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Entre piscinazo y Pizzinazos, América golea

Mexsport

LOS ÁNGELES -- América olisquea Semifinales. Entre el piscinazo de Andrade y los Pizzinazos del técnico del León, encontró una victoria contundente, prometedora y merecida en el Estadio Azteca 4-1.

Las Águilas encontraron dos cómplices para recuperar la hegemonía en su Nido: el árbitro César Ramos y el técnico del León.

Cierto que Pizzi había advertido que si el árbitro cometía errores --y Ramos Palazuelos es especialista en ello--, los iba a perpetrar contra el León.

Pero, con semejantes compinches, América hizo su parte. Jugó sólido, arriesgó, tomó el control después del síncope que le propinó el 0-1 de Nacho González.

Encima, parte a León con la estela de ser el mejor visitante del torneo (18 de 27 puntos posibles), más allá de que los Esmeraldas fueron el segundo mejor local de la competencia (21 de 24 posibles).

La ausencia del francotirador Mauro Boselli obligó a Pizzi a improvisar, pero eligió jugar sin un ariete y buscó que Gullit Peña apareciera en esa posición.

Pero, o Pizzi no supo explicarse o Gullit nunca lo entendió. El León, en el aparente derrame de inteligencia de su técnico, fracturó su esquema creativo y de control en la cancha.

Encima, pierde a Jonathan González, uno de los jugadores de más aporte en llegada y el equipo se le fue debilitando.

América reaccionó al rejón poderoso del 0-1, y la voltereta al marcador pudo darla aprovechando la fragilidad casi inocente del adversario.

Con errores defensivos en marca y en despejes al centro, Goltz y Aguilar consumaron la remontada, que se haría más dramática cuando el árbitro César Palazuelos se come de manera inocente o sospechosa un clavado de Andrade. Benedetto cobraría desde el manchón el 3-1.

Ya el daño estaba consumado. Pizzi reacciona con sentido común, ese que parece desterrado de su preparación de juegos, y mete a Marco Bueno, demostrando el juvenil que era la mejor opción para tratar de remendar el boquete que dejaba la ausencia de Boselli.

El 4-1, con el León respondiendo con menos peligro, ante una muralla flexible de siete americanistas, llegaría con otro desacierto del cuadro bajo visitante.

Michael Arroyo mete un brutal zapatazo en cobro por izquierda. La barrera estaba mal colocada y encima blandengue a la hora del disparo, mientras que el portero Yarbrough cede más a la intuición de un eventual centro al área que a un cobro despiadado. Su reacción es tardíamente insuficiente.

América se dedica a administrar. Su contundencia, le daba un visado parcial a Semifinales, a pesar de que Oribe Peralta, llegando de la banca, desperdicia dos oportunidades claras de gol.

Lo cierto es que las Águilas cerraron el juego con un anticipo de cómo acosarán y desesperarán al León en el juego de vuelta en su estadio.

América tiene bajo nulo margen de maniobra al León. No puede permitirse el lujo de recibir gol en su cancha y buscar ganar por 3-0. El gol de visitante resulta ser un frágil argumento si no consiguen los Esmeraldas ser explosivos en casa.

Y ciertamente, Pizzi podrá quejarse del silbante, pero primero deberá ser honesto y revisar sus propias equivocaciones y las inocentadas de sus jugadores.

Con este resultado, ya sólo el América mismo puede arruinar su paso a Semifinales. Y parece difícil que perpetre un suicidio por torpeza, con el nivel de experiencia de sus jugadores.