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Jerry Crasnick | Escritor Senior de ESPN 6y

"Los ponches son sexy", pero estos lanzadores triunfan sin ellos

Nolan Ryan, el rey de ponches en la historia de las Grandes Ligas, con 5.714 abanicados de por vida, ahora es el décimo de la historia entre abridores calificados, con promedio de 9.55 ponches por cada 9 innings. Se encuentra a un puesto por debajo de Chris Archer.

Greg Maddux, quien ganó 355 partidos y llegó a Cooperstown con 97.2 por ciento de la votación, promedió 6.1 ponches por cada 9 innings en 23 temporadas. Los abridores activos Doug Fister, Mike Leake y Jason Vargas se encuentran sobre él, por escaso margen, en ese departamento.

John Smoltz, miembro del Salón de la Fama al igual que Maddux, tiene el puesto 53 en la lista de ponches por cada nueve innings de por vida. Marco Estrada está ubicado en el 51.

A medida que aumentan los totales de ponches, están cambiando la naturaleza del béisbol y conduciendo a una inercia rampante. A la vez, todos estos ponches han elevado a los buenos pitchers e incluso a los que se ubican dentro del promedio, al lado de la compañía de los grandes en una categoría en particular.

Los números podrían crear la impresión de que el pitcher inteligente que buscaba “pitchear para hacer contacto flojo” ha dado paso al toque de sacrificio y las alineaciones de infield. Sin embargo, pocos lanzadores siguen prosperando a la forma antigua: al mantener alertas a sus fildeadores y a los aficionados despiertos, mientras expresan cero arrepentimientos a la hora de que los bateadores pongan la pelota en juego.

El abridor de los Phillies Jake Arrieta, uno de los principales practicantes de este arte, recientemente fue noticia por haber criticado los cambios defensivos de su equipo. Sin embargo, las reservas de Arrieta no le han disuadido a la hora de intentar que los bateadores pongan la pelota en juego. Cuenta con siete fildeadores detrás de él y piensa que se encuentra en sus mejores intereses, hacer uso óptimo de ellos.

“Las cifras de ponches han subido y eso es todo lo que le importa a la gente”, dijo Arrieta. “Es la novedad de la cual la gente está enamorada. Pero entonces, ¿Cuál es la esencia de este deporte, como pitcher? Intentas hacer out a los rivales. Podría fácilmente ponchar a dos bateadores más, pero estoy tratando de sacar outs con dos pitcheos. Estoy tratando de terminar el partido. Esa es mi mentalidad”.

“Si tengo un inning con 20 o 30 pitcheos a principios del partido, debo seguir trabajando contra la alineación para así poder llegar al séptimo o quizás, el octavo inning y si estoy ponchando a siete u ocho hombres con conteos profundos, no voy a poder hacerlo. En mi caso, la cifra de ponches no se correlaciona directamente con el éxito. Puedes ponchar a ocho o nueve bateadores por cada partido y conceder cuatro o cinco carreras. Eso no es lo que estoy intentando hacer”.

Sin embargo, eso es lo que muchos pitchers están haciendo. Aquí tenemos algo de perspectiva histórica: En 2008, Tim Lincecum fue el único abridor en las Grandes Ligas en promediar más de 10 ponches por cada 9 innings. En lo que va de temporada, ya tenemos 20 abridores como miembros de ese club. Y 32 pitchers promedian por lo menos 9.0 abanicados por cada 9 entradas.

Gerrit Cole ponchó a 16 bateadores en un encuentro y 14 en otro. James Paxton abanicó a 16 toleteros de Oakland en siete entradas. Max Scherzer abanicó a 15 bateadores en 6 1/3 innings en una aparición y recientemente lanzó un “inning inmaculado” (tres ponches en nueve pitcheos). Incluso los novatos están formando parte de esta diversión. Jack Flaherty ponchó a 13 toleteros de los Phillies en su cuarta salida, mientras que Freddy Peralta de Milwaukee, recién llegado de Triple-A, ponchó a 13 bateadores de los Colorado Rockies en 5 2/3 innings en su debut para regresar a Menores en menos de una semana.

