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El efecto Mundial

BUENOS AIRES -- El campeonato italiano de fútbol, el Calcio, parecía destinado a un final aburrido y sin atractivos, debido a la gran ventaja de Juventus en la punta pero también, más en general, la gran distancia entre las diferentes posiciones de interés, con casi ninguna lucha importante (por el podio y relativa Champions, con o sin preliminar), por la Europa League y hasta la pelea para salvarse del descenso, realmente incierta y abierta a muchos equipos.

Sin embargo, ocurrieron dos hechos que, casi por arte de magia, le devolvieron interés al torneo: por un lado se encendió de golpe la lucha por las plazas de Europa League, que ahora parece estar abierta a por lo menos siete equipos.

Pero sobre todo apareció un efecto que habíamos francamente subestimado, llamemoslo "efecto Mundial": con asombro y enorme placer, estamos asistendo al conmovedor esfuerzo de algunos enormes jugadores, veteranos de mil batallas pero también jovencitos desfachatados, para ganarse un puesto en las listas mundialistas.

Arriba está todo dicho y lo estaba hace tiempo: con pocas fechas para jugarse, las distancias entre Juventus y Roma, aún admitiendo que los giallorossi le ganen el miércoles a Parma, algo para nada seguro, sería de ocho puntos, prácticamente tres derrotas, y no se vee quien podrían ser esos tres equipos que logren derrotar a una Madama que sólo perdió dos veces en este torneo.

Mismo discurso para la diferencia que hay entre segundo y tercero, con más fuertes razones si Roma efectivamente le ganara a Parma. Porque además la Roma vista ante Sassuolo fue equipo práctico, cinico y que ganó a lo grande, casi sin despeinarse. Parece haber vuelto esa Roma del comienzo, con la diferencia que ahora García tiene muchas más variantes a su disposición.

Para botón de muestra los dos goles: el primero fue fabricado por Nainggolan, que llegó en enero, y Destro, que al comienzo estuvo largamente ausente por lesión; el segundo, similar en la dinámica, fue obra de Totti, que ahora puede descansar sin que el equipo sufra, y Bastos, otro que llegó en enero. La invención de Taddei como volante central y el buen momento de De Rossi compansaron la lesión de Strootman, que casi no provocó efectos negativos.

Roma ganó y, por primera vez en muchísimo tiempo, vio que su esfuerzo producía un fruto concreto, el descuento de tres puntos por la caída de Juventus en Nápoli. Caída clara, contundente, que nos deja más de un costado para el análisis. Por un lado, los méritos de Nápoli, que guste o no, este año ha jugado los mejores partidos en representancia del Calcio, ganándole claramente a Arsenal y Borussia Dortmund y ahora al casi tricampeón de Italia.

Todo conseguido con un entrenador nuevo, con muchos cambios, casi todos positivos, en el plantel, y también algunas adquisiciones adivinadas en enero, como Jorginho, Ghoulam y el sorprendente Henrique, un comodín defensivo muy interesante. Jugando un lindo fútbol, asociado pero vertical, de presión alta, de posesión de pelota, con algunos riesgos defensivos pero tomados de manera voluntaria, para apuntalar una fase ofensiva más punzante.

Frente a eso, tuvimos una versión realmente cansada, diríamos casi exausta, de Juventus. Sin el guerrero Tévez, suspendido, ese goleador que había resuelto los últimos partidos complicados, con el bajón del otro guerrero, Arturo Vidal, quien cambia el aire luego de un primer semeste monstruoso, con Pirlo que evidentemente comienza a razonar en función del Mundial y un Pogbá que pareció bastante distaído, a Juventus le faltó su principal argumento, la intensidad.

Así, quizás por primera vez en el torneo vimos a Juventus dominada tácticamente. Ni siquiera el Real en Champions lo había logrado de manera tan clara. Pero la ventaja es sólida y los muchachos deben concentrarse en un número, el doce: son los partidos que faltan, incluyendo la final de Europa League, para quedarse con un enorme bicampeonato, con festejo final en su propia cancha.

