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Por qué me abstendré de votar por el HOF

Buster siente que tanto Mike Mussina como Curt Schilling pertenecen a Cooperstown. USA TODAY Sports

Mike Mussina pasó cada una de sus 18 temporadas en las aguas más traicioneras que los lanzadores han podido enfrentar, en la cresta de la ola de lo que siempre será recordada como una era de rampante uso de esteroides -- y más aún en la División Este de la Liga Americana, donde abundaba la ofensiva. Él era una lanzador que permitía muchos elevados y que tuvo como hogar dos estadios donde se conectaban muchos cuadrangulares -- Camden Yards y Yankee Stadium -- durante su carrera.

En 2000, la última temporada de Mussina con los Orioles, 47 bateadores diferentes conectaron 30 o más jonrones; en 2014, solo 11 bateadores llegaron a 30 bambinazos.

Mussina terminó su carrera con efectividad de 3.68 y está en el puesto 19 de la lista de todos los tiempos en ponches. Además está en el puesto 24 en ERA entre lanzadores, y la mayoría de los que están por encima de él están en el Salón de la Fama.

Pero sus probabilidades de ser electo mejorarán ligeramente este año porque me voy a abstener de votar por primera vez, y no someteré mi boleta. Lo mismo le aplicará a Curt Schilling, y Tim Raines, y por lo menos otros dos quienes pienso que deben ser exaltados al Salón de la Fama.

Repito: Pienso que Mussina, Schilling y Raines y otros deben estar en el Salón de la Fama, pero pienso que es mejor para sus candidaturas que no emita mi voto.

Si eso les suena contradictorio, bueno, es que así es que ha evolucionado la votación para el Salón de l.a Fama, apretujada entre reglas que necesitan malamente ser actualizadas y el progreso de los candidatos vinculados al uso de drogas para mejorar el rendimiento. El proceso necesita ser depurado para permitir a los votantes responder una simple pregunta sobre cada candidato: ¿Su carrera es merecedora de ir al Salón de la Fama?

Cuando comencé a cubrir las grandes Ligas, el tener la oportunidad de participar en las votaciones del Salón de la Fama era algo realmente esperaba, un dulce al final de los largos días de los entrenamientos primaverales, las demoras de viaje durante el verano y los partidos a entradas extras. Luego de ser miembro de la Asociación de Cronistas de Béisbol de Estados Unidos por 10 años, recibí una boleta en blanco para votar por el Salón de la Fama por primera vez, con instrucciones de votación y páginas de notas sobre cada candidato en el sobre, y eso provocó una emoción en mí parecida a cuando se recibe un sobre de admisión a una universidad.

Así que es increíble que declinir emitir mi boleta este siquiera bajo consideración. Pero a la luz de donde estamos, parece lo correcto para los candidatos involucrados, hasta que las reglas se ajusten.

Por años, la regla de que cada votante pueda votar por no más de 10 candidatos fue probablemente irrelevante; ciertamente así fue para mí, dado el hecho de que usualmente solía votar por entre cuatro a siete candidatos en cada elección. No me quedaba clara la razón de la existencia de la "Regla de 10", pero sospecho que originalmente fue diseñada para prevenir que los votantes inundaran sus boletas con nombres de jugadores que no tenían oportunidad de ser electos, solo para poder reportar luego que habían votado por ellos.

Hace una década, nadie pudo anticipar el dilema que esta regla ha causado, y también por el debate que rodea a los candidatos de la era de los esteroides.

Mark McGwire apareció por primera vez en la boleta en diciembre de 2006, cinco años después de su retiro, y se convirtió en el primer caso real que tendrían en sus manos los votantes de jugadores vinculados directamente con el uso de drogas para mejorar el rendimiento o bajo sospechas de haberlas utilizado.