Contra esa epidemia de ponches de lado y lado, varios pitchers van contra esta tendencia. Estos son seis lanzadores con efectividad menor a 4.00 esta temporada con promedios de ponches menores a 7.00 por cada nueve innings:

  • CC Sabathia, Miles Mikolas, Sean Manaea, Arrieta, Reynaldo Lopez y Daniel Mengden

  • Entre aquellos que cumplen con el perfil, aunque por poco margen no quedan dentro del límite estadístico: Jhoulys Chacin, Matthew Boyd, Kyle Hendricks, Mike Clevinger, Mike Fiers, Fister, Leake, Marco Gonzales, Chase Anderson, Wade LeBlanc, Dallas Keuchel, Chad Bettis, Tanner Roark, Trevor Williams and Francisco Liriano.

Ese grupo de abridores ha demostrado que, en un día cualquiera, el domino y un plan puede ser tan efectivo como las humeantes rectas de 98 millas por hora. Manaea, quien lanza su recta en una variedad cercana a las 90.4 millas por hora, ponchó a 10 y lanzó sin hits contra los Red Sox el 21 de abril. Recientemente, Liriano lanzó ocho innings permitiendo un hit en un blanqueo ante Seattle, induciendo 24 strikes sin tirarle. Para los aficionados del pitcheo de la vieja escuela, esas actuaciones son una bienvenida variación de la norma.

“Este deporte ahora se trata de desplegar poder”, dice el manager de los Blue Jays John Gibbons. “Se trata de jonrones y brazos de poder, especialmente a la hora de mirar los bullpen. Sin embargo, definitivamente aprecio a los hombres que son pitchers. Tienen menos que los otros, pero son tan efectivos y a veces mejores porque pueden pitchear. Inducen rodados y comete menos errores. Generalmente, ellos son los que se extienden en los partidos porque no consumen tantos pitcheos”.

La medida más básica nos sugiere que aquellos pitchers que tratan de inducir contacto son más eficientes. Mikolas, Manaea, Leake y Hendricks se encuentran todos dentro del Top 10 en Grandes Ligas en lo que respecta a menor cantidad de pitcheos por inning.

“Lancé en Colorado por cinco años y por ello, me acostumbré a pitchear para inducir contacto”, dice Chacín, quien tiene efectividad de 3.32 con los Brewers y promedio de ponches de 7.08 por cada nueve entradas. “Con esa altitud, no quieres tener muchas pelotas al aire. Quiero ponchar a los contrarios, claro. Los ponches te hacen sentir bien. Pero mi juego siempre ha girado en torno a inducir rodados. Miller Park es un estadio de bateadores, por ello, quiero enfocarme en mantener la pelota baja. Me ayuda a lanzar más innings, también”.

A la hora de pedir a los pitchers y coaches de pitcheo que definan el término “pitchear para inducir contacto” y se tendrá una variedad de respuestas. Pero lo último que significa es bombear rectas por el medio de la zona.

“Significa que se está retando la zona, sin tentar”, dice el coach de pitcheo de San Luis, Mike Maddux. “Hay un momento para buscar abanicados y tentar al bateador. Pero no se puede ponchar al primer pitcheo y tampoco ponchar al segundo. Mientras menos puedan ver de ti, mejor eres. Entonces, ¿por qué no disponer de inmediato? He ahí la premisa”.

“Lo denominan como ‘inning perfecto’ cuando alguien consigue tres ponches con nueve pitcheos. Todos se asombran y maravillan, diciendo ‘ooh’ y ‘aah’. Aunque, en realidad, el inning perfecto se saca con tres pitcheos y tres outs. No se puede conseguir nada mejor”.

