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Czestochowa

CRACOVIA -- Entre el 20 y el 21 aproveché del primer día sin partidos desde que empezó la Eurocopa para hacer un poco de turismo y, así, me fui a visitar un lugar muy especial.

La zona de Cracovia es rica de atracciones turísticas, pero a unos cien y pico kilómetros hacia el noroeste se encuentra una ciudad que realmente no puede no visitarse pasando por este país. Se trata de Częstochowa.

Ya sé que ese nombre está muy complicado para leer: ¡es que el polaco es tan difícil! De todas maneras, en español la pronuncia justa debería ser Chenstojova.

Lo especial de ese lugar es el santuario que hospeda a la Virgen Negra: un cuadro pintado en madera que, narra la leyenda, fue hecho por el mismo San Lucas en persona. Siempre el mito nos cuenta que esta obra de arte dio vueltas por Jerusalén, Constantinopla y Rusia hasta llegar ahí, en Polonia, en el 1380, traída por un príncipe.

Dicen que el ícono es milagroso y, en mi opinión, algo de especial lo tiene sin dudas, tanto que lo nada menos que Juan Pablo II fue uno de sus más grandes devotos. Por esa razón la faja por la que pasaron las balas que hirieron al Papa, en el atentado del 13 de mayo 1981, está guardada a lado de la Virgen Negra, aún manchada de su sangre.

Todos los años millones de peregrinos, especialmente polacos pero no sólo, visitan ese importantísimo sitio de culto y algunos de ellos cumplen marchas de semanas en signo de fe y devoción.

Yo, visitando ese lugar, me emocioné de verdad. Sentí muchísimo toda la fe, la energía positiva y la alegría que habitan en ese lugar, que por encima lo encontré lleno de niñas y niños que festejaban ahí su primera comunión (es tradición festejar ahí ese evento, aunque la ceremonia se haya hecho en algún otro lado).

Pero no fue sólo el aspecto puramente religioso lo que me impresionó. Lo que tocó las cuerdas más profundas de mi alma fue lo que nos hizo entender nuestra maravillosa guía, hermana Francisca (quien vivió 6 años en Merlo, Provincia de Buenos Aires): es decir que Częstochowa para los polacos no es sólo un lugar de culto, sino que es la casa de todos ellos.

Pasaron tantas cosas ahí que fueron y son fundamentales para el pueblo polaco y, realmente, ese lugar es un hogar para ellos. Todos en Polonia se sienten atados a esa "Madonna", de una manera o de otra. Imagínense que en los tiempos pasados la Virgen Negra fue nombrada nada menos que reina de Polonia y madre de todo el pueblo, debido a su profundo impacto en la gente y a sus milagros.

Podría contarles mil detalles, tanto de sensaciones propias cuanto de historia verdadera. Además, ese sitio tiene un también un alto valor artístico, con un basílica en una de las mejores representaciones (en mi opinión) del estilo barroco.

Pero pueden encontrar tales datos en los libros o en internet o, mejor aún, viajando y conociendo el lugar en persona. Las sensaciones mías no se las puedo contar, por lo menos no todas. ¡Sin dudas los aburriría!

Pero si les puedo decir que a mi y a mis compañeros de viaje, un grupo de portugueses de 70 años, nos produjo la misma sensación de felicidad, participación, comunidad, unión, respeto y humildad.

Quería escribir antes el blog de esta visita, pero no sabía bien qué contarles exactamente. Sin embargo ayer, estando en las tribunas del National Stadium para ver el primer cuarto de final de esta EURO2012, aún con aquella dulce sensación en el corazón que me había dejado esa visita, me di cuenta de que muchísimos hinchas de Portugal en la cancha no eran portugueses.

Me concentré en particular en un grupo de orientales con las caras pintadas con los colores rojo y verde, algunos con vistosos "CR7" en sus mejillas. Y realmente en ese momento me di cuenta de que las sensaciones que viví en Częstochowa son las mismas que buscan muchísimas personas en eventos como este. Muchos viajaron hasta aquí para sentirse parte de algo, para participar y compartir emociones, en el respeto y en la humildad de festejar por los logros de alguna otra persona, que de manera paradójica logran (y logramos) sentir nuestros.

Me di cuenta también del importantísimo valor económico, mediático y cultural que puede llegar a adquirir un simple juego, como es el fútbol. De no ser por la Eurocopa, quizás nunca hubiese visitado Polonia y así nunca habría visto a la Virgen Negra, ni conocido a la deliciosa hermana Francisca (que haya vivido en Buenos Aires justo en los años en los que yo nací ahí me pareció más una señal, que una coincidencia).

Es eso lo que quería decirles contándoles de Częstochowa (a parte del gusto de indicarles un lugar que realmente todos deberíamos visitar). Quería decirles que todo esto podría parecer sólo un montón de tiempo y de dinero perdido, nomás para jugar 31 partidos de fútbol. Pero un EURO, como un Mundial o los juegos Olímpicos, pueden ser mucho más que eso. Por lo menos para mi, pero creo también para casi todos acá, así fue: todo esto es mucho más que fútbol.