La sorprendente metamorfosis del venezolano Odúbel Herrera
Odúbel Herrera amaneció el viernes con una base por bolas menos que el slugger Paul Goldschmidt, líder de ese departamento en la Liga Nacional.
No es un dato cualquiera. El jardinero central de los Filis de Filadelfia tomó 28 boletos en los seis meses que duró su temporada de novato, en 2015, pero ya tenía 22 cuando restaban 48 horas para cerrar abril de 2016.
¿Hicieron la proyección? Su ritmo actual es equivalente a una cosecha de 132 pasaportes, en caso de mantener el paso.
La renovada y sorprendente paciencia del Torito le ha convertido, hasta ahora, en una máquina de embasarse. Únicamente Goldschmidt y Christian Yelich se habían puesto en circulación más veces que él, al hacer el corte de esta nota, y la diferencia era imperceptible: 44 de ellos contra 43 del venezolano.
Herrera es otro toletero. Su OBP ha pasado de .344 el año pasado a .453 actualmente, la cuarta mejor cifra en el viejo circuito. Su OPS ha saltado, en consecuencia, de .762 a .869, y su OPS ajustado afirma que es un bateador 34 por ciento mejor que la media de la liga.
¿No es una historia maravillosa? Se trata de un jugador que en 2014 defendía la segunda base en las menores de los Vigilantes de Texas, y que en cuestión de pocas semanas fue convertido en centerfielder en la pelota invernal, fue tomado por los cuáqueros en el draft de la Regla 5 y fue obligado a aprender los secretos de los pitchers grandeligas, sin mayor tiempo para hacer la transición.
Pero el cambio de Herrera no se limita a las estadísticas. Hay razones que respaldan la metamorfosis que vive el veloz toletero zurdo.
Antes tomaba bases por bolas en 5,2 por ciento de las ocasiones que iba al home. Ahora lo hace en 23,2 por ciento de las oportunidades. Y ha reducido los ponches, de 24 a 18,9 por ciento.
El zuliano ha conseguido eso gracias a una disciplina digna de elogio. El joven que atacaba pitcheos en las menores e incluso en su primera zafra arriba, es ahora un metódico cazador de envíos dentro de la zona de strike.
De acuerdo con los datos de Baseball Info Solutions, el centerfielder hizo swing a 34,8 por ciento de los pitcheos malos en 2015, pero ha mejorado esa rata a 21,5 por ciento en 2016.
La nueva actitud de Herrera con el madero queda expuesta al contrastar eso con las veces que ha tratado de golpear la pelota cuando ésta se halla sobre el home: el año pasado le tiró a 67,8 por ciento de los lanzamientos en la zona buena, contra 65,5 por ciento ahora. Prácticamente igual.
También está conectando más elevados y menos rodados, con un similar promedio de líneas y, curiosamente, prácticamente ningún toque de sorpresa.
Estos últimos datos podrían haber influido en un aumento en su average o en su slugging, ¿verdad? Pero no es así. El Torito está dando hits y extrabases más o menos al mismo ritmo que en su torneo de estreno, rondando los .300 en average y ligeramente por encima de los .400 en slugging.
Así que esta sorprendente metamorfosis de Herrera tiene una aparente razón primordial, tan simple como difícil de aprender: el buen ojo. Dejar pasar los envíos malos. Aceptar que un boleto puede ser tan útil como un inatrapable.
¿Mantendrá este paso por todo el campeonato? Es imposible predecirlo. Pero si lo hace, quizás estemos viendo el nacimiento de una estrella.
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