Como he escrito muchísimas veces en este mismo espacio, yo pienso que todos los jugadores deben ser evaluados y juzgados en el contexto de la era en la que jugaron, y durante la carrera de McGwire, el deporte estaba saturado con drogas para mejorar el rendimiento, en gran medida porque durante un periodo de 15 años, nadie dentro de la institución del béisbol -- ni los líderes de la unión, ni los dueños de equipos, ni el comisionado, ni los jugadores limpios, ni la prensa que cubría el deporte -- atendieron de forma agresiva este problema que iba en aumento. A través de la inacción, lo que se desarrolló fue un juego químico al estilo Frankenstein. Nos guste o no, eso era el deporte en este momento: No habían pruebas de drogas, mucho uso de drogas, muchos usuarios de drogas, mucho dinero que se ganaba todo el mundo. (Y de hecho, ningún equipo, ejecutivo del béisbol o jugador ha ofrecido devolver el dinero que se ganaron en esa época.)

La idea de la moralidad retroactiva es ridícula, especialmente dado el hecho de que los encargados del deporte tenían una fuerte idea para mediados de los años 90 que este era un problema creciente y nadie hizo nada sobre ello. A José Canseco se le preguntó sobre su uso de esteroides en television nacional justo antes de la postemporada en 1988, justo después de que el corredor olímpico Ben Johnson fuese despojado de su medalla de oro. Y está la historia de Bob Nightengale de 1995 en la que al entonces comisionado interino Bud Selig se le preguntó sobre el problema, y mencionó una "reunión privada" que se sostuvo el año antes. Pero aun así las pruebas y los castigos no se comenzaron a implementar hasta el 2006.

McGwire fue una estrella en esa época, con 583 jonrones, incluyendo su record de 70 bambinazos en la temporada 1998, así que yo voté por él. De seguro estaba con la minoría: 23.5 por ciento de los 545 votantes fueron para él, muy lejos del 75 por ciento requerido para elección, pero más del 5 por ciento requerido para permanecer en la boleta. Sin embargo, el caso de prueba de McGwire continuó, porque su candidatura llegó a la siguiente boleta, al igual que Rafael Palmeiro y otros, hasta que los casos comenzaron a acumularse como aviones estacionados en la pista de despegue a la espera de la autorización para irse, su situación del Salón de la Fama se mantiene estancada en una especie rara de purgatorio.

Por esa razón es que la regla que limita los votantes a solo votar por 10 candidatos se convirtió en un problema serio. Roger Clemens se convirtió en elegible, y Barry Bonds. Jeff Bagwell y Mike Piazza también llegaron a la boleta, y aunque no hay evidencia irrefutable de uso de esteroides para ellos, sí la había contra Palmeiro, quien fue suspendido en el 2005 luego de dar positivo en una prueba antidopaje, y entonces un alto número de votantes comenzó a aguantar sus votos por ellos debido a la sospecha de uso de sustancias. Los números de por vida de Bagwell y Piazza ameritan que sean exaltados al Salón de la Fama, pero Bagwell nunca ha conseguido más del 59.6 por ciento de los votos en sus cuatro años en la boleta; Piazza, el líder de todos los tiempos en cuadrangulares entre los receptores, solo obtuvo el 57.8 por ciento de los votos en su primer año.

Así que la lista de candidatos serios va mucho más allá de 10 puestos. El año pasado yo conté a 17 jugadores que pensaba que merecían estar en el Salón de la Fama, desde Greg Maddux a Tom Glavine a Craig Biggio. Pero debido a la Regla de 10, tuve que dejar fuera de mi boleta a siete jugadores que creo que ameritan estar en el Recinto de los Inmortales. Eso incluye a Mussina, Schilling y Raines. Por primera vez desde que McGwire se hizo elegible, no emití un voto por él.

La manera en que elegí mis 10 candidatos entre los 17 fue clasificarlos por orden entre los primeros nueve, del mejor al peor, independientemente de su posible vínculo con las PED. Además incluí a Jack Morris, quien se encontraba en su último año de elegibilidad; Le quise dar a Morris una oportunidad justa con mi boleta, sabiendo que Mussina, Raines, Schilling y Jeff Kent recibirían la suficiente cantidad de votos para mantenerse en la boleta en este invierno.

Pero en realidad, eso no lució justo, porque no hay nada en las reglas de votación que sugieran que yo debería sopesar los candidatos uno contra el otro, o que deba considerar el escenario de la boleta. No hau una guía para seleccionar a 10 jugadores de un grupo de 17 candidatos con suficiente mérito. Esto es lo único que dicen las reglas:

"Los votos deben estar basados en los records del jugador, su habilidad para el juego, su integridad, espíritu deportivo, carácter y las contribuciones que haya hecho a los equipos en los cuales participó".

