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¿Serán capaces en Chivas de honrar el adiós a Jorge Vergara?

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Chivas buscará triunfo con dedicatoria "hasta el cielo" (1:12)

Luis Fernando Tena aseguró martes que su equipo jugará para ganar y ofrecerle la victoria a Jorge Vergara. (1:12)

LOS ÁNGELES -- Qué espléndida oportunidad tendrán los contritos, los compungidos, los hipocritones jugadores de Chivas de dar gracias genuinas a quien les dio en vida, fama, fortuna y futuro, a cambio de nada.

Cierto, para cuando Chivas encare a los charales desecados del Veracruz, ya tendrá una sentencia o una esperanza de Liguilla, tras los resultados de Tijuana y Monterrey, equipos tan propensos a lo sublime como lo ridículo.

Aún así, este sábado, el homenaje póstumo a Jorge Vergara, está no sólo en la solidaridad de una afición que aún no entiende o no quiere entender de la tragedia que los salvó, sino que también está en manos de los desvergonzados jugadores que, acicateados por la amenaza de ser transferidos hasta a lo que quede del mismo Veracruz, han resucitado de entre sus catacumbas de hedonismo, indisciplina, valemadrismo e irresponsabilidad.

Es el momento. Y si por esos azares juguetones y perversos del destino, Tijuana y Rayados, ofrecen su más lúgubre versión, quizá los legionarios del cinismo rojiblanco pueden tener la gran oportunidad de pagar con una victoria holgada, la vida opulenta que les garantizó Jorge Vergara en vida.

Los escrupulosos dirán que sería poco ético, aunque los advenedizos dirán que es válido, pero tanto Amaury Vergara, como Ricardo Peláez y Luis Fernando Tena, pueden pegarles de latigazos en el alma encogida que esconden esos jugadores de Chivas, debajo del caparazón falaz, hipócrita e insolente, arengándolos con 90 minutos de agradecimiento, y no sólo hacia su ex propietario, sino a la misma afición, amamantada solamente con la hiel de la decepción y la burla en los últimos torneos.

Porque seguramente muchos de esos jugadores mantenidos, muchos de esos gigolós de caridades ajenas, muchos de esos maniquís con aires de porcelana y corazón de barro, derramarán lágrimas teatrales, fingidas, amaneradas, en cuanto los enfoquen las cámaras, aunque por dentro estarán más preocupados por el peluche bermellón que ordenaron para el tablero de su Porsche.

Casi puedo apostar que entre la ceremonia fúnebre y el partido de futbol, esos que menciono, derramarán más lágrimas que sudor, para personalizar sus habilidades para la hipocresía. Ya lo verá usted. Pero ojalá me equivoque.

Tal vez no alcance. Tal vez reciban un talón de consuelo con el consabido “pos a’i pal’otra”, firmado por Monterrey o Tijuana.

Sí, tal vez ha sido demasiado tarde para poder llegar a la Liguilla el despertar de esos macuarros que cobran como futbolistas y se comportan como gandules barriobajeros, pero, al menos, como un acto de contrición, durante 90 minutos, tienen la oportunidad bellísima, y tal vez hasta inmerecida, de que el saludo final a su Pastor sea con la masculinidad profesional por la que han sido pagados, generosa y oportunamente, durante años.

En lo personal, en el rasero crítico, en la valoración drástica, creo que tanto Amaury Vergara y Ricardo Peláez, y hasta agrego a Luis Fernando Tena, deberán medir con más energía la capacidad de ser agradecidos de esos jugadores que han estado de chambistas y chambones en las eras de Cardozo y Tomás Boy.

Es muy simple: si no son capaces de llenar de laureles las exequias públicas de Jorge Vergara, que sean arrojados a la fosa común del desprecio y el exilio.

Porque al final –y Usted lo sabe bien--, encontrarán consuelo y resignación en jacuzzis, restaurantes con ganado en pie, conciertos gruperos, antros de rap, y hasta usarán sus credenciales VIP de suntuosos salones de masaje.