Ya volverán los lesionados, la ventaja en el torneo local es indescontable, administrando mejor las fuerzas Juventus puede tranquilamente lograrlo. A Conte quizás ésta es la única cosa que se le puede reprochar, cierta resistencia a aplicar una rotación de plantel más amplia. Isla, Osvaldo, Marchisio, Padoín, Giovinco, Vucinic (quien de todas maneras estuvo lesionado) y el mismo Quagliarella pueden ofrecer soluciones que garanticen el debido descanso de los titulares para los partidos decisivos.

Decíamos de la lucha por las posiciones de Europa League, que de golpe se puso apasionante. Fiorentina parece derrumbarse: la lesión de Rossi había sido mucho, ahora volvió a lastimarse Gomes y eso pareció destrozar psicológicamente al equipo, que además también está cansado porque juega un fútbol muy bonito pero seguramente dispendioso desde el costado atlético.

Detrás Inter pierde una ocasión tras otra para acercarse. El empate en Livorno debe haber sido devastador desde el costado anímico, máxime por como llegó, un error garrafal de Freddy Guarín, justo él que acaba de renovar contrato luego de la "novela" del pase a Juventus de enero. Mazzarri luce desesperado, confundido: siendo el único técnico en Italia que nunca fue despedido, es lo último que nos hubiéramos esperado.

Más atrás hay una atropellada hermosa. Parma se viene cayendo pero juega bien y no tiene nada que perder, Lazio tiene potencial técnico para mejorar mucho, hasta Milan, con un Balotelli y un Kaká que parecen haberse puesto el equipo al hombro y, más en general, un vestuario que Galliani logró volver a poner en orden y que ahora se parece realmente a un equipo, puede tener alguna tímida aspiración.

Dejamos a un costado a otros dos equipos, porque nos permiten encarar el otro discurso, el del "factor Mundial": Verona y Torino. Los ducales, luego de alcanzar los 40 puntos que eran su objetivo, el umbral para garantizarse la permanencia, se tomaron una larga vacación. Se despertaron por los alaridos de Luca Toni, un veterano que quiere jugarse sus últimas cartas para ir al Mundial y ya se metió en la historia del club, igualando con 15 tantos la mejor marca de un jugador de Hellas en un torneo de Serie A.

El otro es Torino, donde hay dos, Immobile y Cerci, que luchan por un lugar en la lista de Prandelli, y lo hacen a fuerza de goles: los 17 de Immobile y los 12 de Cerci igualan nada menos que los 18 de Tévez y los 11 de Llorente, un mano a mano apasionante tanto a nivel individual como de equipo.

En suma, el torneo tiene aún muchísimos motivos de interés, a pesar de todo. Cerramos esta lista con la cereza más dulce, un nuevo gol de Antonio Di Natale: con 114, dejó atrás a Ibrahimovic (113) en la suma de las últimas cinco temporadas. Sólo Messi y Cristiano Ronaldo, en Europa, pudieron anotar más que él. No creemos que vaya al Mundial, pero suena a injusticia, así como pasó en ocasión de la exclusión de Roberto Baggio en 2002.

En el peor de los casos, quedarán como los ausentes que pudieron habernos salvado: porque los Toni, los Totti, los Di Natale, aún tienen magia como para ganar un partido solos, gracias a una invención individual. Y eso, en un Mundial, podría hacer una diferencia fundamental.

Pero los años pasan para todos y, en nuestra opinión, tiene razón Prandelli con su política de jóvenes. Pensando en el futuro, pero también por el presente, porque las condiciones climáticas en las que deberá jugar Italia no aconsejan una elevada edad promedio del plantel.

En este sentido, queremos lanzar una idea: que el tercer arquero al Mundial, con Buffón y Sirigu, sea el joven Scuffet, que con sus 17 años es titular y ataja de manera increíble en Udinese. Ese chico va camino a crack y sería bueno que sume su primer experiencia mundialista: es así que se comienzan a edificar los récords y este chico realmente parece un predestinado, que quebrará varias marcas en su carrera.