En la realidad yo no decidí votar o no por Mussina basado en su actuación en el terreno en su carrera. Mi voto se basó completamente en su posición entre un extraordinario volumen de candidatos, desde Maddux a Glavine a Bonds a Piazza a Frank Thomas. (Descartemos una vez más la noción de que el "carácter" fuese utilizado como criterio de elección alguna vez antes de que el nombre de McGwire apareciera en la boleta en el 2007. Todos sabemos las historias sobre algunos de los jugadores racistas, alegados tramposos, borrachones y usuarios de PED que ya están en el Salón de la Fama.)

Y aunque pienso que Schilling y Mussina merecen estar en el Salón de la Fama, mi boleta los lastimóa. Mi boleta contó en contra de su porcentaje. Quinientos setenta y un votantes emitieron sus votos el año pasado, y mi boleta estuvo entre las 450 que no tenían el nombre de Mussina, lo que bajó su porcentaje.

Eso no hace sentido.

La Regla de 10 parece que será un gran factor en la votación de este año, arrastrando consigo los porcentajes de votos de todo el mundo desde Jack Morris a Clemens a Alan Trammell, cuyos números bajaron del 33.6 por ciento de los votos a apenas el 20.6 por ciento. Claramente Trammell no estaba siendo juzgado por su carrera; él perdió votos en el invierno pasado por las selecciones que se tuvieron que hacer bajo la Regla de 10.

Maddux era un candidato seguro luego de conseguir 355 victorias en su carrera y cuatro premios Cy Young, pero fue dejado completamente fuera de 16 boletas. Yo no conozco a esos 16, pero un par de escritores me mencionaron en privado que al lidiar con las limitaciones de la boleta, ellos pensaron en no votar por Maddux y Glavine, sabiendo que ellos entrarían comoquiera. Sería una verguenza pensar que Maddux perdió votos por el problema de la Regla de 10.

Durante el verano, el Salón de la Fama hizo algunos ajustes en sus reglas. Ahora se requiere que los votantes estén registrados para recibir una boleta, los escritores pueden perder su derecho al voto, y los jugadores pueden permanecer en la boleta por un periodo menor de tiempo.

Sin embargo, de forma sorpresiva, la Regla de 10 no se alteró. Se mantiene la misma matemática imposible: He contado 15 candidatos dignos ahora mismo para esos 10 puestos. Otros escritores me dicen que ellos ven entre 12 y 20 candidatos merecedores, lo que significa que ante sus ojos, ellos estarán dejando fuera a jugadores que ameritan estar en el Salón de la Fama. Eso significa que a pesar de lo grandes que fueron Randy Johnson y Pedro Martinez -- ambos deberían entrar de forma unánime, a la luz de sus logros -- ellos podrían perder votos mientras los escritores tienen que lidiar con las limitaciones en la boleta, unas guías que lucen completamente arbitrarias. (¿Por qué no tener un límite de 11 en la boleta? ¿Por qué no 12? ¿Por qué no 8? ¿Por qué no 6? ¿Acaso es por qué el 10 es un número redondo?)

Quizás debí haber hecho este ejercicio el año pasado, pero el rompecabezas no se ha podido resolver. No hay manera de juzgar cada candidato estrictamente por sus méritos basado en las actuales limitaciones de la boleta, no hay una manera justa de hacerlo.

No me agradan los votos de protesta que hemos visto en el pasado, cuando alguien envía su boleta en blanco para que cuente como un voto en contra de todos los candidatos. Eso es injusto. He odiado las historias de votantes que no emitieron un voto por un jugador en particular porque no les caía bien. El voto no debe ser sobre el escritor; debería ser solamente sobre los jugadores y si merecen o no ser exaltados.

Y no soporto la idea de emitir una boleta que trabaje en contra de jugadores que pienso que merecen ser exaltados, como Mussina, Schilling y otros. Así que a pesar de que ha sido un honor el participar en esta votación, este año me voy a abstener, y espero que en el futuro la regla cambie.