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Eunucos regiomontanos para el Árabe Unido

LOS ÁNGELES -- Fue el turno de Monterrey. Está fuera de la Concachampions. Y hay una catarata de lamentos, oprobios, llantos, sublevaciones y reclamos de justicia, pidiendo hasta el suplicio turco para el 'Turco' Mohamed. Las plañideras se desgarran las vestiduras ajenas.

Un club panameño con nombre de mercería en el corazón de Tepito, el Árabe Unido, decían los arrogantes después del sorteo y antes de los juegos, consumó la obra. De manera absolutamente intachable, el club canalero asentó su harem y convirtió en sus eunucos a los jugadores y al cuerpo técnico de Rayados.

Sin decoro, cimitarra en mano, Árabe Unido castró con arrojo de tuaregs a los timoratos jugadores de Rayados, quienes con coraje de ninfas fueron asaltados a doble tanda por los panameños. A los regios, los abrieron en canal.

Luis Miguel Salvador ha sido tajante. En charla con Raza Deportiva de ESPNDeportes, el aún presidente de Rayados, embistió e invistió con epítetos y sin tapujos a su equipo.

Desde "bochornoso", hasta "vergonzoso", "lamentable" e "inaceptable", el dirigente de Monterrey advirtió que la pobre temporada en la Liga y este traspié en el Conkakafkiano territorio -como lo bautizó hace décadas Guillermo Chao- obligaría a medidas extraordinarias.

Detuvo cualquier versión que pusiera en peligro la continuidad de un Mohamed que ya muestra de nuevo sus dotes de vacacionista furtivo y fugaz, que le ocasionaron problemas en el América, pero Salvador salvó de la hoguera a su entrenador.

Evidentemente el registro innoble de la derrota se le endosa al futbol de México, porque ahí viven, ahí amamantan, ahí enriquecen y ahí minan a los autores morales y deportivos del fracaso, es decir, cuerpo técnico y jugadores.

No obstante, en tiempos de frivolidad con la regla 10/8, es necesario recordar a sus sesudos creadores que este fracaso de Monterrey es más endosable a un par de datos: dispone de 13 no nacidos en México y, en total, a Rayados le pertenecen las cartas de 17 no nacidos en México.

¿Pierde el futbol mexicano o pierde la torpeza de planeación del futbol mexicano? Hace unos meses apenas, Monterrey se dedicaba a cautivar en la Liga MX y hoy, en el indecoro, en la ignominia absoluta en el torneo y en la Concachampions, Luis Miguel Salvador ha prometido que el enfermo será atendido en tres frentes.

Salvador no se salva de la quema. Él asume. Y advierte que en lo personal confrontará a Mohamed. Y después confrontará con Mohamed a los líderes del equipo. Y enseguida, toda esa comitiva a su vez confrontará al plantel en pleno, tras, insisto, en la mejor analogía tomando en cuenta al verdugo, la castración a que fueron sometidos. Pasaron de futbolistas profesionales a eunucos amorales.

Más allá de que en Panamá el carnaval se estremezca al ritmo de la murga y alcance a cimbrar caderas de felicidad en Centroamérica, el principal jolgorio se vive en Monterrey. Mientras los Rayados tratan de taparse la cara con papel de china, los vecinos incómodos, los Tigres, encuentran la salitrosa alegría, el ácido desquite, para embarrarles de oprobio la cara a los fronterizos en desgracia. La hiel ajena es la miel propia.

Para colmo, ante la urgencia de lavarse el rostro percudido por esa pastosa mezcla de vergüenza y cinismo con la que deben estar todos en el Monterrey, deben medirse ante un heridísimo Querétaro y una leyenda entre los entrenadores de Rayados, Víctor Manuel Vucetich, de quien se dice incluso podría llegar a ocupar el puesto de Luis Miguel Salvador en enero.

¿Es tan grave lo de Rayados? Lo es más aún por su mal paso en el torneo, aunque ya hicimos referencia hace algunas semanas, de la desgracia absoluta que suele perseguir a los subcampeones.

Recordemos que el Chorrillo, también de Panamá, puso en vergüenza a Cruz Azul, y que los Chivos de Xelajú, remataron los sueños de las Chivas.

Y lo agrava más aún, el hecho de que el plantel de Monterrey era, al arranque del torneo, el más caro del futbol mexicano, con hasta 16 jugadores que han sido o son seleccionados nacionales de su país.

Por ejemplo con lo que le paga Monterrey a Edwin Cardona o a Dorlan Pabón o a Funes Mori anualmente, al Árabe Unido le alcanza hasta para alargarle las pestañas a sus ficticios camellos.