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River y La Copa, una relación conflictiva

Getty Images

BUENOS AIRES -- Muchas veces en el fútbol, cuando se habla de las estadísticas hay quienes las cuestionan aduciendo su gestación en tiempos diferentes a los actuales. Y como para refrendar esa idea agregan que se trata de momentos y equipos diferentes, por lo cual es imposible confrontar lo que sucedió con lo que puede pasa o pasar. Desde lo racional, suena atendible.

Sin embargo, en este deporte existen karmas que superan a la lógica. Tal el caso de River con la Copa Libertadores.

A lo largo de su historia ha sufrido todo tipo de infortunios, los cuales no es momento de enumerar. Sí, en cambio, esta idea nos otorga el marco ideal para introducirnos a lo que está viviendo el Millo en el torneo sudamericano.

Nunca en este certamen algo le resulta sencillo, por el contrario, todo parece terminar codeándose con la contracara de la felicidad. Si juega bien, no aprovecha las chances que genera y esto redunda en que sus rivales hacen gala de una notable eficacia. O su autoestima se va minando por algunas contingencias. O simplemente juega tan mal que eso le impide sumar de a tres.

En Chiclayo el inconveniente a superar era una cancha de césped sintético en muy mal estado. En parte consiguió minimizar ese escollo, pero como se trata de Copa Libertadores debe sufrir, ergo, las cosas no le salieron redondas. Muchos pensarán que sería caer en un simplismo analizar sólo desde esa arista, casi azarosa, el empate ante Juan Aurich, pero no hay demasiadas explicaciones tácticas ni técnicas como para entender cómo River no cosechó su primera victoria en el certamen. Tal como le viene ocurriendo en este semestre, su mala puntería a la hora de definir termina siendo determinante en el resultado. Más una clara endebles defensiva. Y los goles que no hace se los marcan...

La preocupación de los hinchas pasa por saber si la igualdad complica la clasificación. Sería una necedad pensar lo contrario. Pero no lo limita al punto de depender de un milagro para conseguirla. Acá la gran dificultad es el errático nivel que exhibe River. No es un equipo confiable ni contundente. Dista mucho de aquel once que descolló en el inicio de la segunda mitad de 2014. En eso radica el mayor problema. Porque jugando bien, todos los rivales son perfectamente ganables, sea en el Monumental (donde le quedan Juan Aurich y San José) o fuera de casa (Tigres en Monterrey).

A priori, da la sensación de que Tigres con su victoria en la altura de Oruro se ha cortado en la puja por la primera plaza para la próxima fase, con lo cual River y Juan Aurich pujan por la segunda. Por eso resultará decisivo el choque que ambos disputarán en Núñez el próximo jueves. Porque realmente ya no le queda margen para otras patinadas.

¿Puede imponerse al conjunto peruano? Debe y tiene con qué. El tema es volver a mostrarse confiable y saber usufructuar todo lo que genera. Si no lo hace, ahí sí el gran objetivo de la temporada se convertirá en una tremenda frustración.