateando y cuando pitchea, te olvidas de que es un bateador”, dice Kinsler. “Cuando das un paso atrás y analizas la situación, entiendes que está haciendo algo sumamente especial”.

Kinsler corrige rápidamente la idea común dentro del público de que Ohtani está intentando hacer algo sin precedentes.

“No lo está intentando”, dice Kinsler. “Es realmente bueno. Hay muchos peloteros de grandes ligas que podrían intentarlo y ninguno se atreve a hacerlo”.

Debe ser sumamente positivo para el autoestima, credibilidad y nivel de tranquilidad de Ohtani saber que el mejor jugador de su equipo apoya su misión de tal manera. Desde aquel domingo de Pascua de Resurrección en Oakland, Trout mantiene su ritual de gritar “¡Sho-time!” cada vez que la nueva sensación internacional de los Angels se sube al autobús.

Mientras Ohtani siga mostrando su disposición y trabaje duro, será una persona popular dentro del clubhouse de los Angels. Sólo hay una ofensa lo suficientemente dolorosa que haría que Trout se moleste con el japonés.

“Durante el spring training, estábamos bromeando sobre algunas cosas que Shohei gustaba hacer en Japón”, dice Gubicza. “Le dije: ‘Es mejor que elijas un montón de jugadores de los Eagles, o Trout nunca volverá a hablar contigo’”.