<
>

River, otra vez, sufre de bipolaridad

BUENOS AIRES -- La bipolaridad de River ya está dejando de ser sólo un trauma para convertirse en un inconveniente. Bastante serio por cierto, porque esas diferentes caras, tan desiguales todas ellas, que exhibe a lo largo de noventa minutos le están impidiendo cosechar lo que merece.

Cuando juega bien no convierte, cuando su funcionamiento es endeble paga su ineficacia con errores defensivos (léase, goles recibidos), y así sucesivamente, siempre el costado negativo supera al positivo.

Es por esto que, en lo que va de la temporada, no ha podido afianzarse ni en su fútbol ni en la suma de unidades. Porque, está claro, hay ocasiones en las cuales un equipo se lleva más de lo que por su trabajo debería obtener, pero no es lo que le está ocurriendo al Millonario. Un ejemplo sin posibilidad de ser refutado es lo que le sucedió en el primer tiempo que disputó ante Unión.

River desplegó el mejor fútbol de este semestre y, casi con seguridad, de la segunda parte de la temporada pasada. Sin embargo, esa mala relación que tuvo con el gol le impidió traducir en cifras concretas lo que todos observamos. Justamente es lo mágico de este deporte, donde muchas veces la realidad se burla de la lógica.

Por esto es que Marcelo Gallardo se fue tan contrariado. Porque en el análisis global virtudes propias lo llevaron a los umbrales de un partido casi perfecto, pero esos narrados vaivenes lo devolvieron a un territorio plagado de inseguridades, Por eso dilapidó tantas ocasiones de gol, por eso de ganar dos a cero (con sabor a tres) pasó a ser igualado, por eso se fue con una unidad en lugar de tres, por eso la bronca generalizada...

Tan buena fue la actuación de la primera etapa que, aquellos jugadores que no suelen estar juntos en una formación inicial, empezaron a sembrar interrogantes acerca de la conveniencia de que sean ellos mismos los protagonistas de la alineación titular. Pero claro, esa idea se hizo añicos en el segundo tiempo, cuando lo bueno se volvió malo y los aplausos se convirtieron en murmullos. Todo en un suspiro. Es en ese pequeño lapso que la firmeza se vuelve duda y la figura pasa a transformarse en uno más, bien terrenal, con esos cabildeos que sorprenden e incomodan al cuerpo técnico.

En el ámbito de la Copa Libertadores, River tendrá la posibilidad de redimirse. Bah, en realidad tendrá la necesidad de hacerlo. Porque justamente por esas mencionadas falencias es que también está padeciendo en el certamen sudamericano.

Ahí Gallardo deberá aventar dudas de aquellas cabezas que las tengan y apuntalar a fuerza de confianza pura. Una labor que no será sencilla, pero deberá encararla con premura y eficacia. Es que todo lo que hace ya no tiene red, se han consumido los márgenes de tolerancia muy rápido. Y, paradójicamente, esto lo hizo pese a algunas buenas actuaciones, por lo general esporádicas y dentro de un mismo encuentro. Volver a ser, volver a creer, son las consignas más firmes y en las cueles tendrá que trabajar el cuerpo técnico. Urgido por el tiempo y perseguido por la necesidad de lograr buenos resultados.