El lado desfavorable de pitchear para inducir contacto es la incertidumbre. Cuando un pitcher poncha a 12 bateadores en 6 entradas, saca el elemento ‘suerte’ de la ecuación. En forma contraria, existe la percepción de que los lanzadores que no consiguen abanicar a sus rivales están destinados a, eventualmente, sufrir regresión.

Maddux fue el coach de pitcheo en Milwaukee en 2004 cuando el cerrador Danny Kolb rescató 39 partidos ponchando a 21 bateadores durante toda la temporada. En Texas, vio como Matt Harrison ganó 18 partidos fue invitado al Juego de Estrellas en 2012 al inducir roletazos y ponchar a la mísera cifra de 5.6 bateadores por cada nueve entradas. Considera que los pitchers que lanzan para inducir contacto tienen mala reputación como ciudadanos de segunda.

“Los ponches son sexy”, dijo Maddux. “Con un ponche, tu porcentaje de fildeo es sumamente alto. Pero, Dios mío, si todos somos tan inteligentes, pues consigamos una forma de asegurarnos de que los fildeadores están en el lugar correcto en el momento preciso. No es una bola de cristal. Si se dice que alguien está usando tiempo prestado porque no poncha suficientes bateadores, tendría que estar en desacuerdo”. Algunos lanzadores que se ubican en los primeros lugares del espectro de eficiencia y contacto han logrado evolucionar para así compensar su reducción de velocidad o el desgaste con el tiempo. En 2009, Sabathia lanzó su recta a 94 millas por hora y la utilizó en más del 60 por ciento de las ocasiones. Sabathia promedia 6.9 ponches por cada nueve entradas, comparado con los 8.9 en el apogeo de su carrera con Cleveland y Milwaukee en 2008.

Otros abridores (incluyendo a Keuchel, Arrieta, Mikolas e Ivan Nova) dependen de forma particular del roletazo. El porcentaje de rodados de Arrieta en la presente campaña (56.6) es el segundo más alto del béisbol, por debajo de Clayton Richard, de San Diego. Refleja su transición de ser un pitcher dependiente de la recta de cuatro costuras durante la mayor parte de su carrera a un devoto de la sinker de dos costuras. No es accidente, entonces, que Arrieta está empatado con Leake en el liderato de Grandes Ligas, con 14 roletazos para doble play y ha permitido apenas cuatro jonrones durante toda la temporada.

“Se batean mucho las rectas de cuatro costuras”, dijo Arrieta. “Cuando no están bien ubicadas, estas son las pelotas que terminan siendo bateadas y llevadas por encima de la barda. Si puedo dominar una sinker tan bien como lo hago con una recta de cuatro costuras y consigo mucho más movimiento, lo voy a hacer”.

“Lo que me gusta es que, incluso estando en conteo 2-0, no hay angustia. No hay ansiedad. Sé que puedo lanzar una recta en hundimiento por el medio del plato y sacar un rodado o contacto débil o un elevado flojo hacia los jardines. Esa es una buena sensación”.

Mientras sus colegas siguen sumando ponches, Arrieta continuará leyendo swings, monitoreando sus conteos de pitcheos y haciendo ajustes. A pesar de sus recientes comentarios sobre los cambios defensivos de los Phillies, está comprometido a hacer de cada una de sus aperturas un esfuerzo colaborativo.

“No llegas a la postemporada ponchando bateadores”, dice Arrieta. “Lo haces al ganar partidos y manteniendo fresco al bullpen. Quiero que mis compañeros sepan lo siguiente: ‘Cuando este hombre esté en el terreno, tendremos siete innings por parte de él en el día de hoy, va a enfrentar a los bateadores y vamos a trabajar. La pelota vendrá hacia mi dirección en cuatro o cinco ocasiones y necesito estar listo para hacer las jugadas’. Creo que esa es la sensación que tienen cuando estoy lanzando”.

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